Los vivos y los muertos

Sep 20 • Conexiones, destacamos, principales • 4309 Views • No hay comentarios en Los vivos y los muertos

POR ANNA KINGSLEY

Traducción de Fernando Sdrigotti

 

Durante más de dos décadas, la artista culiacanense Teresa Margolles ha creado instalaciones que de manera minimalista y desafiante exploran temas como la muerte, la violencia y la desigualdad social en el México contemporáneo. Central en estas obras es su uso de restos humanos, vestigios forenses y evidencia, obtenidos de distintas escenas del crimen y morgues, testigos mudos del malestar social del país. Desde sus comienzos —como miembro del colectivo artístico SEMEFO durante los años noventa— hasta sus muestras individuales actuales, la estética de Margolles ha estado constantemente comprometida con los asuntos sociopolíticos del país y las experiencias y padeceres de los ciudadanos. Debido a su interés en “la vida del cadáver”, la crítica de Margolles hacia la sociedad mexicana no está tanto modelada por los vivos como por los vestigios de muerte que encuentra. No es coincidencia que se haya apropiado del espacio de la morgue para transformarlo en un atelier poco convencional, fuente de inspiración y usina de arte: antes de su carrera como artista Margolles se desempeñó como forense. La naturaleza provocadora de su trabajo y su demandante estética le han garantizado un lugar importante dentro de la escena pública mexicana.

 

Gran parte de los primeros trabajos de Margolles —esculturas, intervenciones multimedia y performances— tratan sobre lo que Kittelman define como “el destino de los cuerpos” en el Distrito Federal de la era posterior a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Revolviendo en la escena under de las morgues Margolles dio con muchas de las consecuencias de la desigualdad social, la violencia y la marginación en la metrópolis. Con la intención de conmemorar a las víctimas anónimas Margolles buscó poner los reflectores sobre los cuerpos de manera ausente, utilizando las pertenencias físicas de los muertos. En vez de caer en una estetización del cadáver en su condición abyecta Margolles se volcó al campo de lo conceptual, con el propósito de evocar la contemplación. Como Banwell sugiere, el sentido de estas obras se produce a través de la “metonimia”, donde residuos corpóreos sirven para denotar “cuerpos que alguna vez estuvieron vivos y completos y ahora están muertos, fragmentados y ausentes”. En Dermis —instalación realizada junto a SEMEFO— Margolles exhibió los rastros sangrientos de cuerpos sobre sábanas blancas de hospital, mientras que en Estudio de la ropa de cadáveres la artista suspendió figurativamente y en el tiempo el momento de la muerte, exhibiendo la ropa de víctimas de accidentes, incluso la de niños.

 

En sus instalaciones independientes posteriores Margolles comenzó a trabajar con elementos multisensoriales, con la intención de establecer un contacto físico entre la audiencia y los muertos. Para su muestra europea En el aire, Margolles llenó el espacio de la galería con burbujas hechas con el agua usada anteriormente para lavar cuerpos en la morgue. A medida que las burbujas reventaban en la piel de los espectadores, ósmosis mediante, estos llegarían a absorber la esencia de los muertos. Este tipo de interacción entre los espectadores y la obra es un motivo recurrente en su trabajo. Su objetivo principal es acotar la distancia entre los vivos y los muertos anónimos, borrando en el proceso la separación entre el arte y la realidad, a fin de generar el pensamiento y la discusión.

 

Recientemente Margolles ha cambiado los confines clínicos de la morgue por las calles del norte de México. La presencia violenta del narcotráfico y los frecuentes casos de feminicidios en la frontera con Estados Unidos han influido de manera creciente su trabajo, de la misma forma en que lo han hecho en otros espacios de producción cultural en México y en el extranjero. En su momento más reñido (2008-2010), las batallas territoriales entre los carteles rivales y el combate de la presidencia de Felipe Calderón al narcotráfico causaron un desastroso número de muertes, inevitablemente evidentes en localidades fronterizas como Ciudad Juárez. Con la emergencia de este paisaje de muerte, la necroestética que enmarca el arte de Margolles se ha transformado en una reflexión pertinente, en términos de Achille Mbembe, sobre la necropolítica que predomina en ciertos estratos geosociales del país, por la cual oscuros poderes soberanos dictaminan “quién vive y quién muere”. De la misma manera, su arte provoca planteamientos éticos sobre el concepto de la vida desnuda (como reflexiona Giorgio Agamben), los derechos civiles, el valor del cuerpo humano y su naturaleza prescindible en el contexto del neoliberalismo.

 

En respuesta a esta violencia Margolles ha utilizado cada vez más el arte como una herramienta de duelo, testimonio y protesta, a fin de dar visibilidad global a este flagelo nacional. Luego de una investigación meticulosa en Ciudad Juárez y otros espacios del crimen vinculado al narcotráfico Margolles ha obtenido restos auténticos del conflicto, utilizándolos como evidencia visual. En su visceral exhibición en la 53ª Bienal de Venecia Margolles fregó los pisos del pabellón mexicano con sangre y otros restos rescatados de escenas de crímenes relacionados con el narco. En la instalación Muro baleado, presentada en Alemania, Margolles exhibió una pared proveniente de Culiacán agujereada a balazos. En Joyas la artista presentó alhajas producidas con vidrios destrozados durante un tiroteo entre narcos. Estas muestras pusieron a discutir diferentes nociones de imagen y evidencia, de la galería y el laboratorio forense, con el fin de poner en relieve los temas que acogen a la experiencia social mexicana y para resaltar la incapacidad del sistema legal para administrar justicia.

 

Dentro del marco académico la obra de Margolles se ha convertido en un tema de ferviente discusión. Debido a su uso de materiales orgánicos y su interpelación al conflicto nacional, los debates giran en torno a la dimensión ética que pone en desequilibrio o que —tal vez— transgrede. Su obra provoca preguntas sobre la responsabilidad del arte y de cómo el sufrimiento del otro debería ser representado y visto, dos temas complicados que requieren aún un análisis teórico sustancial. Es posible sugerir que en cierta forma Margolles participa activamente en el circuito que critica, comerciando con la “economía de la muerte”, utilizando la experiencia de las víctimas anónimas como mercancías para crear instalaciones. En algunos de sus trabajos la artista ha participado en lo que Gallo denomina “trueque éticamente incómodo”, intercambiando por ejemplo dinero para pagar entierros por partes de cuerpos, como es evidente en Lengua y Entierro. Klaus Biesenbach, curador y director de MoMA PS1, sugiere por su lado que Margolles no asume “una posición de inocencia” sino que se “incrimina” a sí misma, a fin de “identificar una culpa común que todos compartimos al ser parte del mundo actual”. Más allá de estas críticas y halagos es posible leer el arte de Margolles como un gesto político valiente, como sugiere Cuauhtémoc Medina: “el elemento más chocante en el arte forense de Margolles no reside en el horror de las imágenes y objetos que crea sino en las condiciones institucionales que las hacen posible”.

 

De todas maneras, Margolles no está sola en su representación visual de los daños colaterales del narcotráfico en Mexico. Debido al impacto de este flagelo en la vida cotidiana, y de la cobertura periodística que ha recibido, el tratamiento del tema dela narcotráfico ocupa hoy un lugar central en la cultura mexicana, sea en el cine, la literatura, la música, la fotografía o el arte. Su asimilación en los discursos nacionales e internacionales se pone evidencia a través de la gran cantidad de palabras que han incorporado el prefijo “narco” —narcoestética, narcocultura, narconovelas, narcocorridos, narcopolítica—. Y si bien es cierto —como sugiere Samuel Ramos— que hay “muchos Méxicos”, es innegable que el narcotráfico se ha convertido en una nueva cara de la identidad mexicana, y la obra de Margolles en una nueva cara del arte nacional.

 

* Profesora del Departamento de Estudios Hispánicos de Royal Holloway-University of London.

 

*Fotografía: Pared baleada, de Teresa Margolles/ARCHIVO EL UNIVERSAL.

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