Un sueño hecho Festival

Jun 3 • destacamos, Miradas, Música • 1768 Views • No hay comentarios en Un sueño hecho Festival

 

Un repaso a las ediciones y artistas de talla internacional que han otorgado al Festival Cultural de Mayo en Jalisco su reputación

 

POR LÁZARO AZAR
Hoy, domingo 4 de junio, concluye la vigésimosexta edición del Festival Cultural de Mayo en Jalisco (FCMJ), y como he sido testigo privilegiado de su evolución, considero obligatorio remontarme a sus orígenes y al México que dio cabida al sueño de Sergio Alejandro Matos, aquel joven pianista que, tras ganar el Premio Nacional de la Juventud y recorrer los principales festivales del país contratado por aquella noble institución que fue el Fonapás, lamentaba la ausencia de un festival a la altura de la grandeza jalisciense.

 

Eran tiempos en que la Cultura florecía en México y, con ella, innumerables festivales detonados por aquel encuentro de primer orden que llegó a ser el Cervantino. Guerrero tenía sus Jornadas Alarconianas; Oaxaca, un festival de primavera, y en Sinaloa, Francisco Labastida creó un Festival Cultural que, desde su planteamiento, llegaba a diez ciudades del estado. En Tamaulipas, Tomás Yarrington invirtió como nadie en la Cultura: edificó infraestructura y la nutrió con eventos de renombre como el Festival Letras en el Golfo y un Festival Internacional cuyos espectáculos opacaban a todos los demás. Durante el sexenio de Marcelo de los Santos, San Luis Potosí también tuvo sendos festivales que vivieron su mejor momento bajo la dirección de María González, en tanto que el otrora Distrito Federal cobijó un Gran Festival de la Ciudad de México y un Festival del Centro Histórico de los que sólo queda el recuerdo.

 

Si bien Sinaloa puede ufanarse de que “ahí la Cultura no fue flor de un día”, no todos los estados cuentan con un Enrique Patrón de Rueda y los festivales de otras entidades han ido desdibujándose ante el desinterés de las subsecuentes administraciones y lo peor: la austeridad cuatrotera y la ignorancia y cortedad de miras de quien ahora mangonea el Cervantino.

 

¿Quién habría vislumbrado el lugar que se ha ganado aquel humilde festivalito que levantó el telón el 22 de mayo de 1998, bajo la dirección de aquel “desconocido” al que ninguneaban quienes se asumían como la élite poseedora de la Cultura centralista? Tras sortear los cambios inherentes a cada uno de los partidos políticos que han gobernado Jalisco desde que fundó el FCMJ, Matos agradece que, “con el PRI, el PAN y ahora con Movimiento Ciudadano, los dineros siempre han llegado a tiempo”, y celebra que cada vez suma más patrocinios para este festival cuyo prestigio es factor de identidad y orgullo.

 

Siendo la Música su disciplina central, el FCMJ se precia de haber presentado a Pascal Rogé, Joaquín Achúcarro, Jenö Jandó, Ernst Ottensamer, Rosa Torres-Pardo, Daniel Müller-Schott, Ingolf Turban, María Katzarava, François-Frédéric Guy, Johannes Wilder, Brian Asawa, Michael Nyman, Zara McFarlane, Andrew Tyson, Roberto Díaz, Vadim Kholodenko, Javier Camarena, las hermanas Labecque y Gérgely Boganyi, quien ofreció diez recitales con la obra completa de Chopin para conmemorar su bicentenario.

 

Con mucho ojo y mejor criterio, Matos auspició el debut latinoamericano de muchos de ellos en el marco de este festival en el que la danza, el teatro, las artes plásticas, la animación callejera, las artes circenses y las vanguardias también han tenido representantes de excelencia; pero, como lo mío es la Música, no puedo dejar de consignar la presencia del Trio Altenberg, el Cuarteto Mahler de Viena, la Orquesta de Cámara de Stuttgart, la City of London Sinfonia, Les Violins du Roy, el Octeto Ibérico de Violonchelos, I Musici de Montreal o el Kamus Quartet.

 

Fidelio, Bohéme, Traviata, Trouble in Tahiti e Ildegonda han sido algunas de las óperas presentadas por el FCMJ. Recuerdo particularmente aquella Madama Butterfly para la cual Bernhard Rehn diseñó una impresionante escenografía que inundaba el escenario del Teatro Degollado, así como la exclamación de asombro tras la cual enmudeció el público tapatío —tan conservador— ante el desnudo que realizó Grace Echauri durante el estreno en México de Frida, de Robert X. Rodríguez, programada para conmemorar el centenario de la Kahlo.

 

No todo ha sido fácil. Ante la pandemia, Matos y su equipo pudieron rescatar su proyecto más acariciado para el 2020: la celebración de los 250 años de Beethoven. A través de su plataforma digital, transmitieron sus 32 Sonatas con Llŷr Williams y, de la misma manera, al año siguiente presentaron 700 obras plásticas de artistas jaliscienses, siete instalaciones y más de 260 horas de producciones en video realizadas ex profeso para el festival.

 

Este año, la numeralia consigna 53 actividades en 26 sedes y la participación presencial de más de 400 artistas, de los que destaca Lilya Zilberstein, quien regresó por cuarta ocasión. Acompañada de sus hijos Daniil y Anton Gerzenberg, ofreció un recital a dos, cuatro y seis manos el miércoles 24 en el Degollado: abrió con los Momentos Musicales D. 780 de Schubert y lo que para mí fue la novedad del festival, ¡dos obras de Czerny!: la Introducción, Variaciones y Rondó Op. 202, seguida por el Rondó Brillante Op. 227 para seis manos; en la segunda parte, sus hijos abordaron la suite de West Side Story de Bernstein y las Danzas Sinfónicas Op. 45 de Rachmaninov en sus versiones para dos pianos.

 

Anton acaba de ganar el Concurso Géza Anda y fungió como solista de la Filarmónica de Jalisco la noche del viernes 26. Su tarjeta de presentación fue la Totentanz y el Concierto n. 1 de Liszt, dichos con sonido contundente y virtuosismo fulgurante. Para completar el programa, José Luis Castillo eligió una obra no menos ampulosa, Los Planetas, de Holst, para cuya interpretación contó con las voces femeninas del Coro Municipal de Zapopan que dirige Mireya Ruvalcaba.

 

El domingo varió la primera mitad del programa: la Maestra Zilberstein le dio nueva vida a ese entrañable “caballito de batalla” que es el Concierto Op. 23 de Tchaikowsky y, una vez más, volvió a asombrarnos con su sonido robusto, su madurez y su fraseo. Y aunque estos conciertos hicieron delirar al público, no cabe duda que es imposible tener contentos a todos:

 

Más tardé en saludar entre los asistentes del viernes a Iván López Reynoso, quien me compartió que recién había concluido la evaluación del Comité de Ética del INBAL y fue exonerado ya que “la parte acusadora no sustentó con elementos su denuncia”, que una persona se acercó a preguntarme si “él era el acosador de bailarinas” y, mientras intentaba hacerle entender que aquello había sido un infundio, un par de damas intervinieron con un diálogo digno de Luisa Josefina Hernández:

 

—Pues yo tengo mis reservas…

—Pues yo no. A leguas se ve que… es joto —afirmó la otra, bajando la voz.

¿Será que a mí también me hayan notado… “alguito”?

 

 

FOTO: La pianista Lilya Zilberstein en el FCMJ, el pasado viernes 13 de mayo. Crédito de imagen: Festival Cultural De Mayo en Jalisco

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