Wassily Leontief, intérprete de la macroeconomía
El economista desarrolló el “método de insumo-producto” en 1936, que permitía observar la interrelación entre los distintos factores de una economía cada vez más compleja; esa teoría le valió el Nobel en 1973
POR RAÚL ROJAS
Para los que no son del ramo, el libro Economía de insumos y productos de Wassily Leontief (1905-1999) pudiera resultar una lectura un tanto árida. No así para los economistas: para ellos es una referencia de estudio ineludible para poder entender la macroeconomía de cualquier país. Y es que aplicando los métodos de Leontief podemos concebir la producción nacional como un gran entretejido de áreas de actividad económica: lo que un sector vende, otro lo adquiere, lo transforma y lo vende de nuevo. Todas esas transacciones económicas repetidas se pueden capturar en una gran tabla, la llamada “matriz de insumo-producto” que es hoy la base de la contabilidad nacional. De eso trata todo el libro, de las conclusiones que se pueden extraer de la tabla y de su dinámica. No hay ningún país que no procese hoy enormes matrices de insumo-producto para monitorear y regular la economía.
Hace muchos años, cuando estaba escribiendo mi tesis de doctorado, por casualidad encontré la tesis doctoral de Wassily Leontief en la biblioteca de mi universidad. Me sorprendió muchísimo: era un documento de tan sólo 13 páginas, algo increíble para quien está escribiendo muchas más. Pero ya desde esa época, como estudiante graduado, Leontief estaba trabajando enfocado en el mismo tema, el que lo conduciría a obtener el premio Nobel de Economía en 1973.
En su juventud Leontief nunca pudo estar anclado mucho tiempo en un solo lugar. Nació en Múnich, en el seno de una familia académica rusa, pero creció en San Petersburgo, donde se destacó como opositor al régimen y a la censura. En 1926 tuvo que emigrar a Berlín. Dos años después defendió la tesis a la que hacía referencia arriba, con el sugestivo título: La economía como circulación. El tema del trabajo era, precisamente, un incipiente modelo de insumo-producto. Leontief trabajó después en Kiel, en China, y en 1931 emigró a los Estados Unidos, donde haría carrera como experto en análisis macroeconómico, es decir, del conjunto de la economía.
La idea de concebir a la máquina económica como un gran proceso de circulación de productos y servicios, como si fueran vasos comunicantes, no era realmente nueva cuando Leontief comenzó a explorarla. Ya los llamados fisiócratas en Francia habían formulado algo análogo con el llamado Tableau economique de 1758, un modelo propuesto por el economista Francois Quesnay. El Tableau es una especie de representación de los flujos monetarios y de materiales embebido en lo que hoy llamaríamos un grafo, es decir, una maraña de ligaduras interconectando a los diferentes actores económicos. La interacción es dinámica y, a falta de las matemáticas apropiadas, en el Tableau hay que calcular y recalcular los flujos económicos iterativamente para poder obtener lo que sería la solución completa. Lo que los fisiócratas querían demostrar, es que sólo la agricultura produce riqueza, ya que la industria y el comercio sólo transforman los bienes creados por el suelo. No es así, respondería Adam Smith con su voluminosa obra La riqueza de las naciones, en donde identifica al trabajo en todos los sectores, y no simplemente en la agricultura, como la verdadera fuente de la riqueza.
En Berlín, Leontief tuvo como profesor universitario a Ladislaus Bortkiewicz, quien participó destacadamente en las polémicas acerca de lo que se llamaba el problema de la “transformación de valores en precios”. El problema fue originalmente planteado por Karl Marx. Su solución requiere considerar el flujo de productos y servicios a través de toda la economía, en una forma muy similar a lo que se hace con la matriz de insumo-producto. Quizás la mayor diferencia entre aquellos primeros intentos de capturar los movimientos económicos en una tabla, como hacen Quesnay, Marx y Bortkiewicz, y lo que hace Leontief, es que éste no se arredra frente a la magnitud del desafío. Leontief comenzó a elaborar modelos cada vez más grandes, que ya en Estados Unidos llegarían a abarcar hasta 500 diferentes sectores económicos. En esa época no existían computadoras capaces de procesar matrices de ese tamaño (con 250 mil elementos). Por eso, en esos años pioneros, el análisis de insumo-producto se desarrolla a la par que aumenta la velocidad de cálculo. Curiosamente, otro matemático, también ruso, estaba trabajando desde 1939 en lo que hoy se llama “programación lineal”, un método de optimización que procesa matrices enormes, las que pueden describir un problema de asignación óptima de recursos. Ese matemático era Leonid Kantorovich, quien, como el joven Leontief, vivió en Leningrado (hoy San Petersburgo). Ambas técnicas matemáticas requieren de métodos de procesamiento de datos ciertamente distintos, pero con muchos rasgos comunes. Mientras que en esa época lo que hace Leontief es descriptivo, lo que hace Kantorovich es calcular posibles intervenciones económicas.
La Economía es un compendio de los principales artículos publicados por Leontief de 1951 a 1985. El impacto de todos ellos se repartió a lo largo de las varias décadas en las que fueron publicados. Ya el primer artículo en Economía identifica de dónde surge el enfoque de insumo-producto. La fuente es lo que hoy llamaríamos Big Data, a la escala de aquellos tiempos. Leontief menciona que los gobiernos acumulan “montañas de datos”. Para verdaderamente entender a una economía hay que explotar esa información y considerar modelos más desagregados, que operen más allá del puro cálculo del producto interno bruto o del índice de precios.
En las tablas de Leontief se le asigna un renglón a cada sector de la economía. A veces un solo sector (como el transporte) puede ser desagregado en subsectores relevantes (transporte de minerales, de manufacturas, de personas). A cada sector se le asigna un renglón, como productor, pero además también una columna en la tabla, como comprador. Así se puede especificar en la tabla qué porcentaje de la producción de hierro, por ejemplo, se destina a los ferrocarriles, a las manufacturas, o a la construcción. Esas proporciones están dadas por el estado del arte y no varían tan abruptamente; son los “coeficientes técnicos”. Las mayores variaciones ocurren en el nivel anual de producción de cada sector. Con la matriz de insumo-producto se puede observar el proceso y se pueden plantear interrogantes sobre el comportamiento de la economía. Si, por ejemplo, baja la producción de minerales en un año, ¿a qué industrias afecta y qué ajustes son posibles? Si bajan los precios de los combustibles, ¿qué sectores de la economía resultan más beneficiados? En la economía no hay, como en la física, una “acción actuando a distancia”. La economía es un sistema de interconexiones materiales y correas de transmisión productivas, de manera que un shock en una parte del sistema afecta al todo.
Sin embargo, hay un problema con este tipo de análisis: los datos siempre se recolectan atrasados. Por eso la matriz de insumo-producto es un “documento histórico”, refleja el ayer. Aun así, se puede analizar el efecto global de un aumento de salarios, por ejemplo, considerando los efectos directos e indirectos de la medida.
Con el paso de los años, Leontief extendió sus modelos, por un lado, a la economía internacional, y, por otro, al caso dinámico. La cuestión con la matriz de insumo-producto es que captura el estado de la economía como una instantánea fotográfica, pero no dice mucho acerca de la dinámica de desarrollo de todo el proceso. Para hacerlo, Leontief recurre a modelos en cascada, donde la producción de un año representa los insumos para el año siguiente (capítulo 14). Visto matemáticamente, los ajustes metódicos son mínimos, pero permiten calcular qué sucede si un nivel final de oferta (varios años en el futuro) está siendo planeado.
El enfoque de Leontief es, como decíamos, descriptivo, ya que en una sociedad capitalista el mercado se encarga de determinar los flujos materiales entre los sectores. Después de la Segunda Guerra Mundial, algunos economistas en la Unión Soviética se interesaron en las matrices de insumo-producto como instrumento para sustituir al mercado por una planeación estatal de la producción. Es la época en que Norbert Wiener acuña en Estados Unidos la palabra “cibernética” para referirse al estudio del control en la biología y en los autómatas. La palabra proviene del griego y se refiere al “conductor” o “timonel” de un navío. Aunque la cibernética fue denunciada durante el estalinismo como “pseudociencia reaccionaria”, después de la muerte de Stalin se dio un viraje radical. Cibernética y automatización se percibieron como la solución técnica al problema de la planeación centralizada. En las ciencias de la computación, la palabra cibernética comenzó a asociarse con la naciente disciplina de la inteligencia artificial. En cuanto a la economía, se comenzó a hablar de cibernética para referirse al control computarizado de todo el proceso productivo.
El intento más fascinante, pero finalmente inacabado, de la aplicación de conceptos cibernéticos para la regulación de la producción, ocurrió durante el gobierno socialista del presidente Allende en Chile (1970-1973). Después de la nacionalización del cobre y otras empresas, el gran problema para el gobierno de la Unidad Popular era organizar la producción y distribución metódica de los productos. Se contrató a Stafford Beer, un consultor británico, especialista en cibernética, que comenzó a organizar una red de comunicación que conectaría a las unidades productivas estatales con un centro de control en el Ministerio de Economía. Beer lanzó el proyecto Cybersyn, que buscaba crear un sistema de toma de decisiones distribuidas. En esa época se había descubierto que el gobierno anterior había adquirido 500 teletipos. Beer decidió adoptarlos como el medio de comunicación para poder enviar datos de cada empresa estatal al centro de control, todos los días. De ahí saldrían las órdenes para regular lo que cada unidad debía producir o debía corregir. Se podían enviar textos previamente almacenados en cintas de papel perforado. Era aquello como un Internet basado en teletipos, cintas perforadas y líneas telefónicas.
Lo más surrealista de la “Internet chilena” de los años 1972/73 era el centro de control. Era circular, como el centro de comando en la serie Star Trek, con pantallas para proyectar diapositivas a lo largo de las paredes. Los datos enviados por las empresas se transformaban en modelos gráficos, utilizando cartóncillo de colores. Las gráficas se fotografiaban y se convertían en diapositivas que se proyectaban por detrás de las pantallas, para que las personas en el centro del cuarto de control pudieran verlas de frente. Los tomadores de decisiones se sentaban en un círculo de siete asientos, sin una mesa interfiriendo, para poder discutir cara a cara. Cada asiento tenía botones para seleccionar una pantalla y avanzar las diapositivas. La idea era que todos los días los responsables de la economía se reunirían en este centro de control para, basados en los datos de las gráficas, determinar las señales que había que enviar a todos los centros productivos. Ese centro de comando sería el cerebro de la economía y sustituiría la irracionalidad del mercado. Sin embargo, el centro de control nunca entró en operación debido al golpe militar que acabó con el gobierno de Allende. Aun así, la red de teletipos sirvió para coordinar la producción en los meses previos al golpe, dada la situación difícil que vivía el país por el sabotaje y una ola de huelgas.
La red que se quería crear en Chile era en esencia una materialización de la matriz de insumo-producto de Leontief. Los datos de cada productor (cada renglón de la matriz) se centralizaban primero y se transmitían luego a cada uno de los centros productivos (las columnas de la matriz). En vez del proceso de prueba-error del mercado, del centro de control saldrían directivas racionales que permitirían distribuir insumos de manera óptima, para alcanzar metas de producción preestablecidas.
Con o sin cibernética, la Unión Soviética tampoco pudo sustituir al mercado utilizando un sistema de planeación central. Después de la muerte de Stalin, Leontief fue invitado en 1959 a visitar la Unión Soviética. A la larga, la URSS implementó su propia variante de los modelos de insumo-producto, pero basada en flujos materiales. Pero la planeación central de la economía, al final de cuentas, resultó no ser un problema matemático o de velocidad de cómputo, sino uno más difícil y profundo. A nadie le gusta lo irracional del mercado, pero hasta ahora nadie ha podido substituirlo.
Es impresionante constatar cómo el método de insumo-producto, resumido en extenso en la obra Economía de Insumos y Productos, cambió toda la forma de dirigir la economía de nuestros países. Pero lo más sorprendente es que todo comenzó con una tesis doctoral de sólo 13 páginas en 1928.
FOTO: Wassily Leontief (1906-1999) fue un economista estadounidense de origen ruso /Crédito: Especial
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