El futurismo de García Canclini

Oct 20 • Lecturas, Miradas • 3139 Views • No hay comentarios en El futurismo de García Canclini

Pistas falsas se aleja de la estructura clásica de la novela para explorar un carrusel de situaciones futuristas sobre los alcances y las penurias de una sociedad globalizada, intercultural y desigual

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POR EDUARDO CRUZ VÁZQUEZ

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En la página 110 de Pistas falsas (Sexto Piso/IVEC, 2018), Elena dice a su pareja: “–Y si descansaras un tiempo del rigor científico e hicieras una novela…”. Entonces su amado, un arqueólogo chino, se la toma en serio. Y le pide a su amigo, el trashumante antropólogo Néstor García Canclini, la escriban a cuatro manos.

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“Me interesa conversar sobre su idea del escritor como destino turístico (…) Los escritores y los artistas somos recursos para ampliar las experiencias” (p. 23).

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A lo largo de 113 páginas no hay lugar para disputas de quién es la voz mandante. O al menos eso siento por haber escuchado tantas veces a Néstor. Hay voces que no se olvidan, los niveles, sus tonos, los matices. Te marcan para siempre. Se lo dije muchas veces a entrañables escritores que ya nos dejaron. Casos como Josefina Vicens, Rafael Ramírez Heredia, Jesús Gardea, Poli Délano y Federico Campbell, que hablaban como escribían y escribían como hablaban. García Canclini atraviesa de principio a fin las Pistas falsas. “A veces me pregunto cuál es el género de la posglobalización. ¿La épica de las migraciones, el melodrama de la interculturalidad?” (p. 39).

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En lo más mínimo este dominio debe hacer sentir incómodo al arqueólogo. Un hombre de edad madura inserto en el año 2030 que viaja incesantemente entre México, Argentina, España y China. Que surca con su pensamiento sembrado de tantas certezas como de dudas, el globo terráqueo. Ellos comparten la pasión por combinar “las herramientas literarias con las de ciencias sociales”. La trama expuesta no tiene muchos recovecos: mostrar los alcances, las glorias y las penurias de una sociedad globalizada, intercultural, interconectada, desigual.

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Sabe que así como los políticos dejaron de habitar edificios públicos y gobiernan desde sedes corporativas, los funcionarios culturales despachamos en los departamentos de turismo de empresas transnacionales” (p.16).

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Los acentos, las tesis, las líneas argumentales de la dupla arqueólogo/antropólogo son contundentes. Tal parece que Néstor se propuso condensar las más caras apreciaciones de su pensamiento en el menor espacio posible. Una novela de “todología”, es decir, todo lo que soy, todo lo que aguanté decir, todo lo que no entiendo, todo lo que me rio de mí mismo, todo lo que me burlo de los demás.

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“¿Sabes dónde descubrí manuscritos de escritores colombianos y argentinos? –le contó el arqueólogo–. En Shangái y sé que otros están en Abu Dhabi” (p. 38). “Ya había pensado que iba a tener que ir a Hong Kong para consultar documentos sobre artistas como Gabriel Orozco, Teresa Margolles y Andy Warhol” (p. 69).

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Accedemos a una gran descarga de conocimientos que moldea al arqueólogo, para proyectarlo como un personaje lapidario. Por ello, Pistas falsas se despreocupa de la estructura clásica de la novela para explorar en sus páginas un carrusel de situaciones. Es una galería de personajes; es un paseo por un gigantesco mall, un abundante menú de algún portal de sentencias, citas, aforismos, de reflexiones, de augurios, todo dispuesto para ser entregado al consumidor.

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“Fue al supermercado donde encontraba el refugio de la rutina” (p. 27).

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Novela con piezas para armar

Sin nombre a lo largo de las páginas, el arqueólogo chino tensiona el vasto universo de su desarrollo profesional. Saca a relucir el mundillo académico o editorial, el turismo de congresos y convenciones, el barullo de las ciudades con sus desgracias urbanas, las contradicciones entre la generación de conocimiento y un desarrollo marcado por los poderes hegemónicos.

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“Luego de la venta de parques y monumentos históricos para pagar la deuda, varios países latinoamericanos subastaron los edificios de ministerios y parlamentos” (p. 16).

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También es cierto que las Pistas falsas, en no lejanos 12 años y más perdurará como una aventura novelística de Néstor. Como ejemplo de la recomposición de los procesos culturales vía fantasiosa. De esta manera el escenario de la empoderada China (no los estadounidenses, no los rusos, no los franceses) gira como destino manifiesto: “Ya me habían dicho que cerca del Centro Histórico está Tepito, que pasó de ser un barrio de contrabando local a tener oficinas en China y otras ciudades asiáticas” (p. 47).

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El tono futurista de la narrativa nos coloca en una vertiente de ciencia ficción, donde la voz de García Canclini podría salir de alguna de sus muchas conferencias o charlas de amigos:

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“–¿Saben ustedes que en Shangai acaba de instalarse un Airbnb de estacionamientos en la calle? (…) Para promocionar el programa llevoamivecino.com, Airbnb elige a los ciudadanos más solidarios y los premia con ‘alojamiento vehicular gratis’ durante dos días” (p. 56).

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¿Nuestro arqueólogo chino/argentino en verdad se cansó del rigor científico? No, en la abundante obra de nuestro Premio Nacional de Ciencias Sociales (2014) e investigador de la UAM Iztapalapa hay dos obras que son indicadoras de sus intereses literarios: Cortázar, una antropología poética y El mundo entero como lugar extraño.

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Estamos frente a una novela que lanza diferentes retos, como el autenticar para el 2030 ante las H. Autoridades de la Academia, la Lengua y Anexas, la jerga canclinista: red sociotécnica, fechólogos, caudillólogos, deliciarnos, unesquianos, arqueólogo especializado en editoriales, urbanismo telescópico e industrias de la atención, entre otras categorías.

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“Me ilusioné un tiempo, como ellos, con la economía creativa, pero la competencia hace que muchas empresitas quiebren después de uno o dos años” (p. 94).

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Al final, Pistas falsas resulta un periplo de mucha dureza. Si García Canclini advierte tan rudo escenario para el año 2030, ¿qué queda en el amor? El arqueólogo y su musa responden al medio ambiente de incertidumbre, a una suerte de condena a la evaporación de ser pareja:

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“No llega a recuerdo, es un parpadeo del pasado” (p. 105). “Son tantos los modos de desearte. Tenés razón de que las peores indecisiones son las no dichas” (p. 112).

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FOTO: Especial.

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