Algo diría Freud de eso: Ignacio Solares y el inconsciente

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Cartas a una joven psicóloga es una de las obras que transparenta las inquietudes de Solares: lo que yace dormido detrás de la conciencia

 

POR LILIANA OLMEDO
Las personas que tuvimos el privilegio de conocer, como ser humano y escritor, a Ignacio Solares sabemos la importancia que el inconsciente, como constructo histórico y social, tenía en su obra y en su vida. ¿Qué son al fin de cuentas los fantasmas si no una expresión de los temores ocultos de la mente? ¿Qué es la historia si no una narrativa creada artificialmente sobre el pasado? ¿Cómo escribir los sucesos ocurridos tiempo atrás sin pensar en el psicoanálisis y emplear sus herramientas?

 

Esta preocupación por los entresijos de la mente y las pautas de la conducta son el objeto de Cartas a una joven psicóloga, uno de los libros más vendidos de Solares y también de los más útiles para comprender el origen de sus inquietudes como autor. Publicado por primera vez en 1999, cuenta con más de 20 ediciones, la más reciente con un prólogo de Jorge Bucay. Estas cartas se suman a la abundante producción de Solares y revelan la versatilidad de su creación, que incluye la novela, el cuento, los muchos géneros periodísticos, la biografía, el teatro y el ensayo.

 

Cuando la hija de Solares le compartió sus deseos de convertirse en psicóloga, él le contestó que le parecía buena idea, ya que la psicología era una ciencia divertida. Entonces Maty, nombre con el que se dirige a lo largo del texto, le pidió que expusiera las razones de esta afirmación por escrito. Así surgió este libro que se vale de la epístola para ahondar en las tres ramas del mismo árbol, como Solares las nombra: la psicología, el psicoanálisis y la psiquiatría. Ciencias hermanas y no por eso menos en contienda.

 

Con fluidez y talento, Solares escribe un ensayo epistolar en el que aborda las distintas corrientes de la psicología desarrolladas durante el siglo XX. Al igual que el padre Brown, el personaje de Chesterton a quien también cita, Solares se adentra en los resquicios de las teorías que han intentado definir y entender aquello que habita dentro de nuestras conciencias. Comienza exponiendo la dificultad del estudio de las ideas y sus diversas propuestas, para concluir con la franca relación entre la psicología y la meditación. De esta manera, pasa por la evaluación de los principales exponentes que fundamentan el estudio de la psique: Freud, Fromm, Adler, Jung, Frankl, entre otros.

 

Además de la exposición en clave divulgativa de la psicología, Solares se vale de el arte narrativo para demostrar, mediante el contrapunto, la importante aportación que la literatura ha hecho al estudio de la mente. Dostoyevski, Thomas Mann o Henry James ocupan estas páginas. Y para afirmar que en última instancia la materia de ambas es la misma: el ser humano y sus muy peculiares laberintos. Porque la psicología no emplea ni necesita asirse de una comprobación que la certifique, el oficio del psicólogo coincide con el oficio de escritor en que “no somos zoólogos profesionales, qué va, sino meros coleccionistas de ejemplares curiosos”. Puesto que tanto el psicólogo como el escritor “están más cerca del osado boy-scout que del científico riguroso”.

 

Este libro epistolar ha despertado la simpatía de muchos futuros médicos, enfermeros y psicólogos. El mismo Ignacio Solares contaba que, al ver su ficha de registro, la joven que le inyectó la vacuna contra el Covid-19, le había preguntado si acaso conocía el libro Cartas a una joven psicóloga, que ella había gozado en sus años de estudiante. Cuando supo que se trataba del autor, le pidió sin dudar que se tomaran una foto.

 

También el acercamiento de Solares a la psicología representa una forma de valorar la espiritualidad inherente al ser humano. En varias de sus obras de ficción acomete la relación de la fe con sentimientos obstinados como el miedo y la culpa. Ambos muy característicos de la fundamentación del buen proceder cristiano. De ahí su interés por Igor Caruso, quien supo trazar los vínculos entre el psicoanálisis y el cristianismo. En 1974, Solares entrevistó al psicoanalista ruso para dialogar sobre su libro La separación de los amantes. Una fenomenología de la muerte. En ella Solares trazó la transformación que se gestó en las teorías de Caruso acerca de la trascendencia, que dejaba de ser individual para convertirse en social. “No hay una salvación vertical, como una flecha dirigida al cielo —explica Solares—, sino más bien una espiral en la que o nos salvamos todos o no se salva nadie”. Es aquí donde empieza la discusión, que continúa vigente, acerca de la relación del ser humano con la naturaleza y los espejismos creados por la tecnología. Así, concluye Solares: “Ir al fondo de uno mismo es ir al fondo de todos”. Esta dinámica, a veces tensa a veces fluida, entre el yo y los otros constituye el tema que Solares desarrolló de manera magistral en su novela El sitio, publicada por primera vez en 1998, y que al analizar las convivencia de los habitantes de un edificio en la colonia Condesa obligados a permanecer encerrados en condiciones extremas, recuerda tanto las prácticas sociales restringidas de la clausura a la que nos orilló la pandemia de 2020.

 

Esta fascinación por el estudio ordenado de la mente humana llevó a Solares a convertirse en alumno del psicólogo social y filósofo Erich Fromm, que residía por temporadas en la primavera de Cuernavaca. Sólo después de un año de noviciado, le concedió una entrevista en 1972 para inaugurar el suplemento Revista de revistas del periódico Excélsior, entonces dirigido por Julio Scherer, en la que discutieron los límites de la libertad y las posibilidades tangibles del amor. Dos temas centrales en la bibliografía de Solares, que aborda por ejemplo en su novela más leída No hay tal lugar (2003), pero también en Serafín (1985) y en la histórica Madero, el otro (1989).
El inconsciente es también el componente principal que da forma a la ficción de Solares, porque es “un espejo de tu deseo, de tus pesadillas y esperanzas”. Con estas palabras lo explica en la conversación que durante años sostuvo con José Gordon y que resultó en el excelente libro El novelista de lo invisible (2023), recientemente publicado. Ese espacio oculto de la mente que “revela el lado invisible de lo visible”, el territorio del secreto, del silencio e incluso del azar, que se acerca a lo trascendente, y que se manifiesta en destellos, siempre lúcidos, en toda la narrativa de Ignacio Solares. ¿Cómo despedirse de un autor cuya obra nos enseñó tanto sobre la condición humana y las múltiples formas del inconsciente? Algo, sin duda, diría Freud de eso.

 

 

 

FOTO: Ignacio Solares entrevistó a Jorge Luis Borges para Excélsior en 1973. Su esposa, Myrna, recuerda que al finalizar la entrevista el periodista descubrió que su grabadora no funcionó por lo que de inmediato empezó a redactar lo que recordaba. Crédito de imagen: Myrna Ortega

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