La tentación del silencio

Oct 7 • destacamos, Lecturas, Miradas • 1248 Views • No hay comentarios en La tentación del silencio

 

En Literatura infantil, de Alejandro Zambra, confluyen múltiples géneros; el autor chileno presenta una oda a la paternidad y a la crianza

 

POR BENJAMÍN BARAJAS
El narrador y poeta chileno Alejandro Zambra publicó en este año Literatura infantil, su libro más reciente. Obra apasionante y también inclasificable, según la opinión de algunos críticos, quienes advierten en ella la presencia de un lenguaje poético, capaz de aglutinar géneros tan diversos como el diario, el aforismo, el ensayo, el poema, el relato y los paratextos como son los epígrafes y el epítome final de “Agradecimientos”.

 

Se trata, sin embargo, de una novela donde confluyen las innovaciones propias de un género polifacético que alimentó la imaginación de los oyentes y lectores renacentistas, y sigue transformándose, con espíritu misceláneo, en este siglo XXI; todo ello, gracias al impacto de las redes sociales y la imbricación de discursos que dinamitan las estructuras tradicionales de las obras literarias.

 

Literatura infantil está dividida en dos partes; en la primera prevalece la voz narrativa en segunda persona, la cual recrea el nacimiento y los primeros días, semanas y meses de vida de Silvestre, el hijo del autor. Se trata de una declaración amorosa con perspectiva masculina que, si bien nos recuerda el aliento de las canciones de cuna, rápidamente asume el tono de una oda a la paternidad y la “hijitud” donde los afectos, tradicionalmente reservados a las mujeres, adquieren un matiz profundamente varonil.

 

En la segunda parte de la novela, se percibe un cambio de perspectiva: ahora el narrador recuerda su propia infancia y primera juventud; etapa donde aparece la rebeldía natural del adolescente que pugna por la ruptura del entorno familiar para ensayar la vida independiente; en esta sección se recrean sus vínculos y aficiones compartidas con el papá, especialmente en el ámbito de la pesca y el fútbol. El narrador reconoce que los hijos revaloran a los progenitores cuando ellos mismos se convierten en padres.

 

La novela también nos ofrece dos cuentos magníficos: “Teonanácatl” y “Garabatos”; en el primero se escenifica el arte de gatear bajo el influjo de una sustancia alucinógena; mientras que en el segundo se cuenta la historia de dos niños que inician su relación amistosa a través del arte de las groserías; arte recreado en una jerga chilena cuya esencia comprendemos por el contexto de las frases.

 

Vista en junto, Literatura infantil tiene líneas generales que vertebran su estructura; la primera es la voz del narrador, con sus cambios de enunciación de la primera, a la segunda y la tercera persona; sigue el uso de un lenguaje con marcado tono poético, sumado a la temática de la crianza del hijo y la presencia del padre. A lo anterior, se deben agregar las pautas de un estilo en el que imperan las referencias autobiográficas, las cuales aparecen según los flujos de la memoria y el necesario conflicto entre el recuerdo, el olvido y la recreación de lo vivido.

 

Literatura infantil tiene la forma de un relato encadenado; las historias se engarzan porque prevalece una voz que las unifica. Y respecto al tratamiento del tema central, la obra nos recuerda a las novelas de aprendizaje (al bildungsroman alemán), cuya trama suele poner en cuestión el desarrollo emocional de los personajes y su proceso educativo, de acuerdo con las situaciones propias de su época y su condición social. Goethe, Thomas Mann y Hermann Hesse son algunos autores clásicos en el manejo de este asunto.

 

 

FOTO: Zambra es el nuevo ganador del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2023. Crédito: Germán Espinosa /Archivo El Universal

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