Pedro Morelli y la aventura hiperhíbrida
POR JORGE AYALA BLANCO
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En Zoom (Brasil-Canadá, 2015), regocijante filme 2 del brasileño de 29 años Pedro Morelli (TVdocumental Una visión de la ceguera 08; corto Pero una noche 10; largo Entre nosotros 13), la encantadora artífice canadiense de muñecas sintéticas idénticas pero superiores a cualquier modelo Emma Boyles (Alison Pill la exZelda Fitzgerald del allienesco Medianoche en París) fornica tan libre cuan satisfactoriamente con su fornido compañero Bob (Tyler Labine), si bien se siente acomplejadísima por la insignificancia erótica de sus pechos, por lo que recurre a un cirujano plástico (Rick Robert) para que se los agrande, obteniendo unas enormidades que le resultan repugnantes y entonces decide volverlas a su tamaño normal, para lo cual necesita mucho más dinero y debe rellenar la muñeca prometida a un fetichista Viudo de Bigote (Michel Eklund) con los sobrecitos de droga que ha logrado bajarle a su afrovecino traficante Carl (Clé Bennett) y luego viajar con su amigo de pronto expresidiario Bob hasta Buffalo para recuperar la muñeca rellenada ya en poder de las pervertidas manos del Viudo, arrostrando numerosos contratiempos y propiciando otros en cascada, pues al mismo tiempo Emma es dibujante de historietas y ha confeccionado una en torno al chaparro pero ultrasensual hombre de sus sueños, el cineasta Edward (Gael García Bernal) que está filmando en Rio de Janeiro una jaladísima película de arte y disfrutando al máximo de una fácil promiscuidad que se verá de repente trastornada cuando, por desahogo maldito de su envidiosa creadora Emma, el pobre tipo sufra un acortamiento de su pene al mínimo, poniendo por ende en peligro su película, al no poder responderle a la sexocodiciosa productora millonaria Marissa (Jennifer Irwin) y tener que abandonar el rodaje al perjudicial capricho del revanchista asistente judío Horowitz (Don McKellar), quien lleva a sus más inverosímiles consecuencias la ya descabellada trama fílmica inventada por el ahora falodiminuto Edward, la cual giraba en torno a la bellísima modelo Michelle (Mariana Ximenes) que, ansiosa por devenir literata y, aunque mal apoyada por su burlón novio guapo empeñado en jamás renunciar a ella Dale (Jason Priestley sobreviviendo a otro desastroso Amor y muerte en Long Island), escribe a la brava su novela en inglés, acerca de una dibujante llamada Emma, que es la misma Emma que ya conocemos, contra de la cual descarga sus ansias y frustraciones, adjudicándole un caldoso pero fallido romance lésbico en una playa carioca con Alice (Claudia Ohana la exEréndira de García Márquez-Ruy Guerra en persona) y endilgándole todas las demandas de todos los personajes de todas las intrigas en juego, rumbo al desastre y mordiéndose las numerosas colas que viene arrastrando, ya que el Edward de la sonrisota-mueca caricaturesca protesta y se rebela contra su creadora dibujante, logrando cumplirle a su ofrecida jefaza Marissa en un trailer al viejo estilo Hollywood, el novio Dale intenta rescatar en un helicóptero a Michelle siempre a punto de perder la vida, y así sucesivamente en esta aventura hiperhíbrida.
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La aventura hiperhíbrida lleva hasta sus últimas consecuencias el esquema narrativo que ofrece la trama de una diseñadora de muñecas también caricaturista que dibuja la historieta de un cineasta que filma una película sobre una modelo que escribe un libro sobre una dibujante elaboradora de muñecas, porque en realidad ese apretujado haz de relatos está indagando en el lenguaje de cada uno de los soportes narrativos de esa cuádruple procedencia: el lenguaje de las historietas como tales (y no su adaptación al cine como las pueriles cintas gringas sobre historietas de superhéroes en boga), el lenguaje del film en proceso de rodaje desequilibrado (y sometido a cualquier desnaturalizante presión entre el cine de autor de entelequias y el cine más bajamente comercial a un mismo nivel satírico en acción viva), el lenguaje de la novela en trance de redactarse a trompicones (grumos de palabras, vicisitudes a la deriva), y hasta el lenguaje de las muñecas inflables de Tamaño natural (Berlanga 77) y sus embotados consumidores, no demasiado distintos de los espectadores cinematográficos voyeurs, capaces de cualquier locura criminal-destructora de El fotógrafo del pánico (Powell 60) en el actual siempre catártico Diván del Pobre (Guattari dixit).
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La aventura hiperhíbrida delira con las posibilidades estructurales abiertas por el cine dentro del cine y las historias dentro de otras historias, la estructura pura y la pura estructura, según el modelo de relato con aglutinada construcción en abismo Manuscrito encontrado en Zaragoza del polaco Jan Potocki (1761-1815), tan adorada por Buñuel y los surrealistas, a causa de su sobrecarga de episodios fantásticos y erotómanos y simbólicos y hasta diabólicos, y ahí está sirviéndose con la cuchara grande antisentimental el desatado latinoamericano con una autoconsciente mezcla archidetonante cosmopolita que, a diferencia del sonrosadamente esquemático desfile de modas seudolyncheanas de los esquemáticos Animales nocturnos (Tom Ford 16), nunca deja de transformarse y reconvertirse, con un frenético acelere truenacerebros digno del Burroughs/Cronenberg de Almuerzo desnudo (91) o de El origen de Nolan (10), aprovechando ante todo las vías abiertas que hoy proporcionan tanto los excéntricas arenas movedizas de relatos posvideocliperos hoy de culto tipo El ladrón de orquídeas (Jonze 02) o Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Gondry 04), como sobre todo la perfección alcanzada por las técnicas mixtas del dibujo animado a un nivel adulto después del crispado Vals con Bashir (Folman 08) y la melancólica soberbia Anomalisa de Kaufman-Johnson (15).
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Y la aventura hiperhíbrida culmina su erizada andanza de tatuajes mafiosos y desalmadas prótesis fálicas vueltas humo hediondo y páginas de novela cachadas sin paracaídas, en el caos, las razones del caos como un simple efecto de Zoom.
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Foto: Zoom, de Pedro Morelli, se proyectará en la Cineteca Nacional hasta el 19 de enero. Crédito de foto: Especial
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