David Bihanic y la expresión estética de las bases de datos

May 4 • Conexiones, destacamos, principales • 3886 Views • No hay comentarios en David Bihanic y la expresión estética de las bases de datos

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Los datos generados por fenómenos sociales y naturales son los materiales que utiliza esta generación de artistas que reinterpretan la relación del arte con los flujos informáticos. En este entrevista el artista y diseñador David Bihanic habla de algunos de los representantes de esta nueva tendencia artística y que fueron seleccionados para la exposición 1, 2, 3 Data

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POR INGRID DE ARMAS 

El diseñador e investigador francés David Bihanic se inscribe en la tendencia actual de la construcción de obras de arte a partir del análisis e interpretación gráfica de las inconmensurables bases de datos que, de una manera u otra, demarcan la vida de todo el mundo. Resulta imposible esquivar la avalancha cotidiana de información en todos los campos, independientemente de que se sea o no adepto a las nuevas tecnologías, de que se trabaje o no en procesamiento en este campo. El cúmulo de datos, angustioso para algunos, se convierte en un producto estético en manos de creadores, por lo demás bastante jóvenes, expertos en programas informáticos.

 

Desde su agencia FX Design Studio, Bihanic formula proyectos a partir de paradigmas de visualización y manipulación de datos, la vía para materializarlos, a fin de descubrir un tema y aprehenderlo de la forma más objetiva posible. En la cartografía de la información, el diseñador oscila, en consecuencia, entre realidad y abstracción informática, entre el interés del asunto en sí mismo y su potencial para la creación artística, entre la teoría y la práctica: “Trabajo a veces en proyectos que tienen que ver con lo humanitario, con el cuadro social”, plantea nuestro entrevistado. “Hice un aislamiento de datos para una ONG, que representa el conjunto de personas que desafortunadamente murieron en el mar Mediterráneo durante los grandes movimientos de migraciones sirias en 2016. Ello permitía una sensibilización y una mejor comprensión de los hechos funestos de ese período. Por lo tanto, es una cuestión de interés colectivo que, a la vez, informa y permite comprender esa realidad. Para mí, era también la traducción en imágenes de un contenido preciso, duro, que suponía tácticas diferentes, un acercamiento gráfico un tanto especial”.

 

Bihanic fue comisario de la exposición 1,2,3 Data en París, que dio por primera vez cita en la capital francesa a unos cuarenta data designers de todo el mundo. Los invitó a exponer durante varios meses un arte innovador, cristalizado en obras que reinterpretan el producto informático y lo convierten en armonía estética y hasta poética. Una forma de domar los billones de datos que nos asedian a diario de manera inquietante por más de una razón.

 

Arte y datos

 

Para determinados artistas, los datos informáticos han relegado los pinceles y los tubos de pintura o el cincel del escultor al baúl de los recuerdos. Estos nuevos instrumentos de trabajo, fuente de posibilidades ilimitadas, permiten crear formas a menudo en movimiento. Una prolongación contemporánea del arte cinético. Con la diferencia de que lo que anima las obras, lo que en esta ocasión las pone en movimiento, es la expresión, en un lenguaje técnico para iniciados, de una porción de realidad concreta, formulada en ondas, en infografía y piloteada por un programa informático sofisticado.

 

El creador estadounidense David Bowen presenta la obra Agua tele-presente, una estructura de cables metálicos revestida de tubos plásticos rojos, que ondula suspendida en el espacio. Una ola flotante, impregnada de una cierta lírica. Sus oscilaciones son orquestadas por un programa informático, que recolecta y transmite continuamente información a una base de datos, en tiempo real, desde una boya perdida en el Océano Pacífico. La boya, dotada de sensores, capta y registra el flujo y reflujo del agua, su temperatura, entre otros datos. A estas alturas ya no es posible ubicarla, su última posición conocida data del 25 de abril de 2011. Es la actividad del agua lo que insufla vida al trabajo de Bowen de manera ininterrumpida. Fuera del contenido, del significado de los datos, el goce estético está en primera línea. Bihanic ubica al artista en una lógica de la evolución del arte: “Bowen se inscribe en una especie de genealogía a la manera de los artistas italianos de los años 70, como Maurizio Bolognini, gente que ha trabajado sobre las máquinas autónomas, las máquinas que adquieren vida, un poco el trabajo de Muntadas. Lo que le interesa es realizar dispositivos que, una vez que existen, tienen una relativa independencia”.

 

Otra ilustración de que el goce estético puede surgir de las profundidades intimidantes de las bases de datos, es la obra del artista turco Refik Anadol. Para concebir Viento de Estambul, pintura digital en movimiento de una garra impresionante, el creador se vale de la información de captores situados en el aeropuerto de la capital turca, que graban la dirección, la fuerza, la temperatura, la humedad del viento. A propósito de esta creación, David Bihanic insiste en que muestra “esta especie de reflejo que hay entre mirar los datos en sí mismos y ver el mundo a través de los datos, así como lo que el mundo podría ser cuando los datos nos permiten visualizar un cierto número de elementos casi invisibles”.

 

 

En Desigualdad de ingresos, el austríaco Herwig Scherabon imagina una arquitectura futurista. Partiendo de la información computarizada de los ingresos de los habitantes de Chicago, Los Ángeles, Nueva York y París, crea un catastro visual, en relieve, en el que delimita parcelas. Sobre cada una de estas superficies eleva especies de edificios, cuya altura depende del nivel de las retribuciones de sus habitantes. Las construcciones más altas corresponden a las rentas más importantes. La visualización del nivel de vida de los residentes de dichas metrópolis muestra una aglomeración de rascacielos, acorralados, cercados, por terrenos ocupados por inmuebles bajos, en ocasiones muy bajos, a ras de tierra inclusive. El resultado es una visión aterradora, de película de ciencia ficción, de ciudades que bien podrían mostrar los estragos de un conflicto devastador. El objetivo es constatar la ubicación, de manera irrefutable, de las zonas de pobreza, incrustadas en medio de la opulencia (o viceversa), y la existencia de las barreras invisibles que las separan, aun cuando se encuentren situadas en el mismo distrito.

Los Ángeles

 

NYC

 

París

El holandés Richard Vijgen lanza un alerta con su Arquitectura de las ondas, una sobrecogedora instalación de imagen y sonido en la que se entrecruzan, bien visibles, las ondas de radio y electromagnéticas provenientes de satélites, bases de telefonía móvil, routers WI-FI. Tomadas de una base de datos, Vijgen las proyecta en un espacio circular semi-abierto, acompañando las imágenes abstractas, cambiantes, del ruido imperceptible al oído que producen las ondas. En vista de que este flujo que nos envuelve de manera constante no puede sino aumentar, el paisaje en movimiento presentado por el autor suscita interrogantes. David Bihanic esboza algunas: “Esta representación traduce de forma visible lo que para nosotros es invisible y la densificación gráfica que se nos ofrece es como mínimo perturbadora. La primera pregunta que se nos ocurre es si todas esas ondas representan un peligro, si amenazan nuestra salud. Tal vez no medimos su cantidad y lo que significan. De la misma manera que en las ciudades hay agua, ahora la vida está también hecha de WI FI, de ondas. ¿Se deben aceptar como uno de los elementos constitutivos de lo urbano? La cuestión está planteada, pero el efecto de esta obra en torno a este asunto es lograr insertar las cosas en una realidad concreta”.

 

Otro ejemplo esclarecedor es Inflows/Outflows, del británico Marcin Ignac. En una secuencia de cuatro paneles a color en movimiento, el artista consigna una relectura de los flujos migratorios mundiales entre 2006 y 2014. El creador maneja un algoritmo capaz de procesar millones de datos (nivel educativo, social, entradas y salidas de los migrantes de un territorio) y de producir formas entre abstractas y orgánicas que comprenden la totalidad de tal información. Los colores son escogidos entre los tonos predominantes en cada cultura. Los brazos de la construcción, articulados en torno a un eje, se despliegan incesantemente, con ritmo y parsimonia, en una danza aérea, majestuosa. Para Bihanic este trabajo encara una evidencia: “Se ve algo que ya uno sabe; es decir, que el mundo está hecho de desplazamientos humanos. No hemos cesado de evolucionar y de desplazarnos y la mayor parte de esos desplazamientos son forzados, obligados. La mayoría se efectúa en un contexto de conflictos, de guerras, de problemas políticos graves, también por razones económicas”.

 

Dicho de otra manera, la expresión gráfica de las nuevas tecnologías, en su órbita creativa, además del placer estético, abre la probabilidad de comprender mejor determinados problemas de las sociedades contemporáneas, que nos interpelan de manera constante. En todo caso, podría percibirse, al menos, como un paso hacia la sensibilización.

 

Compromiso utilitario de las obras

 

Si de la infografía de los datos surge el manejo del producto informático y la creación artística, dicha creación, por muy abstracta que parezca, corresponde a una realidad en constante transformación. Más aún, de esa representación gráfica emerge la oportunidad de analizar una situación dada de manera diferente. Una reinterpretación puede hacerla inteligible para un segmento más amplio de la población, a fin de que se erija en un elemento de comprensión y en un instrumento de cambio. De allí el sentimiento de que más allá de la información y de su expresión artística, esta manera de servirse de los datos puede constituirse en una práctica útil, beneficiosa para la colectividad. Esta es la postura de Bihanic: “Una determinada visualización puede modificar, por ejemplo, las condiciones de vida, el urbanismo o la manera de hacer evolucionar el territorio urbano, con consecuencias en el modo de vida de sus habitantes. O sea que hay una gran cadena humana entre la forma en que el diseñador interviene y lo que muestra como evolución del mundo. La mayoría de los proyectos que exhibimos permiten modificaciones notables en la vida de todos los días”.

 

Un ejemplo es Treepedia,  propuesta de un equipo del Massachussetts Institute of Technology, que basándose en los datos de Google Street View, cartografía las zonas verdes de las grandes ciudades, indicando su extensión, emplazamiento, cantidad y densidad de los árboles, además de inventariar cualquier otro tipo de vegetación. Es una herramienta para los responsables del desarrollo urbano y los habitantes de una metrópolis, en general organizados en asociaciones. Un apoyo para elaborar balances con miras a reformatear racionalmente el mapa verde de la ciudad. A fin de cuentas, es un elemento de interacción entre la sociedad civil y los dirigentes municipales para reconfigurar el paisaje urbano y oxigenar las ciudades. Proyectos como este tienen “una verdadera incidencia en la vida de la gente y, además, el sistema permite a los citadinos proponer determinados cambios”, resalta David Bihanic.

 

 

 

FOTO: Agua Tele-presente, de David Bowen, estructura de cables revestidos de plástico rojo. Su movimiento simula el comportamiento de una ola a partir del flujo de datos que transmite una boya que se encuentra en algún sitio del Océano Pacífico. / ESPECIAL

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