Fría gala de la CND

Nov 30 • Escenarios, Miradas • 5841 Views • No hay comentarios en Fría gala de la CND

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

Incómodos se veían los bailarines de la Compañía Nacional de Danza (CND) del INBA interpretando repertorio contemporáneo, con el que celebraron el 50 aniversario de la máxima agrupación mexicana de ballet, en la Noche de Gala realizada en el Palacio de Bellas Artes.

 

 

Fueron tres las obras del repertorio internacional de danza que se montaron para la función celebratoria de la CND: Allemande, del joven y prolífico creador canadiense Joshua Beamish; Mono Lisa, del israelí Itzik Galili —quién desarrolló su talento en Holanda y en las últimas dos décadas ha creado alrededor de 60 coreografías—, y El pájaro de fuego, obra maestra del genial Maurice Béjart (Francia, 1927-Suiza, 2007).

 

 

La adaptación de Allemande —estrenada en el Teatro Soho, de Nueva York, en el 2011— al monumental Palacio de Bellas Artes resultó en sí misma complicada, toda vez que esta obra fue creada originalmente para espacios pequeños que permiten generar intimidad entre los bailarines y el público.

 

 

El teatro del palacio marmóreo estableció una distancia entre los intérpretes y la audiencia que fue imposible para los bailarines salvar. Allemande es una obra de gran fisicalidad y dinamismo, con música para violoncello de Johann Sebastian Bach, cuya búsqueda esencial es la intimidad en la relación que se establece entre los interpretes, objetivo que en la versión de la CND no se logra.

 

 

Los bailarines se anclan a una ejecución técnica, precisa y fría; olvidando el siguiente e importante nivel para concretar la creación artística: el ejercicio del músculo emocional.

 

 

Pensamos que quizá la dificultad del espacio era la que impedía generar pasión, calidez y expresión profunda en la interpretación de la obra, pero pronto nos percatamos que el problema consistía en el perfil de la Compañía Nacional de Danza, cuya tradición se concentra en la rigidez del canon del ballet clásico tradicional, principalmente.

 

 

Los bailarines de la CND no son expuestos de manera constante a un repertorio contemporáneo, con una exigencia entrañable, en el que es importante trascender la uniformidad técnica, predominante en la interpretación del ballet clásico tradicional, para arribar a una expresión más libre, potente, en el cual es fundamental sacar a flote al bailarín creador, con personalidad, que explora sus necesidades y capacidad expresiva para ponerlas al servicio de la obra.

 

 

Observamos a bailarines de gran capacidad técnica, pero atados al papel de instrumento que se le da con frecuencia al intérprete de ballet. Acostumbrados a la férrea estructura de la CND, renunciaron a explorar su aparato emocional y a hacer aportaciones a partir de su personalidad a la coreografía.

 

 

Concentrados en no fallar técnicamente, hicieron demasiado evidente el alto nivel de ejecución de la obra, lo que privó por encima de la expresión del discurso esencial de la pieza.

 

 

El inicio de Mono Lisa —estrenada mundialmente en Alemania, en el 2003, del coreógrafo Itzik Galili, fue espectacular y prometía un nivel de interpretación más intenso emocionalmente que el realizado por los bailarines en Allemande; pero el suspiro que arrancó la prestancia y arrojo de los intérpretes en el primer minuto, se desvaneció poco después en lo que sería una exhibición de la altísima exigencia técnica de la obra.

 

 

Lo mejor logrado fue la interpretación de El pájaro de fuego, de Maurice Béjart, obra estrenada mundialmente en París, en 1970. Pieza brillante de uno de los genios creadores de la danza del siglo XX, inspirada en el ciclo de la vida y en particular en el mito del Fénix, que se consume en el fuego para luego resurgir de sus cenizas.

 

 

En esta obra, el primer bailarín Erick Rodríguez logró equilibrio entre la técnica y el carácter entrañable de la pieza; consiguiendo momentos expresivos de gran impacto simbólico.

 

 

Después de este programa celebratorio, lo que nos recuerda la Compañía Nacional de Danza es la necesidad de dotarla de un proyecto artístico que la libere de la estructura burocrática a la cual está atada y la convierta en una agrupación vital, con una propuesta que dialogue eficazmente con su tiempo y la coloque como una referencia en la danza mundial.

 

 

 

*La Noche de Gala de la Compañía Nacional de Danza, dirigida por Laura Morelos, se presentó el 24, 26 y 28 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes. La ultima función será hoy domingo 1 de diciembre, a las 17:00 horas.

 

*Fotografía: La Compañía Nacional de Danza presentó esta semana un repertorio contemporáneo en el Palacio de Bellas Artes/ Especial

 

 

 

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