Debilidad y fuerza del testimonio
POR: CLAUDINA DOMINGOJorge Humberto Chávez, Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero ya no hay río ni
llanto
México/Aguascalientes, inba/fce/Instituto Cultural de Aguascalientes, 2013.
En contraste con los libros de poesía constituidos sobre un solo eje —que en ocasiones
cansan al lector en sus repeticiones o al desleírse en una fragmentareidad que puede
obedecer a la necesidad de llenar páginas—, nos encontramos con aquellos que agrupan
secciones que en sí mismas podrían leerse como poemarios breves. Tal es el caso de Te
diría que fuéramos al Río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto,
libro con que Jorge Humberto Chávez ganó el Premio Bellas Artes de Poesía
Aguascalientes 2013 y que corre con la suerte de otros libros misceláneos en sus
secciones: algunas evidencian la destreza literaria del autor y otras sus flaquezas. Uno
de los notables aciertos del libro es el bien sostenido ritmo en versículos que otorga a
los textos una musicalidad robusta a la vez que fluida, a lo que se añade el cuidadoso
oficio poético del autor que entrega poemas libres de ripios o cacofonías.
Por ejemplo, en “Las Crónicas”, primer conjunto del libro, Chávez construye
una serie de poemas que integran el testimonio a la voz poética, creando así una serie de
personajes que narran las tragedias de Ciudad Juárez. La fatalidad que sufren estos
personajes es la de la testificación de la violencia acumulada: “y la ciudad como un
animal en cacería y los automovilistas que avanzan pronto pronto observando de reojo
al conductor de al lado que vigila por el retrovisor al conductor de atrás mientras el
policía el magistrado y el ladrón se ponen de acuerdo y dicen ahora vas tú y luego
sigues tú y el animal empezó a perder el resplandor de su pelaje y más tarde la piel”: Sin
embargo, tras leer los 15 textos que conforman la sección, queda la impresión de que
estas crónicas no exploraron su drama con suficiencia o que el autor no planteó un
contrapunto desde el que pudiéramos observar una resignificación literaria del trágico
fenómeno de la ciudad devastada por el crimen y la corrupción política: “y a ti mujer
que sacaron de tu casa y amenazaron con matar a tu marido si no subías a tu último
paseo en auto / te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero debes saber que ya no
hay río ni llanto”.
A esta sección sigue otra donde el autor elabora una serie de homenajes poéticos
que evocan la obra y la biografía de artistas universales (Van Gogh o Apollinaire, por
mencionar algunos), quienes suelen aparecer en el anecdotario bohemio en el que se
concentra, repetida y repetitivamente, esta voz poética. ¿Pero es la poesía declarativa y
personal una trampa que nos seduce constantemente con su promesa de mistificación de
nuestros mitos personales? ¿De qué forma conseguimos situarnos más allá de su
seducción y atravesar la delgada tela que hay entre nuestra anécdota y la comunicación
emocional lírica?
En la tercera sección, “Poemas desde la autopista”, se responde en parte a las
preguntas anteriores: en los poemas íntimos que la conforman, el autor —convertido ya
en la voz de los textos— se halla a solas con sus preocupaciones en un espacio tan
amplio como son las carreteras nocturnas, y en esa soledad —lejos de los interlocutores
literarios y artísticos— concentrado en una experiencia dichosa que nos comunica
plenamente, desarrolla sin complacencias una voz lírica entregada al mismo tiempo al
desarraigo que a la profundidad del monólogo interior, con lo que el poeta delinea
poemas que a su buena factura rítmica integran plasticidad en el lenguaje y hondura
discursiva.
Finalmente, Jorge Humberto Chávez reúne en “Dagas” textos que mezclan su
curiosidad existencial con el testimonio vital: “la poesía es la tumba de todo/ la poesía
es el cadáver de la vida que algunos pasan cargando ante tu puerta”. Nos podríamos
preguntar, otra vez, si la poesía se encuentra en el libro, en el poema o si sucede, de
manera menos ostentosa, en versos que atraviesan a los poemas imprimiendo en ellos la
fuerza y el desencanto vitales.
« Imágenes tintanescas: arte inspirado en Tin tan Cuatro poemas »