Xenakis 100, Xenakis en México
El Cepro dedicó un concierto en la Sala Nezahualcóyotl al compositor, considerado un artista de nicho
POR IVÁN MARTÍNEZ
De efímeras presencias en nuestras salas, Iannis Xenakis (1922-2001) es un nombre del que se habla mucho, pero se escucha poco. Se conoce su nombre, se conocen algunos datos de su biografía, algunos muy breves y generales datos sobre su música, se ha fijado una idea sobre su proceso creativo, y eso ha bastado para permanecer alejado de él; es difícil, es matemático, es teórico, y lo dejamos ahí, para los iniciados, los muy iniciados, los especializados; para quienes hacen música que debe pensarse demasiado.
Penosamente me confieso parte de ese error: como clarinetista educado tradicionalmente primero, soy producto de una cultura musical clásica ajena a él, y como comentarista después, soy parte del estatus que no ha provocado que se conociera más.
Este 29 de mayo, el mundo de la música, o el nicho del mundo de la música clásica que se ocupa de él, celebró su centenario, lo que ha propiciado que desde enero lo hayamos estado escuchando con mayor frecuencia. Ha tenido estas semanas un verdadero momentum.
En México, de eso se han encargado los instrumentistas del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea del INBA, el Cepro, que dirige José Luis Castillo, ensamble que le ha puesto en el centro de su programación anual, a su vez en el centro de la programación de música contemporánea de, al menos, la Ciudad de México. Y lo han hecho con el mayor compromiso —incluso ñoñez, dirían algunos—, disposición y al más alto nivel; prueba de eso fue el magno concierto del jueves 26 de mayo en la Sala Nezahualcóyotl, y que sigue disponible para verse en los canales digitales de Música UNAM.
Revisando documentos, sólo encontré otro momento en que Xenakis tuvo el foco nacional: su visita, en 1978, a la Universidad.
Por supuesto están también las constantes apariciones en la cartelera de los ensambles de percusionistas: desde la formación de la Orquesta de Percusiones de la misma UNAM con Julio Vigueras, el ensamble Tambuco de Ricardo Gallardo, hasta la presencia de solistas como Iván Manzanilla y la aparición de jóvenes ensambles alentados por ellos tres. Pero fuera de esos grupos, que a su vez representan otro nicho, sólo esos dos momentos.
Para revisar el primero, recomiendo buscar la entrevista que el crítico Juan Arturo Brennan hizo al compositor, o el texto que Julio Estrada, compositor encargado del seminario Creación musical y futuro, publicó alrededor de la visita (El politopo mexicano).
Con Brennan platicó sobre tradición y modernidad, educación musical, y, en el apartado más interesante, de música y tecnología, entendiendo ésta como herramienta y no como fin: “Cuando el desarrollo tecnológico llegue al punto en que el individuo tenga acceso en su propia casa a grandes computadoras y sus sistemas periféricos, podrá hacer música del mismo modo que hoy escribe poesía, y la tecnología misma abrirá las puertas de la creatividad, de modo que cambiará radicalmente el enfoque de la música y, en general, de todas las artes.” Nada despreciable observación, a casi 45 años de distancia.
Para alimentar el segundo, compartiré algunas impresiones que he recabado de charlas con dos de los integrantes del Cepro, la violinista Carla Benítez y el clarinetista Diego Cajas, quienes coinciden en la recepción exitosa que siempre hay en el público: “No miento, creo que de lo que he tocado con el ensamble, ha sido lo que mejor se ha recibido, mucha gente fascinada, mucha gente joven preparada hasta con partitura en mano, pocas veces se acerca tanta gente a preguntarme después de un concierto por los efectos”, me contaba Carla.
Aunque es cierto que se encuentra entre lo más difícil que han abordado: “No es un compositor que requiera tantas técnicas extendidas, pero es muy difícil, difícil de tocar, difícil de resistir, son piezas muy físicas incluso, pesadas, que requieren hasta aptitudes específicas”, me decía Diego.
Para ambos, el lenguaje de Xenakis ha sido un descubrimiento y un parteaguas en su trayectoria como ejecutantes, que les han hecho replantearse desde su forma de leer música, la apertura con que abordan nueva música hasta la manera de entender los alcances de sus instrumentos: “alucinante”.
Diego me ha insistido en la revelación expresiva que sucede al entender los significados específicos de cada gesto y recurso en apariencia técnica. Carla, por su lado, no ha dejado de hablarme maravillada de lo que le provoca a ella misma: “Hay que pensar diferente y eso es fascinante, aunque te quieras deshacer del prejuicio matemático, es fantástico al final conjuntarlo, deshacerte de tu noción tradicional de notación, enfrentar ese reto: ya no pensar en un pianissimo que va a un fortissimo, sino en partículas que se vuelven cada vez más densas, pensar en la imagen, en gravedad, luz, en color, lograrlo en una obra tan corta como Mikka S, y poderla hacer interesante para el público, lograr compartir esa imagen a través del sonido.”
“Es un lenguaje que te incita a la observación. Y es muy romántico, pero siempre pienso en que fue Messiaen quien alentó a Xenakis a que continuara su carrera de compositor, precisamente por su background de arquitecto, físico, matemático. La música de Xenakis une mundos y sería muy enriquecedor tener físicos yendo a los conciertos y músicos sentados enfrente de un edificio mirando su estructura e imaginando cómo sonaría. Xenakis te incita a observar”.
FOTO: El compositor Inannis Xenakis/ Especial
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