Una caricatura hace cien años

Oct 29 • destacamos, principales, Reflexiones • 7443 Views • No hay comentarios en Una caricatura hace cien años

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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Autor de José Guadalupe Posada, Fantasías, calaveras y vida cotidiana (Madrid, Ediciones Turpin, 2014); @agusanch

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Los acontecimientos históricos de otras épocas suelen perder su exactitud ante la falta de documentos. El periodismo, tan cercano a la vida moderna, evita estas circunstancias pues el material está ahí, con fecha, página, sección y, por si fuera poco, en una hemeroteca, esperando que alguien abra las páginas del periódico y, como si se levantara la tapa de un cajón de sastre, comprobar esas historias que sabíamos o que nos habían dicho. Ahí está el ejemplar, no hay vuelta de hoja (o sí la hay, si el artículo no termina en esa página).

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Este año celebramos un acontecimiento que marca la vida mexicana: cien años del nacimiento de EL UNIVERSAL, un periódico que ha sobrevivido a todo: crisis, presiones, vaivenes políticos, etc.

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Ninguna publicación en nuestra historia ha logrado esa hazaña y como tal, también debió afinar su propio proceso. Pocas décadas antes de su nacimiento se había originado un periodismo moderno con El Imparcial, aunque también otros medios competían el naciente mercado lector de noticias como El Popular, que llega a disputar seriamente el mercado con el primero.

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La caricatura mexicana vivió su época de oro durante la segunda mitad del siglo XIX, con publicaciones como La Orquesta, El Ahuizote o El Padre Cobos, y a principio del siglo XX con El Colmillo Público, El Hijo del Ahuizote o El Ahuizote Jacobino. En esas publicaciones emergían artistas como Constantino Escalante, Santiago Hernández, José María Villasana, Daniel Cabrera, José Guadalupe Posada o Jesús Martínez Carrión (me disculpo por las omisiones, pues llenaría por lo menos un par de páginas con el inventario entero).

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Pero los periódicos y revistas donde estos hombres estremecían al poder con su obra eran publicaciones especializadas en sátira política. No se trataba, en estricto sentido, de rotativos que tuvieran como función principal el ser noticiosos (como sucede con El Imparcial, por ejemplo) o como será EL UNIVERSAL; por tanto, la tradición del cartón no existía.

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Así es posible explicar que debieran pasar 22 días de su nacimiento para que fuera publicado el primer cartón editorial en el llamado “Diario político de la mañana”. Ese domingo, los lectores de EL UNIVERSAL se encontraron con un despliegue en primera plana que mostraba, a ocho columnas, un cartón denominado “Los candidatos constitucionalistas para el Congreso Constituyente”.

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El retrato muestra a un grupo de políticos cercanos al presidente Venustiano Carranza, entre los que se encontraba el ingeniero Félix F. Palavicini, director fundador del periódico y, además, candidato a diputado constitucionalista por el Distrito Federal.

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Ese día se realizaban las elecciones para diputados al Congreso Constituyente. Curiosamente no hay mucha información al respecto, sólo esa caricatura y una breve nota señalando que el señor Venustiano Carranza, encargado del Poder Ejecutivo, emitiría su voto en la esquina de las calles de las Artes e Industria, donde los candidatos constitucionalistas eran Palavicini y el ingeniero Francisco Cravioto como suplente.

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De esta forma, la caricatura de esa mañana de domingo cumplía un sentido proselitista acerca de los candidatos a diputados que, de alguna manera, resultaban afines tanto a Palavicini como al presidente Carranza, lo cual no debería de extrañar, pues es bien sabido el compromiso planteado por el fundador del periódico con el gobierno constitucionalista cuando señaló que “EL UNIVERSAL asumía el programa de la revolución”.

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Esta espléndida caricatura con la que EL UNIVERSAL ingresó al universo del humor gráfico es un dibujo firmado por J.M. Peña, un autor prácticamente desconocido cuya obra no se encuentra en ningún otro medio y que probablemente sea un seudónimo (que nos legó además media docena de cartones más, tanto deportivos como de personajes extranjeros). Empero, nada sabemos de él. Tengo veinte años recuperando autores, publicaciones e historias de moneros, y Peña no aparece.

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Los que sí aparecen, además de Palavicini, son estos candidatos que se convertirían en los Padres Constitucionalistas, personajes disímbolos como Ciro B. Ceballos, un escritor que debe ser recuperado para el bienestar de nuestras letras, pues formó parte de la generación de la Revista Moderna y fue introductor del Modernismo en México, además autor de Un adulterio, novela rarísima con portada de Ruelas. Ceballos fue un periodista de combate, cronista de historias de nuestra ciudad.

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Amador Lozano, tesorero muchos años de Carranza, aparece con una fina barba. También se está ahí el cubano-mexicano Rubén Martí, fundador y subdirector de EL UNIVERSAL, es un personaje curioso que además de participar en las filas de la revolución fue “inventor del procedimiento para metalizar cemento y los molinos de viento para cargar acumuladores”, además de descubrir “la fabricación de carbón vegetal para fundir acero y el doméstico, no menos importante, barato y sin humo”. Otro candidato es el periodista Ignacio Roel, fundador de La Vanguardia; en fin, personajes que ocuparon la primera plana de EL UNIVERSAL el 22 de octubre de 1916 y que meses después se convirtieron en los pilares de la Constitución.

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Para continuar con el gremio de periodistas, cuya caricatura se publicó hace cien años, también aparece en la caricatura Gerzain Ugarte, quien fuera director de El Liberal.

Y qué decir de Palavicini, un hombre libre al que caricaturizaron varias veces en estas mismas páginas y que, sin duda, al publicarlas, asumió que las verdades que dicen los caricaturistas hay que dejarlas, como tales, sin cortapisas.

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Pero además, resulta curioso señalar cómo algunos diputados mostraron un gran sentido del humor y publicaron durante las sesiones del Congreso un periódico satírico y de caricaturas llamado El Zancudo, al que casi ningún estudioso de la Constitución, siempre tan serios, ha hecho mucho caso. Lo peor es que no he localizado ningún ejemplar del mismo, aunque en las páginas de EL UNIVERSAL apareció el último número e incluyó su testamento. Ya volveremos a él.

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Suelo decir que la caricatura, la buena caricatura, es premonitoria, se anticipa muchas veces a lo que sucederá y nos deja un testimonio, una vereda, una senda hacía donde transitar.

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La caricatura no es sólo sorna, es arte, y es testimonio del pasado, del momento en que un caricaturista, un artista gráfico, miró a un grupo de hombres que, meses después, promulgarían nuestra Constitución.

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De esta forma, este primer cartón, sin duda, cumplió ese cometido y además, fue el sendero por donde habían de transitar casi todos los caricaturistas de este país, en estas páginas, en esta historia.

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FOTO: Esta caricatura apareció en la portada de EL UNIVERSAL el día que se celebraron las elecciones para el Congreso Constituyente. Entre los personajes retratados aparecen Félix F. Palavicini, Ciro B. Ceballos, Rubén Martí y Amador Lozano, entre otros./ARCHIVO EL UNIVERSAL

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