Alicia de Larrocha, una evocación centenaria

May 27 • destacamos, Miradas, Música • 1162 Views • No hay comentarios en Alicia de Larrocha, una evocación centenaria

 

El legado de la pianista española es innegable, en su carrera tocó en más de 4 mil conciertos en 59 países

 

POR LÁZARO AZAR
¡Cuán contradictorios resultan nuestros tiempos, para este pianófilo irredento! La oferta, nunca había sido tan pródiga; sin embargo, cada vez son menos los pianistas que me conmueven, y más los que me horrorizan: es muy distinto admirarnos ante la infalibilidad de tantos mecanógrafos —que destrozan inclementemente los instrumentos con la fuerza de un karateka, y la Música, con el mal gusto de un Lang Lang— y otra, contener el aliento ante el fraseo exquisito de un intérprete, cuya profunda cultura del sonido acaba humedeciendo nuestros ojos de manera incontenible.

 

Si estos días he estado particularmente sensible a ello, ha sido a raíz de una de las conferencias que di esta semana en el Teatro Degollado, sobre la evolución de los linajes pianísticos; ésta me llevó a reescuchar a muchos intérpretes del pasado y, más que lamentar que “ya no los hacen así”, me reconocí afortunado porque pude escuchar en vivo a varios de mis ídolos.
Casual y coincidentemente, el pasado martes 23 celebramos el centenario de la responsable de mi pianofilia: la gran Alicia de Larrocha (1923-2009). Todavía iba al kínder cuando mi papá me regaló un elepé titulado “Páginas célebres para piano” y a partir de ese momento quedé prendado del instrumento y de quien así lo hacía sonar, tal y como quedaron pasmados quienes estuvieron en la Academia Marshall de Barcelona el 14 de mayo de 1929, ante la seguridad con que aquella niña que todavía no cumplía seis años se sentó al piano y tocó La campana de la tarde y El hada y el niño de Enric Granados, Maestro de su Maestro, de su madre, de su tía Carolina —alentadora de su vocación— y, por ende, su abuelo musical.

 

Lo que nadie imaginó es que aquél sería el primero de los más de 4 mil conciertos que tocó en más de 800 ciudades de 59 países, a lo largo de una carrera que se prolongó hasta el 29 de noviembre de 2003, cuando tocó su último recital en el Teatro Villamarta de Jerez. Un recital que inició con el Nocturno Op. 32 n. 1 de Chopin, la primera obra que grabó, a los nueve años de edad, el 3 de junio de 1932. En el ínterin, su actividad discográfica le brindaría 14 nominaciones al Grammy, con cuatro de ellos concedidos en Burbank, tres Premios Edison en Ámsterdam, dos Grand Prix du Disque en Paris, dos Record of the Year en Londres, un Deutscher Schallplattenpreis en Hamburgo y un Premio Franz Liszt en Budapest, además de una gran cantidad de medallas, honores y preseas.

 

Es imposible hablar de Alicia de Larrocha sin incurrir en superlativos hacia la máxima intérprete de Albéniz y Granados. Como reconoce Joaquín Achúcarro, “no se entiende el piano español sin ella” pero, limitarla a sus connacionales es ignorar cuán vasto era su repertorio, que abarcaba de Bach a Balada, pasando por Händel, Couperin, Scarlatti, Haydn, Mozart —de quien grabó todas sus Sonatas y más de una docena de sus Conciertos—, Beethoven, Schubert, Schumann, Liszt, Chopin, Mendelssohn, Debussy, Ravel, Fauré, Poulenc —con quien tocó su Concierto para dos pianos—, Khachaturian, Ginastera, Rodrigo, Montsalvatge, Mompou, Nin-Culmell y Esplá.

 

Si algo nos admiraba a cuantos la conocimos era verla abordar obras monumentales como el Segundo Concierto de Brahms o el demandante Tercero de Rachmaninov, que ejecutaba con incuestionable maestría, considerando su estatura de apenas un metro con 40 centímetros. “No hay día que no trabaje el Estudio para las sextas de Chopin para ayudarme a ‘abrir’ la mano”, me confió modestamente, tratando de minimizar mi asombro tras aquel recital que le oí el 26 de noviembre de 1995 en el Avery Fischer Hall. ¡Quién me hubiera dicho que el viejito que se la pasó roncando a mi lado mientras ella tocaba era nada menos que Carlos Suriñach, de quien incluyó sus 3 Canciones y danzas españolas para conmemorar sus 80 años!

 

En México, pudimos escucharla en cinco ocasiones: la primera fue en agosto de 1978, cuando nos visitó como solista de la Filarmónica de Israel. Tocó el Concierto 25 de Mozart dirigida por Eliahu Inbal en la Neza y por Eduardo Mata en Bellas Artes. El otro mexicano con quien colaboró fue Enrique Bátiz, juntos hicieron el Concierto en Sol de Ravel en el Teatro Colón de Buenos Aires el 25 de junio de 1987.

 

Posteriormente, volvió como recitalista: el 10 de noviembre de 1991 tocó tres Sonatas de Soler, dos de Mozart y el primer cuaderno de Goyescas y El pelele de Granados en la Neza; al año siguiente, el 26 y 27 de noviembre, le escuchamos otras dos Sonatas de Soler, una memorable Fantasía de Schumann, Serenata andaluza, Cuatro piezas españolas y la Fantasía Bética de Falla, en el Auditorio Luis Elizondo de Monterrey.

 

Quienes estuvimos en el Teatro Juárez el 13 de octubre de 1994, cuando vino invitada por un Cervantino que todavía vivía tiempos de gloria y programaba pianistas “de a de veras”, enloquecimos con su Carnaval de Schumann y las piezas de Falla y Albéniz que ofreció. El 24 de julio de 1998, Bellas Artes la recibió por última vez. Dedicó la primera parte a Chopin: tras su Nocturno favorito, abordó sus Opus 60, 57 y 61, para continuar con las Danzas fantásticas de Turina y cerrar con La Vega y Navarra de Albéniz.

 

Nunca agradeceré lo suficiente la inspiración y el gozo que me brinda escucharla. Hoy, aquel primer álbum en que la oí tocar figura en la reedición de sus grabaciones realizadas para la Decca que, con la publicación de sus composiciones (Pecados de juventud, Ed. Boileau), la biografía Notas para un genio firmada por Mónica Pagés Santacana (Alba Editorial) y la página www.aliciadelarrocha.com que con amorosa devoción ha lanzado Alicia Torra de Larrocha, documentan el legado de tan inconmensurable artista y enriquecen los festejos y actividades conmemorativas que se realizarán por el mundo a lo largo del año. Como no está previsto ningún acto en México, vaya esta humilde evocación a manera de tributo.

 

 

FOTO: Lázaro Azar y Alicia de Larrocha. Detrás, Carlos Suriñach. En Nueva York, noviembre 1995. Crédito de imagen: Cortesía Lázaro Azar

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