Una estrella llamada Miguel de Cervantes  

Dic 5 • destacamos, principales, Reflexiones • 3415 Views • No hay comentarios en Una estrella llamada Miguel de Cervantes  

POR GUILLERMO ROZ

 

Salvando a Santiago de Compostela, los españoles han sabido construir un santo patrono con su milagro probado: su nombre fue Miguel de Cervantes Saavedra, y su milagro, Don Quijote de la Mancha. La figura omnipresente del manco de Lepanto en la realidad social, cultural y político, muerto hace cuatrocientos años y resucitado día a día, tiene diferentes explicaciones fuera de las evidentes calidades literarias de su obra.

 

Vayan por delante dos ejemplos del sitial que hoy ocupa el autor de las Novelas Ejemplares, en su tierra.

 

El primero. Cuando la noticia sobre un escritor llega a la televisión en España, sólo puede ser porque falleció (una noticia reservada a los escritores famosos), porque ganó el Premio Nobel, o porque se llama Cervantes. Durante el principio de este 2015 el pueblo español vio a través de la pantalla el montaje de una pequeña gran (tele)novela negra. No había asesinos ni detectives, sino políticos, periodistas e intelectuales intentando develarnos si esos huesos enterrados en un convento madrileño, eran efectivamente los de ese señor que firmaba “Cerbantes”. Sí, con B. Para algunos eran los de él, para otros no, y a otros tantos le daba igual. Lo único importante fue que la operación mediática resultó un éxito: algunos trajeados pronunciaron la palabra Cultura varias veces, con cara de entendidos. Esos mismos que, se sospecha, no han leído una sola página de nuestro ilustre escritor.

 

El segundo. Gracias a que la Unión Astronómica Internacional ha abierto sus puertas para recibir propuestas con nombres para 20 sistemas planetarios descubiertos en los últimos años, a la Sociedad Española de Astronomía y el Instituto Cervantes se les ocurrió una idea. Así se explica en la web astronómica: “Nos proponemos elevar a Cervantes a la condición de un Apolo galáctico, dando su nombre a la estrella central del sistema (constelación Ara), mientras que Don Quijote (Quijote), Rocinante, Sancho y Dulcinea se transfiguran en su escolta planetaria. Quijote (μ Arae b), el protagonista, en una órbita algo excéntrica, como corresponde a su carácter, junto a su fiel compañero Rocinante (μ Arae d), en el centro de la escena (…) Mientras que Shakespeare ya tiene nombres de sus personajes como satélites de Urano, Cervantes ha sido hasta ahora excluido de las esferas cósmicas”.

 

Ciertas excentricidades también sirven como herramientas para cimentar el lugar del escritor nacional en España… Pero, ¿qué es eso del escritor nacional?

 

Marketing del escritor nacional

Construya su propio escritor nacional. Elíjalo indiscutible, literaria y políticamente hablando. Para que sea indiscutido en literatura, estudie su difusión internacional. Para que lo sea en política, tómeselo de un grupo de genios lejanos en el tiempo, con el objeto de que no se asomen pruebas controversiales grabadas en video (véase el apretón de manos de Borges con Pinochet, las muy diversas batallas ideológicas de Octavio Paz, la amistad de García Márquez con Fidel, etc…) Ahora véndalo o haga que su figura haga más fácil la venta de los servicios y productos de su país.

 

Según la crítica, escritora y profesora de la New York University, Silvia Molloy, el escritor nacional es “esa figura a la luz de la cual, se lee, interpreta y re-articula, la constelación que es la nación”. Sin embargo, la cuestión se debe analizar de diverso modo si esta definición se aplicase para América o para Europa. Aunque en este último tiempo un artículo en Le Magazine Littéraire reabrió el asunto de una elección discutible –a través de la votación entre sus lectores del escritor nacional francés, en el que ganó Victor Hugo–, una parte del Viejo Continente ya resolvió sus figuras en los siglos XVIII y XIX: Dante en Italia, Shakespeare en Inglaterra, Goethe en Alemania.

 

Estos escritores no sólo representan su literatura, sino también su lengua. Sin embargo, en el caso de España el asunto tiene otros parámetros, dado que la lengua española se habla en una gran cantidad de países, todos ellos usinas de creadores inmortales. Por lo cual –quien suscribe ha presenciado en Madrid varias tertulias donde se plantean las preguntas que siguen–: ¿Tiene derecho España, a través de muchas de sus instituciones culturales y del Instituto Cervantes en particular, a presentar al manco de Lepanto como el escritor emblema de su nación y de todo el idioma castellano, si es que este supuesto se tomara como cierto? ¿Deberían imitar los países de América a la política cultural española, consolidando a escritores nacionales para mostrar al mundo la pluralidad de voces de la lengua y la literatura en castellano? ¿Debe imitar España a América en su menos agresivo manejo institucional literario, en el que la pluralidad del elenco de creadores no ocupa más que un lugar compartido?

 

Para empezar a ensayar respuestas sobre todas nuestras preguntas o generar otras más perspicaces, consultamos a un entendido en la materia.

 

¿Por qué Cervantes y no Góngora?

Cervantes, monumento de la nación: problemas de identidad y cultura (Editorial Cátedra, Madrid, 2015), es el último trabajo del doctor Jesús Pérez Magallón, encargado del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad McGill de Montreal, Canadá. “La gran ventaja de elegir a Cervantes, quien le ganó en el siglo XVIII la pugna a Calderón, es el sentido polifónico del Quijote. El Quijote te permite leerlo como te dé la gana. Puedes ser de extrema izquierda o de extrema derecha y pensar lo mismo: el Quijote me representa. Detrás del Quijote está Cervantes, entonces es fácil ponerse de acuerdo con que Cervantes es Gloria Nacional para todos”, explica el catedrático a Confabulario. “Desde 1835, cuando se dedica a Cervantes el primer monumento en España a un civil, la figura de Cervantes se supo hacer unánime”.

 

Pérez Magallón considera discutibles todas las preguntas que nos hacemos, sensatas y que él comparte. “Si el Instituto Cervantes hubiera sido creado en México quizás se hubiese llamado Carlos Fuentes, por ejemplo. Entonces sí que es verdad que Cervantes lleva ventaja, no por su calidad literaria, sino por la distancia de indiscutible que le otorga una obra como el Quijote y la lejanía en el tiempo”.

 

En 2016 se cumplirá el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y los asuntos que plantea este artículo serán vueltos a debatir en ciclos de conferencias, actividades escénicas, certámenes en internet y programas pedagógicos organizados por la Biblioteca Nacional de España y el Instituto Cervantes, entre otros.

 

Sirvan estas cartas sobre la mesa, como aperitivo para la reflexión y el análisis de lo que vendrá.

 

 

*FOTO: Este 2015, la Sociedad Española de Astronomía inició una campaña para que una estrella y cuatro planetas que la orbitan recibieran los nombres de Cervantes, Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea/Sociedad Española de Astronomía .

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