‘Voces del más allá’, la polémica sobre Rulfo
A partir de la polémica surgida en días recientes por la publicación de “Pedro Páramo: voces del más allá” en Confabulario, Roberto García Bonilla cuestiona la originalidad de este trabajo periodístico y su aporte a la discusión sobre la escritura y edición de la novela Pedro Páramo. En su respuesta, Leopoldo Lezama, autor de este texto, defiende la pertinencia de su trabajo periodístico y la relevancia de los testimonios.
Disgresiones entre el juicio de valor y el escepticismo
POR ROBERTO GARCÍA BONILLA
Agradezco a Julio Aguilar la oportunidad que me ha dado para escribir en Confabulario. Ahora reconozco que fue un error de mi parte manifestar [en redes sociales] mis impresiones sobre el artículo de Leopoldo Lezama en el suplemento de EL UNIVERSAL.
No hay controversia alguna para mí. No hay renovación alguna en la información de cuánto se publicó hace nueve años a lo que se publicó hace días. Si se afirma que el texto es inédito porque no es igual al de Viento en vela, estamos no ante un argumento sino ante una logomaquia. La única diferencia de los entrevistados es que ahora está editada su participación. En suma, el texto es más breve. Pero la introducción, los comentarios del entrevistador son sucintos: no dice nada acerca de la trayectoria de los entrevistados además de generalidades. Tampoco contextualiza ni actualiza, por ejemplo, las apostillas de Antonio Alatorre. De 2006 a la fecha ya se han difundido de manera más amplia, datos, documentos que Lezama deja a un lado. Y si uno de los objetivos es presentar de cuerpo entero al escritor por qué no mencionaron referencias clásicas en torno a su personalidad, proyectada desde hace más de medio siglo. Por ejemplo, el texto de José Emilio Pacheco de 1959, tan revelador como el no menos clásico de Luis Harss que es una suma biográfica, reportaje periodístico y ensayo literario que realizó, en 1962, al revelarnos, en verdad, a Rulfo, a Borges, a Onetti y los escritores de Boom latinoamericano.
Admito, antes de continuar, que estas líneas parecen un juego predecible cuando no estéril del que escribe ahora al intentar mostrar y demostrar la importancia del contexto, de los datos precisos, de la renovación de las polémicas con argumentos y de la necesidad de líneas de investigación, o al menos anecdotarios reveladores y, por supuesto, expuestos de un modo particular; ponderando los elementos que el entrevistador-investigador se haya propuesto. Y en ese camino aparecen preguntas claves sobra los géneros y cauces que se propuso Leopoldo Lezama, a quien preguntaría cómo se convierten un dato, una declaración, una información en documento histórico. Seguirían no pocas preguntas sobre cuánto entiende por imaginario colectivo y mitificación de una figura relevante en nuestra cultura como Juan Rulfo.
Por su lado Lezama y los editores de Confabulario apelan al diálogo, al debate libre de ideas y, entonces, se le concede opinar a Roberto García Bonilla en las páginas de este suplemento. Es cierto, la disposición al debate público confiere dotes de civilidad, conciencia crítica, de sapiencia, incluso de sapiencia a quienes lo proponen. La verdad sea dicha, en todos los ámbitos, poco tiene de eficaz más allá de ser el engranaje de lo políticamente correcto para que individuos, instituciones, empresas o –como en este caso- las publicaciones funcionen en una normalidad necesaria. La radicalidad, la disensión son útiles mientras no alteren el statu quo.
Quien escribe asume la primera persona: no me importa que se consideren correctas o equivocadas mis opiniones. Ya vertí mis comentarios en los laberínticos y fangosos espacios de las redes sociales: Leopoldo Lezama y los editores mintieron: en la portada del suplemento número 114 (9 de agosto de 2015) se lee en negrillas “Testimonios inéditos” y sigue una frase anfibológica (doble sentido): “Chumacero, Carballo y Alatorre hablan sobre los cambios a la novela de Juan Rulfo antes de ser publicada”. Si se confrontan las declaraciones del poeta, el crítico y el filólogo, respectivamente, publicadas hace una semana con las entrevistas publicadas de manera extensa en Viento en vela (año 1, número 2, diciembre de 2006) se advertirá que los testimonios son los mismos; la diferencia está en la estructura y la edición que se hicieron de los materiales. Las declaraciones del investigador y docente Samuel Gordon incluidas en Confabulario corresponden a la segunda parte -casi completa- de su texto “Lecturas, Génesis, Creación y Textología en el Primer Medio Siglo de Pedro Páramo”, publicado en el citado número de Viento en vela. Aunque se conoce menos que los anteriores, tampoco es inédito. El propio investigador generosamente me facilitó entre 2003 y 2004, una copia entre diversos materiales sobre la obra de Rulfo. La entrevista con Huberto Batis, finalmente, tampoco es inédita.
Entre los comentarios que se desplegaron en días pasados en las redes sociales, se dice que las declaraciones de Antonio Alatorre son prácticamente desconocidas. Además de haber aparecido en Viento en vela, la segunda apostilla si no es idéntica en su redacción, sí es el mismo contenido -con algunas frases más- de la última respuesta que el autor de Los 1,001 años de la lengua española me dio cuando le pregunté “¿Cuándo fue la última vez que usted vio a Rulfo?” en una entrevista publicada en Los Universitarios de la UNAM (“Miradas de la memoria”, septiembre, 1996, pp. 12-15). De la primera apostilla, siendo yo autor de Un tiempo suspendido. Cronología de la vida y la obra de Juan Rulfo (2008), me contengo a expresar comentarios para evitar, en lo posible, la parcialidad. Pero es evidente, como a lo largo de todo el texto “Voces del más Allá”, la falta de contextualización y actualización de datos al lector.
Y nada hay de censurable en que un testimonio se use en diversos textos; al contrario puede ser signo de contundencia, aserto incontrovertible o rasgo proverbial que signa para el declarante, redactor o escritor. Lo cierto es que en “Voces del más allá” no hay un sentido que indique al lector qué se propuso Lezama, además de presentarnos las declaraciones de los literatos mencionados, luego de una introducción errática e incompleta sobre los acontecimientos, se insertan fragmentos de las entrevistas, que a lo largo de un año realizó Lezama con colegas, amigos y “alumnos” de Rulfo, ligados al Centro Mexicano de Escritores.
Lo grave, en mi opinión, es que Lezama le da a su texto un matiz de originalidad -por su carácter inédito y único- que no tiene su texto. Habrá que recordar que ya el padre Juan Manuel Galaviz escribió en 1980, “De los murmullos a Pedro Páramo. Aportaciones para el estudio sobre el trabajo y estilo en Juan Rulfo”. Entonces, Rulfo aún no moría; la investigación muestra el proceso de escritura de la novela, tema que desarrolla de manera minuciosa José Carlos González Boixo -desde la historia textual hasta el contexto sociológico, amén de la escritura-, en su estudio crítico que se incluye a partir de la décimo sexta edición de Pedro Páramo en Cátedra (2002). Termino con una pregunta: por qué en ese afán de confrontar las diversas opiniones, no se le ocurrió a Leopoldo Lezama entrevistar a Felipe Garrido, entre 2006 y 2015, respecto de los años de Alatorre en el Fondo- y saber, si acaso importa, quién estaba en lo justo y quién erró.
Con estas líneas apresuradamente redactadas, como dije antes, no quiero mostrar ni demostrar nada. Con seguridad son prescindibles. La historiografía en torno a la obra de Rulfo está muy por encima de controversias que por más que se pretendan reveladoras, son parte de la historia, disciplina que no existe sin contextualización, análisis e interpretación.
El legado de Rulfo es de sus lectores
POR LEOPOLDO LEZAMA
El pasado domingo nueve de agosto, el suplemento cultural Confabulario publicó un texto mío titulado “Pedro Páramo: voces del más allá”, donde vuelvo a la leyenda de la intervención de otros escritores en la construcción de la célebre novela de Juan Rulfo. La reacción fue inmediata y favorable pues divulgamos un texto confrontando las tres versiones de los protagonistas de esta leyenda que aún vivían en 2006, año en que reuní estos documentos. Ofrecimos, además, por primera vez, las fuentes audiovisuales originales: las entrevistas videograbadas con Alí Chumacero y Emmanuel Carballo que el equipo de Confabulario rescató, digitalizó y editó. Entregué al diario el mecanuscrito firmado por Antonio Alatorre con su versión, texto que entregó en mis manos. Como era de esperarse, también aparecieron una serie de descalificaciones contra este articulista, que ahora es momento de responder.
Los señalamientos provinieron de Alejandro Toledo Oliver y Roberto García Bonilla. El primero se pronunció en un texto publicado en Letras libres. El segundo, en las redes sociales. Del conjunto de señalamientos que se hicieron, me referiré al cuestionamiento central: que yo le tomé el pelo a Confabulario presentándole como inédito algo que ya había publicado en otras partes. Esto es mentira. El texto que yo entregué, titulado “Pedro Páramo: voces del más allá”, es inédito. Parte de estos testimonios aparecieron en otros momentos de forma aislada, pero nunca antes presenté confrontadas las tres versiones en un solo trabajo. Decir lo contrario es falso. Yo fui transparente con Confabulario al mencionar que la única vez que se registraron los tres testimonios fue de manera marginal en una publicación estudiantil llamada Viento en vela, en diciembre del 2006.
Toledo Oliver dice: “De Arreola el prometido testimonio es sólo una cita”. Jamás anuncié testimonio alguno de Arreola. Lo que referí es exactamente lo que se publicó: los de Alatorre, Carballo y Chumacero. De manera que adjudicarme material inédito de Juan José Arreola es una calumnia. Segundo, no sé dónde extrajo Toledo que yo entrevisté a Antonio Alatorre. No: Alatorre me entregó su versión por escrito y lo digo claramente: “en la puerta de su casa me entregó un texto titulado ‘Dos apostillas rulfeanas’”. ¿Para qué falsear? Tercero: decir que Carballo no es una voz calificada para hablar de Rulfo y de Pedro Páramo es un completo desconocimiento de la historia de la literatura mexicana: Carballo es uno de los grandes críticos literarios mexicanos de la segunda mitad del siglo XX y fue testigo de la elaboración de la novela como compañero becario de Rulfo en el Centro Mexicano de Escritores. No hay que perder de vista que muchos críticos que hoy se autocalifican como poseedores de la verdad sobre la historia de Pedro Páramo, no habían nacido siquiera en los años 1953-1954, pero desautorizan a los testigos presenciales. Tercero: afirma que yo no he leído La amortajada, libro en el que Carballo encuentra muchas semejanzas con Pedro Páramo: “novela que Lezama, supongo, no conoce”, subraya. Falso. Le remito a leer mi ensayo publicado en el número de mayo de 2015 de la revista Casa del tiempo, que lleva por nombre “Juan Rulfo, agua disuelta en la eternidad”, donde hago un pequeño examen comparativo entre La amortajada y Pedro Páramo.
Ahora citaré lo comentado por Roberto García Bonilla, pues resume muy bien el verdadero fondo de esta discusión. Al publicarse mi texto en Confabulario, se lanzó a decir que yo no tengo “probidad periodística”, porque él ya había tenido acceso a la revista universitaria de 2006: por lo tanto yo presento algo caduco como nuevo, como si la información fuera latas de conserva. Reclama que yo no menciono los antecedentes de la leyenda, pero el artículo no es una historiografía de la polémica. Lo adecuado es hacer una presentación de las versiones que publicamos. Además debe saber que esta documentación no salió a la luz sólo para él, sino para todo el público que quiera consultarla. De lo que se trata, me parece, es del monopolio del saber, esta idea de que la información debe ser privativa de unos pocos: académicos, investigadores, críticos, “líderes” de opinión, herederos. Yo creo que la información debe ser libre. ¿O qué interés tiene en que este material no se divulgue? ¿La exclusividad sobre Juan Rulfo? Es curioso, y con esto termino: García Bonilla, en sus injurias, habla de “desmemoria”, y tiene toda la razón, porque, ¿se acuerda, Roberto García Bonilla, que usted utilizó estos materiales producto de mi trabajo como fuentes para la elaboración de su libro Un tiempo suspendido. Cronología de la vida y la obra de Juan Rulfo? (ver apéndices del texto citado, página 531). Es decir, que usted está de contentillo. Porque mientras esta investigación fue parte de una publicación pequeña, casi invisible, allá en 2006, la consideró digna de ser tomada en cuenta. Ahora que una publicación de gran alcance difunde las tres versiones esenciales, usted enfurece y lo que antes fue agua para su molino, ahora lo considera réprobo e inaceptable. Hoy, gracias a Confabulario, muchas personas tienen acceso directo a estos archivos. Eso es quizás lo que le encoleriza. ¿Pero qué forma de pensar es ésta? ¿Qué idea tiene usted de la divulgación de la cultura? Confrontar y exhibir por vez primera las fuentes primarias de las declaraciones de Chumacero, Alatorre y Carballo es un acontecimiento para el tema. Tanto la obra de Juan Rulfo como la información que se va generando al respecto son patrimonio no de usted, no de un grupo, sino de los miles de lectores del genio jaliscience que hace 60 años publicó una obra maestra llamada Pedro Páramo.
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