Abbey Road ya es un cincuentón

Oct 26 • destacamos, principales, Reflexiones • 3561 Views • No hay comentarios en Abbey Road ya es un cincuentón

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Abbey Road, de The Beatles, es un clásico de la historia del rock mundial, en el que es notoria una madurez creativa que les permitió rehacer su estilo y encontrar nuevas formas musicales que perduran a la fecha

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POR GERARDO ESQUIVEL ALATORRE

Amanece. Suena el teléfono en la casa de George Martin. Él levanta la bocina.

-Hola
-Hola George, soy Paul.
-Hola Paul, buenos días, ¿qué sucede?
-George, queremos hacer un nuevo álbum, y queremos que tú lo produzcas, justo como lo hacíamos al estilo de los viejos tiempos.
-Paul, tú sabes que las cosas se pusieron muy complicadas la última vez, ni siquiera terminamos bien Let It Be, ¿estás seguro?, ¿John está seguro?
-John así lo desea. Los demás también.

 

George Martin colgó el teléfono. Había iniciado el camino para la despedida del último álbum grabado de los Beatles: Abbey Road (el camino de la abadía), en opinión de algunos críticos especializados, otra obra maestra de la banda, para muchos, su disco favorito.

 

Abbey Road cumplió el 26 de septiembre 50 años de su lanzamiento. Los seguidores de los Beatles están contentos al saber que salen ediciones especiales en varios formatos y un libro conmemorativo. Pero, ¿por qué Abbey Road es uno de sus favoritos?

 

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La fría mañana del 2 de enero de 1969 los Beatles traspasaron la gran puerta de los estudios Twickenham para empezar a grabar lo que sería su siguiente proyecto musical: “Get Back”, la génesis de Let It Be, un disco pensado para que fuera ensayado, grabado y tocado absolutamente en vivo.

 

Unos meses antes había visto la luz su Album Blanco, el primer material doble en la historia del rock, donde los trabajos en solitario y distintas corrientes musicales marcaron el rumbo y el humor de la banda. Esa fue la razón para intentar hacer nuevamente un disco como cuatro músicos que llevaban más de ocho años tocando juntos.

 

Desafortunadamente, para aquellos muchachos originarios de los suburbios de Liverpool “Get Back” sólo reforzó lo distantes y lo hartos que ya estaban uno del otro.

 

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Las sesiones fueron un desastre y todo quedó registrado en video. El material sería usado posteriormente para la entrega de una nueva película-documental (Let It Be, Michael Linsay-Hogg, 1970). El 30 de enero se ofreció un final “digno” (ahora histórico por ser la última vez que tocaron frente a una audiencia) para el filme con un concierto en la azotea del edificio de Apple Records. Posteriormente las cintas, que en primera instancia fueron grabadas por Glynn Johns, fueron entregadas a Phil Spector por petición de Lennon y Harrison. Spector remezcló a su modo algunos de los temas sin consentimiento de ningún beatle. El disco llegaría a las tiendas hasta el 8 de mayo de 1970.

 

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Pero no todo fue malo durante Let It Be. Irónicamente, la creatividad de John, Paul, George, e incluso Ringo, no disminuía. De esas sesiones se bosquejaron algunas canciones que saldrían publicadas posteriormente en Abbey Road e incluso en discos en solitario, por ejemplo, “Octopus’s Garden”, “Something”, “Maxwell’s Silver Hammer”, “Oh! Darling”, “She Came In Through The Bathroom Window”, “Teddy Boy”, “All Things Must Pass”.

 

Paul McCartney no quería aceptar el fracaso de Let It Be; los Beatles no podían despedirse de esa forma, por ello, dejaron atrás sus diferencias personales e hizo aquella llamada telefónica a George Martin, su antiguo productor, desplazado, ninguneado y relegado en Let it Be. Era la primavera de 1969 y, al aceptar Martin participar, la maquinaría beatle fue aceitada nuevamente para echar andar las consolas del estudio número 2 de EMI.

 

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En febrero de ese año, Lennon seguía creativo y apartó los estudios Trident para grabar algunas tomas de su nueva canción “I Want You (She’s So Heavy”); George Harrison se dio un regalazo de cumpleaños (25 de febrero) al ponerle forma en demo a “Something”. Pero la nave musical para el nuevo material despegó oficialmente el 14 de abril con sólo dos beatles en estudio de EMI, cuando John y Paul se juntaron para grabar todos los instrumentos de “The Ballad of John and Yoko”, una canción que habla de los sucesos y vicisitudes que tuvieron que vivir Lennon y Ono para poder casarse. En la toma 4, se puede escuchar “más rápido Ringo”, le dice John a Paul, y éste le contesta “Ok, George”.

 

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En el cuarto de control la magia estaba respaldada por un hombre que también vio absolutamente toda la carrera musical de los Beatles: Geoff Emerick, su ingeniero de sonido y a quien se le deben varios de los trucos y experimentos musicales desde la época de Revolver. Emerick había sido una de las tantas víctimas del mal humor de los Beatles durante las sesiones del Álbum Blanco, por lo que decidió renunciar. Por invitación y petición especial de Paul decidió volver. Su libro, El Sonido de Los Beatles, (Indicios, 2011), es uno de los más reveladores en cuanto al desenvolvimiento de las sesiones de grabación.

 

“A diferencia de Sgt. Pepper, los Beatles no buscaban lo imposible en Abbey Road. Todo el mundo estaba intentando no ofender a los demás. Paul estaba menos autoritario, John menos mordaz, Yoko seguía allí todos los días, pero para entonces los Beatles se habían acostumbrado a ella como si fuera parte del mobiliario, Ringo seguía siendo Ringo. Tal vez el mayor cambio se había producido en George Harrison, ahora estaba más confiado y seguro de sí mismo”, escribe Emerick.

 

Junto con Geoff en el cuarto de control apoyaban varios ingenieros de gran renombre, como John Kurlander, Philip McDonald, pero quizá el más famoso sea Alan Parsons, quien desde Let It Be ya era ingeniero de sonido auxiliar en EMI; posteriormente, Parsons sería pieza clave en otra de las obras maestras del rock: Dark Side Of The Moon y con su grupo Alan Parson Project se convertiría en una importante estrella de rock.

 

En las sesiones de Abbey Road los Beatles ya podían darse el lujo de grabar en ocho pistas, lo que permitió que las canciones pudieran elaborarse en varias capas de overdubs (voces, solos,arreglos, efectos), este detalle le dio al disco un nivel sonoro muy diferente y amable al oído.

 

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“Shooot”, “shooot”, es lo primero que se oye al poner play o dejar caer la aguja en Abbey Road con “Come Together”, un tema creado a petición del entonces candidato a gobernador de California para su campaña, Timothy Leary, cuyo eslogan decía “come together, join the party” y que guarda una similitud con “You can’t catch me”, de Chuck Berry. “Es una de mis preferidas, es funky, blusera, me gusta cómo suena”, dijo Lennon a la revista Playboy en 1980.

 

El segundo track es quizá el tema más importante en la carrera de Harrison con el cuarteto, “Something” o lo que Frank Sinatra llamó “la mejor canción de amor de los últimos 50 años”. Han pasado 50 años más y posiblemente nadie ha llegado a destronar la frase de Sinatra. Fue escrita para su esposa Pattie Boyd y cuya primera línea fue inspirada por James Taylor y su canción “There’s something in the way she moves”.

 

“Tiene una gama de cinco notas que probablemente se amolda bien a las tesituras de la mayoría de los cantantes. Creo que es mi canción de mayor éxito, con más de 150 versiones. Mi preferida es la de James Brown. Mientras la componía, ya la oía cantada por Ray Charles, cosa que, efectivamente, hizo unos años más tarde. También me gusta la versión de Smokey Robinson”, comentó George en su libro I Me Mine.

 

El tercer tema es “Maxwell’s Silver Hammer”, compuesto por McCartney y que incluso aparece tocado en la película Let It Be. Al igual que “Ob la di Ob la da”, la canción acabó por hartar a sus compañeros debido a las veces que Paul la hizo ensayar y grabar. Lennon deliberadamente no asistió a estas sesiones.

 

“‘Maxwell’s Silver Hammer’ es un tema de Paul que habíamos querido grabar desde hacía siglos. Le dedicamos un montón de horas y es una de esas cancioncillas pegadizas que algunos odian y a otros les encanta. Muy parecida a ‘Honey Pie’, supongo, una canción divertida pero con bastante morbo, porque Maxwell va matando a todo el mundo”, recuerda Harrison.

 

“Oh! Darling” es una desgarradora pieza vocal de rock, donde McCartney luce a todo esplendor su voz, y aunque Lennon decía que era más de su estilo y que él la pudo cantar mejor, Alan Parsons dijo lo siguiente: “Venía al estudio, la cantaba y decía: ‘No, así no, volveré a intentarlo mañana’. Solo lo intentaba una vez al día, supongo que quería obtener cierta aspereza que sólo podía lograrse una vez, antes de que le cambiara la voz. Recuerdo que decía: ‘Hace cinco años la hubiera cantado en un santiamén’, supongo que refiriéndose a los tiempos de ‘Long Tall Sally’ y ‘Kansas City’”.

 

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Durante las grabaciones del álbum The Beatles, conocido popularmente como Álbum Blanco, Ringo Starr fue el primero en abandonar las sesiones debido al hartazgo y las peleas con sus camaradas. Para relajarse, Starr se fue con su familia a Cerdeña. Un amigo le prestó un barco y el capitán sirvió pulpo para comer. Ringo se rehusó a probarlo, pero se puso a hablar con el capitán.
“Me contó cantidad de cosas sobre los pulpos, de cómo van por el fondo del mar recogiendo piedras y objetos brillantes y haciendo sus jardines. Pensé que era maravilloso, porque en aquella época yo también quería estar debajo del mar. Quería salirme de todo aquello durante un tiempo”, comentó Starr para la revista Rolling Stone en 1981.

 

El lado “A” o lado 1 termina con “I Want You (She’s So Heavy)”. Su simpleza en la letra, la forma en cómo John la canta y el sonido de las guitarras hacen un tema blusero de primer nivel.
“John y George se colocaron en la esquina izquierda más lejana del estudio número dos para añadir las guitarras. Querían un sonido pesado y fueron grabando pistas, una y otra vez”, subrayó Jeff Jarratt, ingeniero.

 

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Al voltear el disco, es posible que el melómano encuentre el mejor lado B de un disco de rock. Lo que pareciera canciones sin concluir, se convirtiere en una especie de sinfonía que encaja perfectamente.

 

Lo primero que suena es “Here Comes The Sun”, quizá ahora una de las canciones más conocidas y buscadas por las nuevas generaciones, de acuerdo con mediciones de Spotify.
“Ir a Apple se convirtió en ser hombres de negocios, ‘firmar esto’ y ‘firmar aquello’. Así que un día me olvidé de todo y me fui a casa de Eric Clapton. Caminaba por su jardín y el alivio de no tener que ver a todos aquellos estúpidos contables era maravilloso”, así lo recuerda George.

 

“Era una hermosa mañana de primavera, el sol brillaba a la distancia y simplemente George empezó a cantar, yo sólo observé cómo cobraba vida la canción”, menciona Eric Clapton en el documental Living in the Material World.

 

La siguiente canción es “Because”, escrita por Lennon y donde los otros tres beatles han dicho que es la mejor canción en armonías vocales de la banda. A continuación sigue el “Medley 1”, aperturado con You Never Give Me Your Money, y con dedicatoria especial de parte de McCartney hacia Allen Klein, el nuevo manager de la banda, además de los problemas financieros sobre la fuga de capital en Apple.

 

Si el melómano escucha Albatross, de Fleetwood Mac, no le será difícil encontrar la similitud de la reververación de las guitarras y el ritmo cadencioso entre este tema y “Sun King”.
“Mean Mr. Mustard”, “Polythene Pam”, “She Came In Through the Bathroom Window” son el claro ejemplo de piezas inconclusas en demos o experimentos desde Let It be que funcionaron al grabarse, pegarlas y fundirlas de modo que sonara como una sola pieza.

 

Finalmente, el “Medley 2”, o “The Big One”, como también se le conoce a “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End”, son temas concebidos de la mente de Paul.

 

Este último track resalta por varios aspectos, el primero es que contiene el único solo de batería de Ringo Starr posiblemente de toda su carrera, ya que nunca le han gustado, además, hay un duelo de guitarras al puro estilo pistolero donde Paul, George y John (en ese orden) van intercalados para lucir sus habilidades y dar paso al gran final previo a la frase con sentido cósmico, “And In the end the love you take is equal to the love you make” (al final, el amor que tomas es igual al que haces).

 

“Aunque parezca increíble después de un poco de ensayo, clavaron los solos en una toma. Supongo que había una posibilidad de que se dieran cuenta de que nunca iban a volver otra vez a tocar juntos”, cuenta Geoff Emerick. Y de cierta manera, así ocurrió.

 

La portada de Abbey Road se ha equiparado al nivel del Sargento Pimienta por el número de veces que ha sido imitada. Cuya idea salió totalmente por serendipia. Primero querían tomar una foto en el Tibet. Idea que no prosperó. El álbum estuvo punto de llamarse Everest, debido a que era la marca de cigarros de Emerick. Hasta que Ringo un día soltó a bocajarro: “a la mierda, que se llame Abbey Road (debido al nombre de la calle), hagamos afuera las fotos”.

 

Se tomaron seis imágenes de la lente de Iain Macmillan en 10 minutos. Tres de ida y tres de vuelta, la quinta fue la elegida. 50 años después, sólo dos Beatles volvieron a cruzar ese paso de cebra. Los estudios EMI cambiaron de nombre a Abbey Road. Dos palabras que ahora están en el olimpo de la historia de la música.

 

ILUSTRACIÓN: Dante de la Vega

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