Los orígenes de la policía secreta en México

Dic 18 • Conexiones, destacamos, principales, Reflexiones • 7635 Views • No hay comentarios en Los orígenes de la policía secreta en México

 

El historiador César Valdez reconstruye con documentos del AGN, el archivo personal de Plutarco Elías Calles y la UNAM, los orígenes de los servicios de espionaje mexicano, historia que expone el largo camino hacia la profesionalización de la burocracia policial, un área no exenta de vicios y abusos, y que contrasta con su creciente efectividad en temas de seguridad nacional

 

POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ 
La historia de los servicios secretos del gobierno posrevolucionario es también la historia de la burocracia mexicana, no exenta de abusos, y también de un profesionalismo que se fue imponiendo con los años. El libro Enemigos fueron todos: vigilancia y persecución política en el México posrevolucionario (1924-1946), del historiador César Valdez, publicado por Bonilla Artigas Editores, es resultado del rastreo en miles de fojas de los archivos General de la Nación, Calles-Torreblanca y algunos fondos pertenecientes a la Universidad Nacional.

 

A lo largo de sus 327 páginas, el joven investigador del Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, aclara algunos lugares comunes y lecturas erróneas sobre la policía política mexicana, como la idea de la escasa participación de mujeres en labores de espionaje, a quienes se debe la efectividad en el espionaje contra líderes cristeros, la diversidad de personajes objetos de la vigilancia y las querellas internas entre los líderes militares y políticos del periodo callista.

 

¿Por qué elegir la historia del espionaje mexicano en este periodo?

 

El que se haya dedicado a los años 1924-1946 fue un poco fortuito. En realidad pensaba trabajar en el doctorado las décadas de 1960-1970, pero El Colegio de México aún no tenía a alguien que me pudiera asesorar. Me sugirieron tratar de buscar de dónde provenía la Dirección Federal de Seguridad (DFS), cómo se había construido ese sistema de vigilancia político de los años 60 y 70. Esa fue la pauta para empezar a buscar. Cuando llegas al archivo y conoces los documentos te enamoras de los personajes y de ese escenario que es el final de una guerra que ahora se da en la arena política. Encuentras realidades que se parecen a lo que vendrá después. No hay muchas líneas para encontrar la violencia que vendrá después, pero sí para prefigurar que algo se estaba construyendo: la ilegalidad de las detenciones, los traslados, el encarcelamiento de personas que posiblemente en otros contextos no estarían ahí; se saca de la cárcel de manera indiscriminada a amigos de gobernadores, amigos del presidente y de secretarios de Estado. Todos pueden ser los potenciales enemigos del Estado mexicano.

 

¿Cuáles fueron las hipótesis con las que partiste y qué se conservó de ellas al final de la investigación?

 

Lo primero que deseché fue que partí de la hipótesis es que quienes estaban delineados como enemigos estaban definidos como enemigos de la nación mexicana. De entrada me di cuenta que no sólo había un grupo que era el enemigo. Partí de los presupuestos de que en los años 60-70 la izquierda revolucionaria eran los enemigos por excelencia del Estado mexicano. Pero en los años 20 los enemigos del Estado son los católicos, los comunistas, algunos generales, el secretario de Gobernación, el secretario de Hacienda… Es un escenario en el que la gente que detenta el poder tiene miedo de los demás, pero quienes no poseen el poder también tienen miedo. El servicio que estudio en el libro es el Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación, pero cualquier personaje político podía fundar el suyo sin ningún problema. Era una guerra de informaciones, de presupuestos, de miedos. Todos querían estar bien parados después de la Revolución.

 

¿Hay antecedentes de personajes formados durante el Porfiriato que se dejen ver en los primeros años del Departamento Confidencial?

 

De alguna manera este estudio también es un poco sobre la burocracia mexicana. Tenemos una cronología de la historia en la que pareciera que todos los que llegaron después de la Revolución eran nuevecitos, con un historial y una moral revolucionaria. Pero si le vas escarbando a este tema de la burocracia te das cuenta que muchos de ellos habían trabajado en el Porfiriato en otras oficinas, o fueron miembros del ejército que se quedaron sin trabajo por la disolución del ejército porfirista en 1914. Entonces, esto que pasa con estos individuos encargados de manejar información sucede en casi toda la burocracia mexicana. No había manera de traer a un montón de burócratas nuevos a hacer el trabajo que ya hacían ellos. Se están reacomodando, readaptando, recuperando aprendizajes, aprendiendo nuevos discursos, nuevas ideas, adaptándose a los jefes. Pero también comienza a cimentarse la tradición de que de repente hay tres o cuatro individuos en las oficinas públicas, pero regularmente llegan los nuevos jefes con su gente.

 

¿La entrada de México a la Segunda Guerra Mundial significó un momento de mayor profesionalización del servicio secreto?

 

Podría decir que esto no es una situación exclusiva de México. Todos los servicios secretos están en periodos formativos. En ese momento, salvo Francia y la Rusia zarista no hay en el mundo no hay una organización muy clara de este tipo de servicios. No hay una profesionalización. Se recurre a las personas que tienen facha de inteligentes, que pueden pasar desapercibidos, que están dispuestos a obtener algo con tal de servir de alguna manera a la voluntad de ciertos individuos.

 

En los años 20 no hay una profesionalización como tal. Hay maestros que informan lo que sucede en los sitios en los que van como misioneros educativos, hay ex soldados, hay ex policías, choferes que al demostrar que también funcionan como agentes se les incorpora. No hay una escuela en la que se les enseñe a recabar información, clasificarla y cómo filtrarla. Eso explica por qué tenemos tantos papeles de esa época. Tomaban lo que podían e informaban lo que podían. Informaron muchas cosas, pero podría dudarse de la incidencia efectiva. Pero sí me imagino a un subsecretario de Gobernación de esa época utilizando un expediente para tratar de obtener el favor de alguien. Pareciera que su efectividad se fundara en que se pudiera detener la rebelión cristera o detener un complot. Pero también mucha de esta información servía para intimidar. Eso lo seguimos percibiendo. En ese entonces el FBI en formación funcionaba igual, la inteligencia alemana y británica funcionaban igual. Las experiencias de la Segunda Guerra Mundial sí ayudaron a delinear ciertas exigencias. México recibió la presión de Estados Unidos para modernizar. Porque durante esta guerra, estos personajes acostumbrados a tomar información de todos lados, incluyen información errónea y contradictoria que no le sirve para nada a Estados Unidos al momento de intercambiar información con México. Quienes han trabajado los inicios de la Dirección Federal de Seguridad tienen bastante claro que fue en este periodo que se creó una academia para la formación de estos agentes. Su formación, hasta entonces, consistía en que el agente que tenía ocho meses en el servicio le enseñaba al de recién ingreso cómo buscar gente, recolectar papeles, fingir otra personalidad.

 

Una de las motivaciones que los agentes tienen para incorporarse son los boletos para el teatro, el tren, el tranvía, de autobús. Muchos beneficios que tienen como burócratas que son atractivos. Esto también delinea actitudes de la propia burocracia y a los agentes se les exige que aclaren quienes son agentes, quienes no y a que regresen credenciales al dejar el servicio. Hubo varias motivaciones para incorporarse a este servicio en los que no necesariamente estaba la seguridad del Estado.

 

¿Cuál era el perfil del agente en este periodo? ¿Qué formación, habilidades, herramientas se le pedía a quien buscaba formar parte del servicio?

 

Más que una formación académica se necesitaba hombres y mujeres que tuvieran facilidad de palabra, buena memoria y capacidad de relacionarse con la gente. En sus informes hay constantes alusiones de charlas con distintos tipos de personas. Muchos de estos informes son recorridos en la calle de ciudades como México, Guadalajara, Veracruz, en todo el país, en las que van preguntando de persona en persona la información que quiere recibir. Muchos de ellos lograron conocer a personalidades de la política, la cultura y sociedad de la época, sólo preguntando. Eran individuos simpáticos, abiertos, extrovertidos y capaces de hacer lo posible por conseguir información.

 

La última parte de este periodo que estudias coincida con la incorporación a la DFS de Fernando Gutiérrez Barrios. ¿Con qué se encuentra este personaje?

 

Hay un primer momento de transformación que ejecuta Cárdenas. El departamento confidencial está más en la clave de los gobiernos callistas. Cárdenas tarda dos años en extinguir este departamento y crea la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS) con más presupuesto, con más agentes que los 25 o 29 que había antes. Hacia 1939 hay listas de personal que te hablan de 60 personas, algo que suena más lógico si hablamos de las dimensiones del país. Justo cuando salen los militares de la Presidencia existe el temor de Miguel Alemán de que los militares puedan ejecutar algo en contra de él y aparece la Dirección Federal de Seguridad, primero ubicada en Presidencia y que tres años después se va a Gobernación. Pero cuando surge DIPS ya hay un montón de agentes que ya tienen una incipiente formación. Muchos de ellos tienen un camino en instituciones policiales. Esto se marca de una manera más clara a finales los años 40. Ya son más individuos que provienen de una carrera policial o militar, al menos breve. Son individuos arropados por el gobierno mexicano. Saben que las cosas que hagan posiblemente tendrán un alto grado de impunidad. Ya saben que desde infracciones de tránsito hasta disturbios en cantinas o bares les serán perdonadas por el lugar que ocupan en la burocracia mexicana. Son individuos que tienen cierta carrera en el camino de la impunidad, tienen cierta formación en acciones de corrupción. Muchos de ellos se han dado cuenta que la información vale dinero y que esa información no sólo puede parar a la oficina del secretario de Gobernación, sino a la de cualquiera que le interese.

 

También se van perfilando como individuos que comienzan a perfilar un discurso en el que pesa mucho la nacionalidad mexicana. Ya para los años 50 tienen muy delineada la discursividad que se verá en el periodo contrainsurgente: “Nosotros servimos a México”, “Defendemos al país”, “Ya hubo una revolución. No hay por qué hacer otra revolución”. Al final de los años 40 nos encontramos una DFS con agentes, por decirlo de la manera más ligera, con un montón de mañas pero que aún no están acostumbrados a la detención. El Departamento Confidencial y DIPS en los años 20 a 40 son oficinas que recaban información que entregan a policías locales o al ejército. Cuando la DFS se crea y se terminan juntando en Gobernación a inicios de los años 50 se delinea que DIPS recaba información y la DFS ejecuta los operativos, obtiene información de una manera más agresiva.

 

También hay un proceso de profundización de esas acciones ilegales. Estos servicios están formados en una costumbre de ilegalidad absoluta. Por ejemplo, a Luis Cabrera lo detienen en un billar, lo llevan a la cárcel de Belén y de ahí lo deportan a Guatemala sin la intervención de ninguna autoridad. Él trata de conseguir amparos que no sirven de nada porque se enfrenta a la voluntad de alguien que no lo quiere en el país. Herón Proal, cercano al anarquismo, es expulsado de Veracruz, llega a la Ciudad de México, lo meten a la cárcel, y a petición del presidente Calles sale y puede pasear libremente. Si se requiere, entra a la cárcel, si se requiere lo sueltan. Y si llega un gobernador que es amigo suyo puede regresar tranquilamente a Veracruz. No hay mecanismo institucional en este periodo. Aunque hay que decir que este tipo de ilegalidades no nos aseguraban en ese momento que se llegaría a tal nivel de violencia y abuso de derechos humanos como sucedió en los años 60 y 70.

 

¿Qué nos dices de la presencia de las mujeres en tareas policiacas, no sólo en tareas administrativas?

 

La que destaca es Amalia Mendoza Díaz. Ella llega al Departamento Confidencial porque la interrogan para saber algo sobre su ex pareja, que participó en una conspiración política. Ella cuenta todo sobre esta persona y dos meses después ya la vemos como agente. El papel de las mujeres fue muy funcional para determinados asuntos. Durante el conflicto religioso ellas detectaron conventos, escuelas y lugares secretos donde se ejercían cultos. De la mano de Amalia se descubren sanatorios dirigidos por monjas, escuelas en Tacubaya y la colonia Roma, y conventos que trabajan en la clandestinidad en Coyoacán. Ella puede tocar la puerta y preguntar cuándo habrá misa y a nadie se le puede ocurrir que es agente de Gobernación. También fueron muy útiles en la búsqueda de lugares de prostitución, ahora adquiriendo el disfraz una mujer que quería colocar a niñas bonitas en ese negocio. Lo que es muy interesante es que se hayan ejecutado muy bien los operativos para detener a sacerdotes y monjas, pero cuando había que detener a tratantes de blancas, éstos siempre escapan. Lo cual configura indicios de cierta corrupción en el manejo de la información o en el diseño de los operativos.

 

También hay otras mujeres, como la anarquista Belén de Sárraga que le pide al secretario de Gobernación y al presidente para ponerse a disposición del Departamento Confidencial. También hay mujeres comprometidas con la Revolución mexicana que quieren luchar contra opositores al régimen y envían información. Estas mujeres tenían la posibilidad de insertarse en círculos íntimos de altos niveles de la administración pública. La propia Amalia y otras mujeres tenían la habilidad de acercarse a políticos, irse de juerga con ellos durante días, enterarse de secretos, de posibles complots o saber la opinión de estos políticos sobre figuras clave. Esta es información que un hombre no podría obtener de la manera en que la obtienen ellas. Parece que sí se constituyeron ciertos agentes como especialistas en determinado tipo de información.

 

FOTO: Manuel Aguirre Berlanga fue diputado constituyente y gobernador de Jalisco. Como secretario de Gobernación (1916-1920) se le considera fundador del primer servicio secreto posrevolucionario en el gobierno de Venustiano Carranza/ Crédito de foto: Especial 

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