Apuntes sobre la evolución crítica de Christopher Domínguez Michael
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Ensayos reunidos 1984-1998 permite observar el recorrido intelectual del principal referente de la crítica literaria en México, un ejercicio siempre en revisión
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POR MARY CARMEN SÁNCHEZ AMBRIZ
La presencia del crítico, en ocasiones, incomoda. No pocos autores piensan que si se escribe sobre sus libros debe ser una invitación a la lectura. El crítico es ese bicho raro que se atreve a meter la nariz en un libro y nota si se cumple o no el propósito por el que fue concebido, y además clasifica, ordena y compara. ¡Aguafiestas! Cuando más se publican textos de escritores sobre sus colegas, y la amistad da lugar a una serie de “hallazgos” y elogios, impregnados de oropel, la crítica es más necesaria.
En México, en el siglo XX, la crítica ha sido dignamente representada por plumas como las de Alfonso Reyes, Salvador Novo, José Luis Martínez, Octavio Paz, Antonio Alatorre, Emmanuel Carballo, José Emilio Pacheco, Adolfo Castañón, Fabienne Bradu, Malva Flores, José María Espinasa, Guillermo Sheridan o Evodio Escalante. De estos dos últimos habría que recordar su intervención cuando hablaron de plagio —Sheridan en varios textos de Alatriste, y Escalante en los poemas de Sicilia que carecían de referencias a otros autores—. Momentos álgidos que ha tenido la crítica, nunca exenta de
polémicas.
El nombre de Christopher Domínguez Michael (Ciudad de México, 1962) se ubica con los anteriores críticos. En 2020, El Colegio Nacional editó sus Ensayos reunidos 1984-1998. El libro consta de prólogos a antologías, ensayos y reflexiones sobre cómo se ejerce la crítica literaria; se trata de una revisión desde sus primeros textos —líneas de juventud— hasta los razonamientos que muestran un enfoque más nítido y cimentado. Permite que se conozca cómo evolucionó su escritura.
La naturaleza de la crítica literaria que desarrolla tiende a colocar su quehacer desde diferentes perspectivas: sitúa en el mapa literario a los autores y lanza hipótesis sustentadas en la investigación. No resulta descabellado imaginarlo como un estudioso que posee la capacidad de ubicar a los libros y escritores que integran una determinada constelación, como lo hace en los prólogos a la Antología de la narrativa mexicana del siglo XX. Visualiza un libro no sólo como una pieza que da motivo para emitir opiniones, sino que lo contempla con una serie de elementos que lo integran, de forma armónica, a un entorno en donde no está solo. Se distingue también porque elabora una sociología de la novela, en donde a veces se tiene la impresión de que importa más el contexto social y político que la obra en sí.
“Ejercer la crítica no es un festín”, dice el autor (p. 640). Esa frase define la otra cara de la moneda. Domínguez Michael relativiza la efectividad literaria de ciertos escritores, aunque algunas veces presenta algo parecido a la reconciliación con determinada obra. En estas páginas, por ejemplo, se incluye el texto que escribió sobre Enrique Serna y su novela El miedo a los animales. Es una de las críticas más feroces a la escritura de Serna, quien ya mostraba cierta tendencia a explorar variaciones de la sátira. El texto forma parte de Servidumbre y grandeza de la vida literaria (1998). De los epítetos ásperos que lanzó el crítico en aquella ocasión, hoy sólo quedan rastros en este compendio, pues al parecer ya no suma los mismos reproches a la obra de Serna. Su valoración cambió.
En “Nostalgia del feminismo” brinda un panorama de lo deplorable que era la escritura hecha por mujeres en los años 80 y 90, salvo algunas excepciones. Y sus observaciones lograron, según confiesa, que se ganara la reputación de misógino. Nada más injusto porque el crítico sustenta juicios y no ofende a nadie por su género sino que expone desaciertos. Leer los argumentos que Domínguez Michael formuló a fines de la década de los 90 sirve para comprobar que en nuestro país la escritura hecha por mujeres ha alcanzado otros vuelos, goza de buena salud, alejada ya de “los arquetipos manidos de la feminidad, donde la novelista utiliza la primera persona gemebunda, remilgona, mostrando que la mujer alardea de su inferioridad para hacerse un sitio en el mercado editorial” (p. 641), como ocurrió en el pasado.
Algo de lo más disfrutable en esta recopilación es Elogio y vituperio del arte de la crítica. Aquí, amén de revisar el papel de los poetas y los novelistas, el crítico no trae consigo un halo de inmunidad para evitar ser atacado. El crítico diserta sobre el crítico. Lejos de caer en el aplauso, esa facultad no figura en ningún otro grupo de autores. El crítico sabe de sus limitaciones y de sus alcances, porque como bien apunta Domínguez Michael, “como escritor no es mejor ni peor que los vanidosos poetas o los envidiosos novelistas” (p.742).
Por otro lado, esta última parte puede leerse también como un árbol genealógico de la crítica en México. Entre los críticos terroristas nombrados por el autor está Evodio Escalante; no obstante, reconoce que quizás el que mejor merece esta denominación es Jorge Aguilar Mora. Mas no pierde la oportunidad y lanza un reproche: “Emmanuel Carballo repitió el modelo conocido: la crítica es una enfermedad juvenil que se remedia con las ambiciones políticas y las frustraciones literarias, con historiografía académica a granel y homenajes nacionales”.
José Luis Martínez dejó como heredero de la historiografía literaria en México a Christopher Domínguez Michael. Y él ha seguido tomándole el pulso a las letras mexicanas, aunque a veces no estemos de acuerdo con él. Lamento que la obra de Esther Seligson merezca pocas (y confusas) páginas en su Diccionario crítico de la literatura mexicana, y que cuando la cita en el índice onomástico de estos Ensayos escogidos sea sólo para engrosar la bibliografía sobre Tario o mencionar sus traducciones de Cioran. Sin embargo, reconozco su cualidad al aglutinar y clasificar a los escritores en multiversos temáticos. Para Domínguez Michael la crítica literaria no fue una enfermedad juvenil. Ha continuado por ese sendero, con la persistencia de un maratonista, teniendo como guía moral a Sainte-Beuve.
FOTO: Portada del libro Ensayos reunidos 1984-1998 de Christopher Domínguez Michael / Crédito: El Colegio Nacional
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