“La paternidad es otra forma del dolor”, entrevista con Hiram Ruvalcaba

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En entrevista, el escritor Hiram Ruvalcaba habla de sus cuentos reunidos en el libro Padres sin hijos, historias sobre el eterno conflicto paternofilial, por el que recibió el Premio Nacional de Cuento José Alvarado 2020

 

POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ 
Obra ganadora del Premio Nacional de Cuento José Alvarado 2020, Padres sin hijos de Hiram Ruvalcaba (Zapotlán el Grande, Jalisco, 1988) es un recorrido crudo por las relaciones paternofiliales en la actualidad, pero que también podrían haber leído en alguna obra clásica, como la Iliada. Este libro, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, se nutre de la experiencia personal, de historias escuchadas en su entorno, entre las amistades y de la tradición literaria. Cada una de estas historias lleva al lector a enfrentarse a los miedos y fracasos, pero también a reconocer los aciertos de las experiencias paternas, que nunca son ajeas al dolor y al temor.

 

¿Por qué este tema de la paternidad?

 

La paternidad es un tema con el que todo mundo puede tener una relación pero no una reflexión. Asumimos que como es un proceso natural las cosas son y ya, un poco como respirar. Pero si te pones a pensar en el proceso de la respiración te das cuenta que es un acto más complejo de lo que parece. Me llamó la atención las relaciones paternofiliales cuando todos mis amigos y compañeros comenzaron a tener hijos. Y no tenía nada de natural. Finalmente cada una de las relaciones es distinta. En cada una hay juicios sobre las decisiones a tomar: algunos se quedaban, otros tenían que irse por cuestiones de trabajo y otros simplemente no se hacían responsables de la paternidad. Me dije: “Si este amplio aspecto de posibilidades está pasando en la gente cercana a mí, ¿qué no estará pasando a nivel nacional? ¿Qué pasará en las comundiades rurales, en las grandes ciudades, en donde las relaciones paternofiliales tienen muchas más caras?” A partir de estos cuestionamientos surgió el libro, a parte de mis propias obsesiones sobre el tema, sobre mi relación con mi propio padre y de la literatura. ¿Qué es Pedro Páramo sino una gran novela sobre las relaciones paternofiliales fallidas?

 

Hay una frase que mencionas en uno de los cuentos: “La paternidad es otra forma del dolor”. ¿Cómo transitan tus personajes con este dolor?

 

Me interesaba romper un poco con la figura ficcional que se ha escrito en torno al padre. Hay dos rutas que se han seguido mucho. Una es la exaltación del padre, como este ser que dentro de sus fallos y todo sigue siendo casi divino. Pasa con grandes poemas: “Coplas a la muerte de mi padre” de Jorge Manrique y “Mi padre el inmigrante” de Vicente Gerbasi, textos que crean esta figura mítica. Y hay otra postura en torno al padre que se resumen en “Mi padre fue un cabrón”. Entre esas dos posturas nos ubicamos casi todos los demás padres. Hay una perspectiva de los errores que hemos cometido, pero también hay otra, que son los aciertos que tenemos y debemos estar festejando. Cada personaje de este libro trata de explorar estos errores comunes: las distracciones, la imposibilidad de comunicarnos con nuestros hijos, el miedo que conlleva la noticia de que vas a ser papá. Ese tipo de cosas son necesariamente preguntas que requieren una respuesta o que por lo menos requieren reflexión. Por ejemplo, tienes a un padre que olvida a su hijo en el carro. Eso te invita a reflexionar sobre la responsabilidad y la distracción. Pero en ese mismo cuento también se señala de manera más subrepticia cuál es el sistema productivo que agota tanto a los padres de familia que los lleva a cometer esas distracciones. Ahí hay un dolor que en lo personal me perturba mucho, que es la imposibilidad de dedicarnos a la crianza porque tenemos que dedicarnos a la supervivencia. Otro tema que me obsesiona es la incapacidad de explicarle a nuestros hijos el mundo que les espera. Tú educas a tus hijos para que vivan en el mundo tal y como tú concibes el mundo. La paternidad es un acto de esperanza. Cuando se asume que uno quiere enfrentarse a ella.

 

Mencionas que los factores estructurales que limitan a los padres para en la intención de darle a sus hijos la atención que ellos muchos desearía es un aspecto que trasciende las decisiones personales. ¿Cómo notamos esto en Padres sin hijos?

 

El cuento en donde esto se observa de una manera más clara es en las Visitas familiares. Ahí hay una limitación que se impone en esta relación padre-hijo, que es el acto violento del padre. No hay ningún personaje más limitado que éste que ha estado en la cárcel. El tema del feminicidio es muy delicado. Hay que tener cuidado, no faltarle al respeto a las víctimas. Para mí el asunto de la paternidad en este relato estaba precisamente dado por la idea de que el padre feminicida busca una conexión con su hijo. Es muy difícil, hay muchas aristas. Pero traté de expresar en este cuento la necesidad de conexión que existe en las relaciones paternofiliales. En todas. Dice Paul Auster que sin importar la edad que tengas, sin importar las circunstancias, siempre vas a añorar la aprobación de tu padre. Y estoy de acuerdo con eso. En este cuento me preguntaba: ¿qué va a conducir a este muchacho a conocer a su padre feminicida, que está en la cárcel y a quien tiene veinte años de no ver? ¿Por qué iría a verlo? Hasta que un amigo escritor, Jaime Romero, me dijo: “Pues porque es su papá”. No necesitas otra razón. Y es cierto. Uno siempre añora sentir que tiene raíces.

 

En los cuentos descubrimos distintos tipos de paternidades e incapacidades de expresar esta condición. ¿Cómo fuiste elaborando cada uno de estos personajes y su relación con sus hijos? ¿De dónde se nutren?

 

De vivencias propias y ajenas, historias que la gente me ha platicado. Yo le preguntaba a mis amigos cómo fue su relación con su papá. Todas las relaciones paternofiliales son tormentosas de alguna forma. No me cabe duda que haya personas que tengan una buena relación, pero como son relaciones de poder vemos que hay un adulto joven que se quiere valer por sí mismo como ser humano y el padre no se lo permite porque cree que su hijo no sabe cómo es el mundo y qué es lo mejor para él. Ahí hay un tema de identidad muy fuerte que es necesario explorar. El cuento “La palabra de dios” nació de una escena de la Iliada que me pone muy triste. Es cuando Príamo va a recuperar el cuerpo de Héctor. Y se lo pide a Aquiles, quien fue el que lo mató y lo arrastró por el campo de batalla. Aquiles se lo da, comprende que era un héroe, que era un chingón, pero al final estaban en guerra. Pero esa es una escala de valores que ya no existe. ¿Qué pasaría ahora con este episodio histórico en que la violencia es el pan de cada día si un padre va a hacer lo mismo con un sicario? Esta era la pregunta que me llevó a construir esta historia.

 

FOTO: El escritor Hiram Ruvalcaba/ Crédito: Adriana González

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