¿Es todavía España La Meca literaria?
POR GUILLERMO ROZ
@GuillermoRoz1
Para hacerse escritor hay que instalarse algún tiempo en Madrid o Barcelona. ¿Qué queda hoy de aquel implícito del Boom? Cinco autores jóvenes y un editor, oriundos de América Latina y residentes en España en los últimos años, nos ayudan a resolver la pregunta.
“Yo sí vine porque esto parecía Hollywood”, cuenta el escritor peruano Santiago Roncagliolo, Premio Alfaguara 2006. Esto y Hollywood se refieren a la España en la que vive desde hace quince años, ese país imaginario y real a partes iguales que durante muchos años fue concebido como el destino soñado por muchos de los jóvenes escritores latinoamericanos, que fantaseaban con su consagración literaria a los dos lados del charco. El sugerente parecía de la frase inicial invita a abrir el abanico de testimonios a otros autores nacidos en los setenta.
“La realidad es que España no sigue siendo esa meca”, reconoce sin titubeos el cubano Ronaldo Menéndez, cuentista y novelista, residente en Madrid desde hace diez años. “La literatura latinoamericana se caracteriza por la búsqueda de ciertos riesgos, para los que España no está, en este momento, en condiciones de ofrecer un público lector, ni un espacio editorial eficaz. Eso hace que el escritor latinoamericano no se haga con lectores fieles, conocedores, ávidos, entrenados”.
Emiliano Monge residió en Barcelona entre 2009 y 2014, y acabó regresando a su México natal: “Creo que España fue la meca sólo para ciertos grupos, para el Boom y para algunos otros, nada más. No lo fue para Borges, Rulfo o Ribeyro. Fue una meca sólo para los que en un momento determinado buscaron su internacionalización a través del camino más fácil que es un agente literario”.
La escritora y periodista ecuatoriana María Fernanda Ampuero añade a la virtual conversación el concepto de romanticismo, importante para entender el asunto: “Nunca fue la meca si la meca es aquel lugar donde hay un sitio con alegría y preparado para ti. Si alguna vez tuve la idea de España como meca se me cayó rápido. Esa ilusión funcionaba dentro de mí, pero por fuera las cosas no marchaban así. Somos una versión proletaria del escritor en Europa, la versión del escritor inmigrante”.
A pesar de los pesares, no hay sentimientos de remordimiento entre los preguntados por aquel viaje transatlántico que parecía iniciático. “No me arrepiento de vivir en España. Creo que vivir en Europa es importante para un autor, porque Europa sigue siendo el centro de la sociedad occidental”, confiesa el argentino Marcelo Luján, cuentista y novelista que inmigró en 2001, “pero por otro lado no sé si haciendo en Argentina el trabajo que hice en España, hubiera también avanzado, publicado. La verdad es que nos vinimos porque allá no había espacio para los autores jóvenes y en España sí”. Roncagliolo refuerza esta idea: más que un gran atractivo, España representaba, hasta hace algunos años, una de las pocas buenas plataformas para los escritores noveles: “No nos mudábamos desde Perú a España porque España fuera la meca, sino porque en Perú no había nada que hacer. Era un mundo asfixiante. De todos modos yo venía pensando que iba a ser un escritor millonario y cuando llegué me convertí en un sudaca más”.
El testimonio de un editor como Santiago Tobón, mexicano que hizo un camino similar a estos escritores, complementa la visión. Hace diez años montó una filial de su editorial Sexto Piso en Madrid: “Nosotros, cuando empezamos, sí pensábamos a España como la meca, y resultó un pensamiento bastante ingenuo. Pensamos que en España había un infinito número de lectores para nuestros libros e íbamos a poder vender un montón de ejemplares… y eso no pasó”.
Un nuevo mapa literario
Uno de los grandes factores que determinó la vida profesional de los escritores latinoamericanos llegados a España con poco o nada publicado en los años 2000, nada tenía que ver con los avatares propios de su vida de noveles y extranjeros, sino con una sorpresa envenenada: la crisis económica. En 2014 el diario español El País titulaba: “Saltan las alarmas en el sector editorial español al retroceder 20 años”. El artículo daba cuenta de que el mercado del libro registraba una facturación similar a la de 1994 y acumulaba una caída del 40% desde el inicio de la crisis.
Sin embargo, las dificultades económicas por las que pasaron los entrevistados no los llevaron a encerrarse o claudicar. “Creo que las dificultades económicas –comenta María Fernanda Ampuero–, añadidas a aprender todo lo que tiene que aprender un inmigrante, y robarle horas al sueño para escribir mientras te ganabas la vida con el trabajo que habías podido conseguir, nos hizo más fuertes como escritores. O sea, nuestra literatura era y es: por mi orgullo que lo voy a hacer”.
Por otro lado, las dificultades hicieron que muchos que habían querido probar suerte, se volvieran antes de tiempo. A juzgar por todos los testimonios recogidos, esto también se debió a un cambio sustancial en la importancia que adquirieron las robustas novedades del mercado editorial latinoamericano. “La caída de España y el crecimiento de Latinoamérica ha venido junto y eso ha hecho que se haga un mundo hispano más unido donde todos participan. Es más una red que un sistema de provincias mirando a una capital –sostiene Roncagliolo–. Hace uno o dos años ganaron el Premio Planeta y el Premio Herralde dos mexicanos. Para mí, más bien es una señal de que la industria se está mudando hacia allá. A mí gusta la vida en España, pero para ser escritor ya no se necesita vivir aquí”. Marcelo Luján y Ronaldo Menéndez coinciden en la visión optimista sobre las nuevas posibilidades que se ofrecen para los jóvenes autores latinoamericanos en Latinoamérica. Menéndez puntualiza: “Aquello de una América Latina como una periferia del campo hegemónico español… esto ya es muy relativo. Becas, subvenciones, premios, lectores, ferias del libro como la de Buenos Aires o Guadalajara…, allá ya se están ofreciendo muchas posibilidades”.
El editor Tobón matiza las críticas a España recordando que “más allá de meca o no, la edición de libros en castellano siguen teniendo a su polo en España. Antes, durante y después de la crisis”, y los autores defienden la importancia del país del original del castellano, como espacio integrador y el territorio común en donde los escritores latinoamericanos se encuentran y se conocen. Para finalizar, Emiliano Monge asegura que si tuviera que aconsejar a un autor joven que hoy quisiese abrirse paso en España, le propondría: “que se fuera a Argentina o a Chile o a Colombia o a México. Yo no sé hoy qué tanto mejor puede ser buscar una gran editorial en España que hacer un mapa, y recorrerlo, de editoriales independientes en América Latina. Si buscas intercambio y crecimiento como escritor, sin duda alguna recomendaría que se moviera en países latinoamericanos”.
“Tenemos un océano que nos une y una lengua común que nos separa”, Marcelo Luján recuerda las palabras de Paco Ignacio Taibo II, con una sonrisa amarga.
*FOTO: : Escritores latinoamericanos que han residido en España reconocen que esta experiencia modificó su percepción entre el centro y la periferia en el mercado literario. En las fotos, los novelistas Santiago Roncagliolo (Perú), María Fernanda Ampuero (Ecuador) y Emiliano Monge (México)/ Especial.
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