Una afrenta que dejó en vilo al “boom latinoamericano”
Jaime Bayly busca en Los genios el motivo del desencuentro entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez
POR LAURA VENTURA
“Hermano, hermanazo”, le dijo Gabriel García Márquez a Mario Vargas Llosa. En ese mismo instante, el segundo le propinó al primero una trompada que lo dejó inconsciente por unos segundos. Era febrero de 1976 y en minutos se proyectaría en un teatro mexicano un documental sobre la tragedia de los Andes. Ambos habían sido inseparables durante una década. ¿Qué motivó este arrebato? Jaime Bayly (Lima, 1965) construye en su última novela Los genios (Galaxia Gutenberg) una versión de los hechos tejida con entrevistas con testigos, pero también con muchas licencias. La novela, que será presentada en mayo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, tendrá pronto su traducción al italiano y al alemán y, posiblemente, una polémica en torno a capítulos que ingresan en la alcoba y en la intimidad de los Premios Nobel.
Con un mes exacto de diferencia, en la misma sala del hotel Wellington donde se celebró entre amigos y personalidades el ingreso de Vargas Llosa en la Academia Francesa, su compatriota Jaime Bayly presentó su nuevo libro. “Esta es la novela más arriesgada, más peligrosa y ambiciosa que he publicado”, comenzó ayer su exposición frente a los medios el autor peruano ante la mirada atenta de su esposa Susana Núñez del Arco y de su hija Zoe. Polémica, y con el escudo de la ficción, Bayly osa ingresar en un terreno íntimo. “Mientras García Márquez se duchaba canturreando y el baño se cubría de vapores que humedecían el espejo, Patricia, que nunca se había sentido tan libre como aquella noche, se puso de pie y se quitó la ropa paulatinamente, una sonrisa iluminando su rostro sutil”.
“He intentado armar el rompecabezas desde que conocí a la familia Vargas Llosa y a sus hijos y desde que conocí a García Márquez en Washington: ‘Yo no me pelee con él, él se peleó conmigo. Habla con mis amigos, yo no te puedo contar nada’”, recuerda ahora que le dijo Gabo cuando le preguntó qué había ocurrido. “‘Que se encarguen de eso mis biógrafos’, me contestó Mario. Bueno, yo les he tomado la palabra”, asegura el periodista y escritor radicado en Miami.
Bayly teje sus hipótesis sobre la pelea desde hace décadas, asegura, en un texto que ha demandado una investigación y diálogos con amigos y testigos de este vínculo y de este enfrentamiento: Álvaro Mutis, Tomás Eloy Martínez y Plinio Apuleyo Mendoza fueron algunas de las personas que consultó.
“Es el libro que más he tramado y maliciado. Es una autopsia de una amistad muerta. Este libro está en mis vísceras y en mis entrañas. He querido convencerme yo mismo de qué fue lo que pasó. No tengo pruebas, no tengo fotos ni estuve ahí. Sólo tengo testimonios y, desde luego, claro, interviene la ficción, la mirada del novelista que lo colorea, lo enriquece”, asegura Bayly.
La familia Vargas Llosa (el escritor, sus tres hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana, y la exmujer del autor, Patricia Llosa, que aparece en esta novela como eje del conflicto) se ha mostrado muy unida cuando la prensa y el escándalo asedió a todos los miembros tras la separación del patriarca con Isabel Preysler. El fin de esta relación con una de las mujeres más famosas de España ubicó al prestigioso escritor en un lugar incómodo del que salió airoso. Quien haya leído estos capítulos entenderá que difícilmente Los genios sea del agrado de la familia Vargas Llosa y en especial de Patricia Llosa, quien ha cultivado un bajo perfil toda su vida. Irreverente, ácido, crítico, irónico, dueño de un gran dominio retórico, el autor de La mujer de mi hermano, Y de repente un ángel y Los amigos que perdí, entre otros libros que rozan la autoficción (“mi madre dice que en realidad escribo autodestrucción”), asegura que le gustaría recuperar su vínculo con Vargas Llosa y que desconoce si el escritor y su familia han leído el libro. Sin embargo, en algunos capítulos, Bayly cruza algunos límites, como cuando describe una escena erótica en el backstage del rodaje de Pantaleón y las visitadoras entre el escritor y una actriz.
Cuando Vargas Llosa y García Márquez se conocieron en el aeropuerto de Caracas en 1967 no se estrecharon la mano; se abrazaron. El primero vivía en Londres, donde ejercía como profesor, acababa de ganar el Premio Rómulo Gallegos, era aclamado por los lectores y la crítica tras la publicación de La ciudad y los perros y La casa verde. El colombiano vivía en México y se iba abriendo camino con su pluma virtuosa (La hojarasca, La mala hora y El coronel no tiene quien le escriba), pero las ventas no acompañaban su producción. Cien años de soledad se acababa de publicar en Buenos Aires, a través de la editorial Sudamericana. “Gran jefe Inca”, le dijo al peruano en un acto de veneración. La amistad iría creciendo y ambos vivirían a pocos metros de distancia en Barcelona, en el barrio Sarrià, donde compartirían casi todas las tardes. ¿Qué pasó entre el comienzo de la amistad y 1976, en un teatro de México, cuando Vargas Llosa le propinó un puñetazo que dejó inconsciente a García Márquez?
La editora Carmen Balcells fue quien construyó en Barcelona e iría imantando hacia esta ciudad del Mediterráneo el epicentro de lo que luego fue conocido como el boom latinoamericano. Allí convergieron Vargas Llosa y García Márquez, y también el recientemente fallecido Jorge Edwards o Julio Cortázar, quien acudía a visitar a Cristina Peri Rossi. Los tres aparecen como personajes en Los genios. Entre los Premios Nobel había una admiración y un respeto mutuo (Vargas Llosa escribiría su tesis doctoral de 667 páginas sobre García Márquez, publicada con el título Historia de un deicidio). “Gabo era más musical y humorístico que Mario. Esto al comienzo a Mario no le molestaba. Luego empezó quizá a irritarle. Gabo además, fina cortesía de Carmen Balcells, se permitía, antes de poner vallenatos, en su departamento, celebrando la vida con espíritu caribeño, un porrito. Mario, no. Gabo era un genio intuitivo; Mario era un genio más cerebral, disciplinado, un novelista táctico”, describió Bayly en la conferencia de prensa.
Una primera hipótesis como motivo del célebre encono se centra en supuestas discrepancias políticas. Bayly pronto destierra esta posibilidad. El año 1971 fue clave para un primer distanciamiento entre los genios, ambos férreos simpatizantes de la Revolución Cubana, cuando se detuvo a Heberto Padilla.
Hubo, asegura el autor de Los genios, una segunda decepción para el Nobel peruano hacia García Márquez en 1974 cuando el dictador Velasco Alvarado confisca dos periódicos en Lima: El comercio y La prensa. “Vargas Llosa condena este zarpazo contra la prensa; García Márquez, en cambio, lo aplaude y dice que la libertad de prensa en el Perú era una libertad burguesa”. Entonces, ¿cuál fue el motivo del golpe más famoso de la literatura? Vargas Llosa sabe pelear, sabe pegar, lo aprendió en el colegio militar, y lo derrumbó, lo tumbó: ‘Esto es por lo que le hiciste a Patricia’, le dijo Vargas Llosa”, recrea Bayly. “¿Qué le hizo, si algo le hizo, García Márquez a Patricia?”, se pregunta Bayly.
FOTO: Gabriel García Márquez (segundo de izq. a der.), Mario Vargas Llosa (detrás), entre el jurado del Premio Biblioteca Breve de Novela en Barcelona, el 3 de marzo de 1970.
Crédito de foto: Archivo EFE
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