Cine y streaming en 2021: coexistencia forzada

Dic 18 • destacamos, principales, Reflexiones • 3618 Views • No hay comentarios en Cine y streaming en 2021: coexistencia forzada

 

A pesar de los esfuerzos de la industria por regresar a la pantalla grande, este año nuevamente las producciones audiovisuales tuvieron mayor audiencia a través de plataformas digitales

 

POR MAURICIO GONZÁLEZ LARA 
¿Podrá salvar el Hombre Araña a la sala de cine? La pregunta está en la mente de buena parte de los ejecutivos, realizadores, técnicos y artistas que se asumen como parte de la industria que aún conocemos como Hollywood. A unos cuantos días de que termine 2021, la lenta y errática reactivación del negocio de la exhibición cinematográfica parece confirmar el escenario apocalíptico que diversos analistas predecían ya desde hace un lustro, pero que fue acelerado a causa del cierre impuesto por la pandemia: las cadenas de cines se enfocarán en presentar solamente los estrenos de las franquicias de los grandes estudios. Casi todo lo demás, incluidos los trabajos que pomposamente denominamos como cinéma, se destinará al streaming. El número de recintos y la variedad en la oferta se reducirán de forma significativa. En el mejor escenario posible, quizá lleguemos a ver el éxito ocasional en taquilla de una comedia romántica o una película de horror de bajo presupuesto, pero el cine orientado a un público adulto está condenado a desparecer de la mayoría de las salas. El negocio de la exhibición como lo conocemos es un muerto viviente. Un zombi, pues.

 

Ante este escenario, la industria espera con enorme entusiasmo el estreno de Spider-Man: Sin camino a casa, quizá la única cinta con el poder de convocatoria suficiente para ser un megaéxito en la temporada decembrina. “A todos nos pone nerviosos que la gente vuelva al cine, pero ¿sabes qué los hará volver a las salas? Spider-Man. Así que seamos felices por eso”, declaró Paul Thomas Anderson, el respetado director de Boogie Nights y El hilo fantasma. Irónicamente, el éxito de la película sólo ratificará el cambio cultural consolidado por la pandemia: con la salvedad de las franquicias construidas a lo largo de décadas (Marvel, Star Wars, Harry Potter, etcétera), la capacidad del cine para detonar conversaciones globales ha disminuido de manera casi exponencial. La narrativa audiovisual más exitosa en términos globales de 2021 no fue una película, sino un producto de Netflix: El juego del calamar, la serie coreana creada por Hwang Dong-hyuk que relata la lucha de 456 desdichados por ganar un premio único de 45 mil millones de wones (alrededor de 38 millones de dólares) en una competencia mortal. La serie, conformada por versiones sangrientas de juegos infantiles tradicionales, capturó la imaginación de más de 142 millones de espectadores alrededor del mundo, quienes empatizaron con el melodrama y el tema de la desigualdad social.

 

La muñeca gigante que aniquila con tiros de precisión milimétrica a los jugadores en el primer episodio es la imagen que define el 2021. Del colega en el trabajo a la señora que vende tamales en la esquina, todos hablaron, así fuera por unos días, de El juego del calamar. Casi ninguna cinta genera ya ese nivel de atención. Además del miedo frente a la Covid-19, aún prevaleciente en buena parte del orbe, la eliminación de la ventana de tres meses que les garantizaba a las salas la exclusividad de los estrenos ha redundado en que la gente opte por quedarse en casa, donde todo tiende a convertirse en un pendiente más en una larga lista de contenidos por ver. Cintas como Sin tiempo para morir (la entrega más reciente de la saga de James Bond), Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (la película de kung-fu de Marvel) y Duna (la nueva versión cinematográfica de las novelas escritas por Frank Herbert), lograron colocarse en la agenda mediática durante algunos días, pero no con la intensidad esperada. El espectáculo estético siguió siendo un argumento para atraer audiencias —sobre todo en el caso de Duna, una cinta cuyo goce está atado a la experiencia de verla en IMAX—, pero lo cierto es que la gente no luce entusiasmada por regresar a las salas.

 

Lo mismo aplica al denominado “circuito de arte”. La corrida comercial de varias de las películas más celebradas por la crítica internacional ha quedado reducida a unos cuantos cines. El objetivo de exhibirlas en salas ya no es tanto recaudar ingresos en la taquilla, sino promover su disponibilidad simultánea o futura en streaming, como lo demuestran los casos de El poder del perro (Jane Campion), y Annette (Leos Carax), disponibles en Netflix y Mubi, respectivamente. La polémica en torno a Titane, ganadora de la Palma de Oro, le ha dado una vida más expansiva en salas, si bien ya está a la venta en formato digital en países como Estados Unidos. ¿Es posible la coexistencia entre cines y streaming en este nicho de alta calidad? Siempre existirá un núcleo de espectadores que deseen ver trabajos que les permitan disfrutar una experiencia estética que sólo puede ser apreciada a plenitud en una sala. El problema, sin embargo, es alcanzar un equilibrio que permita desarrollar modelos económicamente viables en un mundo de pantallas múltiples. En lo que se refiere al cine con aspiraciones más comerciales, el futuro luce más complicado, sobre todo si la película no es parte de un universo cinematográfico bien establecido.

 

El año en streaming

 

La frontera que divide al cine del streaming es cada vez más difusa. ¿Cómo separar los dos ámbitos cuando los estrenos se dan en simultaneidad? Más aún, la asimetría técnica entre el cine comercial y la televisión prácticamente ha desaparecido. La inmersión estética de largo aliento siempre se apreciará mejor en un cine, pero resulta difícil argumentar que películas como La Casa Gucci o Coda: señales del corazón ameritan verse en una sala. Las series, en cambio, han adquirido una relevancia central en la agenda cultural. A continuación, una selección de las series, especiales y cintas producidas por las plataformas de streaming en 2021, el segundo año del virus.

 

1. Succession. Aunque dista de contar con los niveles de audiencia de El juego del calamar o Game of Thrones, es innegable que buena parte del planeta está obsesionada con la dinastía Roy, conformada por Logan (Brian Cox), el octogenario fundador del imperio mediático Waystar Royco y los cuatro hijos que aspiran a sucederlo: Connor (Alan Ruck), Kendall, Roman (Kieran Culkin) y Shiv (Sarah Snook). Ante una oferta televisiva definida por el miedo a la cultura de la cancelación, la serie es un oasis de acidez que fascina y divierte. Otra razón para explicar su éxito: incluso las familias más ejemplares tienen algo de la monstruosidad de los Roy. La tercera temporada elevó a esta obra creada por Jesse Armstrong a nuevos niveles de crueldad. Un referente obligado en una época definida por el populismo y la postverdad. (HBO Max)

 

 

2. The White Lotus. Escrita y dirigida por Mike White (Enlightened), esta serie de seis episodios describe las tensiones económicas y socioculturales entre un grupo de turistas —y los empleados que los atienden— en un hotel paradisiaco en Hawái. Además de ser una despiadada comedia negra sobre los vicios de la clase privilegiada estadounidense, The White Lotus es una reflexión ominosa sobre el vacío que se esconde tras los complejos turísticos all inclusive, donde la playa convive en armonía con las piscinas infinity y la barra libre internacional. El episodio final contiene la secuencia más escatológica de la televisión de este siglo. Hilarante. (HBO Max)

 

 

3. Inside. Bo Burnham es una fuerza de la naturaleza: dirige, escribe, actúa, compone y canta. Su mayor virtud, empero, es la de conciliar crítica y emotividad, sea en espectáculos de comedia o películas (la entrañable Eight Grade). En Inside, un especial realizado para Netflix en su departamento, transmite nobleza, inteligencia y desenfado a través de una estética que resume la lógica de las múltiples pantallas que habitan las narrativas actuales. Un manifiesto contra la locura y el hartazgo provocados por la pandemia. (Netflix)

 

 

4. Loki. En el controlado mundo de Marvel, el actor Tom Hiddleston consigue lo impensable: inyectarle densidad picaresca a un personaje que en otras manos sería tan anodino y previsible como una ensalada de lechuga. Lo que hace con Loki, el hermano villanesco de Thor, es casi subversivo. La cultura popular es el sueño colectivo que nos vincula más allá de odios y diferencias. Loki entiende este romance y habita diversos componentes de los múltiples universos posibles del pop: Melancolía, Blade Runner, Borges, Bradbury, 1984, etcétera. Entretenidísima. (Disney+)

 

 

5. Somos. Esta serie creada por James Schamus  está más cerca del rigor de The Wire que del espectáculo de Cara cortada o Narcos. Un retrato oscuro y febril de lo que sucede cuando un pueblo es invadido por el narcotráfico. Escrita por Monika Revilla y Fernanda Melchor. Basada en “Anatomía de una masacre”, artículo de Ginger Thompson sobre la matanza perpetrada en 2011 por el cártel de Los Zetas en la población de Allende, Coahuila. (Netflix)

 

 

6. Get Back. Más que una pieza de ocho horas dividida en tres partes, este documental se asemeja más a una instalación de arte que a una narración convencional: Get Back podría exhibirse como un bucle sin fin en una habitación con pantallas en las cuatro paredes sin perder una pisca de sentido. Si bien la impresionante restauración de las imágenes genera el efecto de estar ante una representación de The Beatles generada por computadora, jamás habíamos visto a la banda de una manera tan íntima. Un trabajo admirable de Peter Jackson. Momento favorito: el nacimiento de Get Back, la canción. Toda una lección de creatividad. (Disney+)

 

 

7. Mare of Easttown. Las pantallas solían estar repletas de historias de policías cuya obsesión por el trabajo derivaba en un alto costo personal en términos de relaciones familiares y bienestar emocional. Ante el surgimiento de movimientos como Black Lives Matter, Hollywood se ha alejado de las narrativas de policías rebeldes. Esta serie creada por Brad Ingelsby retoma el tropo del “policía torturado” con una protagonista femenina, la detective Mare Sheehan, interpretada por Kate Winslet. Un thriller envolvente que también funciona como drama familiar. Evan Peters está soberbio como el compañero de Winslet. (HBO Max)

 

 

8. The Velvet Underground. Este documental de Todd Haynes (Carol, Velvet Goldmine) es un sentido homenaje a la escena cultural neoyorquina de los 60 a través del retrato de la banda conformada por Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Moe Tucker. La pantalla dividida concilia claridad narrativa con un flujo de imágenes que funciona como un flujo de conciencia alterno de la misma cinta. El efecto acumulativo es conmovedor. Un pretexto magnífico para revisitar la genialidad de los artistas que orbitaban alrededor de la figura de Andy Warhol. Hipnótico. (Apple TV)

 

 

9. Luca. Esta cinta animada dirigida por Enrico Casarosa desdobla una estética que privilegia la sencillez por encima del alto concepto o el exceso de producción. El final —una reinterpretación cariñosa del cierre de I Vitelloni, de Fellini— es una de las sorpresas del año. Un relato sencillo sobre la necesidad de superar los prejuicios que nos impiden abrazar al otro. Un triunfo más de Pixar. (Disney+)

 

 

10. Una película de policías. Dirigido por Alonso Ruizpalacios, este documental cuenta la historia de Teresa y Montoya, una pareja de oficiales de policía conocidos como “la patrulla del amor”. El diálogo y las voces provienen de los verdaderos Teresa y Montoya, pero la representación de lo narrado es ejecutada por actores que rompen la cuarta pared a la mitad del relato. Si bien el asunto suena convulso y pretencioso, la cinta retrata la lucha de los personajes con sencillez y emotividad. Una reflexión inteligente sobre los desafíos titánicos que implica ser policía en México. (Netflix)

 

 

FOTO: Kate Winslet protagoniza el thriller Mare of Easttown, disponible a través de HBO Max/ Crédito: Especial

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