Adaptación al cambio en la industria editorial
La tecnología se ha convertido en un aliado de esta industria: amplía el número de lectores mediante el uso de herramientas digitales
POR HUGO SETZER
Darwin ha sido malinterpretado. No son las especies más aptas ni más fuertes las que sobreviven, sino las que mejor se adaptan al cambio.
Desde que Johannes Gutenberg inventó la imprenta hacia 1450, en la industria editorial no hubo cambios tecnológicos de tal relevancia como en los últimos 30 años, y los editores nos hemos adaptado de manera exitosa.
Hasta la invención de la imprenta, los libros eran elaborados a mano, lo que en muchas ocasiones los hacía, además, verdaderas obras de arte, pues con frecuencia estaban profusamente ilustrados. El proceso artesanal limitaba la producción a muy pocos ejemplares. Durante la edad media la mayoría de la población era analfabeta y únicamente tenían acceso a libros los monjes y los nobles.
Apenas a partir de la imprenta fue posible producir cientos y poco tiempo después miles de ejemplares de libros, lo que detonó la creación de la industria editorial. En sus inicios no había distinción entre editores e impresores. Éramos los mismos. Con el paso del tiempo, las tareas se fueron especializando, hasta que hoy en día contamos con una vigorosa industria editorial, que por lo general no imprime, así como una pujante industria de las artes gráficas.
Con ello regreso a los últimos 30 años, que es aproximadamente el tiempo que tengo de trabajar en la industria editorial. La evolución a la que me refiero se ha dado en dos grandes aspectos: en los procesos editoriales y de producción y, por otro lado, los formatos mismos de los libros. Lo explico a continuación.
Cuando comencé a trabajar en la editorial que aun hoy en día represento, había mucho trabajo manual. Los manuscritos de los autores pasaban al departamento de tipografía, en donde eran capturados en máquinas de escribir, que en aquel entonces podían almacenar en memoria un renglón de texto. Las primeras computadoras personales (PC’s, como la Apple II, la Commodore PET y la TRS-80 de Radio Shack) hicieron su aparición a fines de los años 70 en los Estados Unidos.
El resultado de ese proceso eran las famosas galeras. Luego había que pasar por las diferentes correcciones, orto-tipográfica, de estilo y en ocasiones también técnica, por lo que los textos pasaban varias ocasiones a ser capturados.
Las galeras finales, ya corregidas, pasaban al departamento de formación. Aquí, las tareas tan familiares de “cortar” y pegar”, que hoy llevamos a cabo arrastrando un mouse, se hacían en forma manual. Los diferentes segmentos de texto, los cuadros, fórmulas e imágenes eran literalmente cortados y pegados en las páginas.
Después, esas páginas formadas pasaban al departamento de fotomecánica, en donde había una cámara fotográfica montada sobre un riel que ocupaba toda una sala. Las páginas se fotografiaban y había que revelar los negativos en un cuarto oscuro, con una serie de químicos. Luego los negativos eran retocados con un líquido negro llamado “opaco”, para eliminar cualquier mancha blanca en el negativo, pues eso aparecería en el producto terminado como una mancha negra.
En la actualidad todo el proceso de captura y formación se hace en una computadora y se envían archivos digitales a las imprentas para el proceso de impresión. Y la tecnología no se detiene, pues ahora comenzamos a incorporar la inteligencia artificial a nuestros procesos.
Por otro lado, está el tema de la variedad de formatos en los que ahora los editores podemos ofrecer nuestros contenidos al público lector. Todavía en el congreso de la Unión Internacional de Editores del año 2000, llevado a cabo en Buenos Aires, había expertos que vaticinaban la desaparición de los libros impresos, así como de las editoriales, tan pronto como en 2015.
Pues eso no sólo no sucedió, sino que las ventas de libros impresos en todo el mundo han mostrado un crecimiento constante, interrumpido únicamente durante los años de pandemia.
Lo que los expertos no comprendieron en aquel entonces, es que los editores seguiremos ofreciendo a los lectores nuestros contenidos, escritos por miles de autores, curados y mejorados en todo el proceso editorial, en el formato que nos demande el mercado. Hoy, la tecnología nos permite poner a disposición de los lectores no sólo libros impresos, sino libros electrónicos, incluso en formatos accesibles para personas con discapacidad visual, bases de datos, plataformas educativas, audiolibros y mucho más.
Los editores seguimos, y seguiremos por muchos años, cumpliendo nuestra función de llevar a toda la sociedad, entre tantas cosas, educación, cultura, esparcimiento, conocimiento científico, historias con las que echamos a volar nuestra imaginación y la poesía que nos enriquece el alma.
Markus Dohle, exdirector general del grupo editorial Penguin Random House, dijo en una conferencia que ofreció a la Unión Internacional de Editores durante la reciente feria del libro de Frankfurt que “nunca, como ahora, había sido tan excitante ser editor y tampoco se había presentado un escenario tan favorable para la industria editorial”.
FOTO: El proceso de elaboración de un libro durante siglos usó recursos artesanales que evolucionaron con el tiempo. Crédito: Archivo EL UNIVERSAL
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