Balkrishna Doshi, el arquitecto comunitario

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Heredero de Le Corbusier y Louis Kahn y profundamente hindú, Balkrishna Doshi es el más reciente ganador del Premio Pritzker. Desde su estudio en Ahmedabad, el arquitecto de 90 años habla sobre su vida, la importancia del mito y su admiración por Luis Barragán

 

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POR GERARDO LAMMERS

“Cada vez me veo más como una persona buscando mi destino, que siendo sólo un arquitecto”, cuenta Balkrishna Vithaldas Doshi (Pune, 1927), el más reciente ganador del Premio Pritzker, en su libro de memorias Paths Uncharted [Caminos inexplorados]. La frase permite vislumbrar la espiritualidad de un hombre que ha hecho de la arquitectura un arte relacionado con el bienestar y empoderamiento de las comunidades con las que se ha involucrado, y con el cambio permanente.

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Nacido en una familia dedicada al negocio mueblero, Doshi estudió arquitectura primero en Bombay y luego en Londres. Sin embargo fue en París donde conoció al que considera su gurú, el arquitecto suizo Le Corbusier (1887-1965), uno de los grandes renovadores de la arquitectura moderna, célebre por sus obras monumentales y sus principios racionalistas.

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Colaborador de Le Corbusier y del estonio Louis Kahn (1901-1974), otro de sus maestros, Doshi se estableció a mediados de los años cincuenta en Ahmedabad, ciudad de la India conocida por su actividad textil y artesanal, donde, asimiladas sus influencias, ha desarrollado con un carácter propio —que hunde sus raíces en la religiosidad y los mitos hindúes—, buena parte de sus proyectos.

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“Doshi se ha referido a esta investigación sobre los valores de su tradición como una forma de búsqueda, guiado por la intuición, la meditación y el análisis”, escribió el historiador inglés William Jr. Curtis en The Architectural Review.

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“Doshi no es un arquitecto estrella”, escribió el periodista Samanth Subramanian en un artículo reciente publicado en el New Yorker. “Él no ha soñado con salas de ópera y museos en ciudades alrededor del mundo; no ha diseñado aeropuertos o rascacielos en India. En vez de eso, en una carrera que ha abarcado 70 años, se ha concentrado en instituciones públicas: universidades, bibliotecas, centros culturales y complejos de vivienda de bajo costo”.

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Entre sus proyectos más importantes se encuentran la Escuela de Arquitectura en Ahmedabad, fundada en 1966, y que con el paso de las décadas se ha transformado —con la participación de los alumnos— en el Centro para la Planeación Ambiental y la Tecnología (CEPT, por sus siglas en inglés), una especie de ciudad miniatura creada en 2002; el complejo de viviendas de bajo costo Aranya (1989), en la ciudad de Indore, un entramado urbano pensado para que sus 80 mil habitantes lo modifiquen según sus necesidades e intereses; la galería subterránea Amdavad Ni Gufa (1994); y su peculiar estudio, Sangath (1980), espacio diseñado para que funcione, según palabras de su autor, como “bazar de ideas”.

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Desde algún rincón donde se escucha el canto de los pájaros —y el teléfono—, B. V. Doshi, acompañado de su nieta Khushnu, responde a las preguntas de Confabulario.

Centre for Environmental Planning and Technology, obra de Balkrishna Doshi. / Cortesía VSF

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Usted proviene de una familia numerosa de Pune, donde cuenta que la mayoría de los días había al menos 15 personas conviviendo. ¿Considera que el recuerdo de esta casa particular, siempre cambiante, ha sido clave en su búsqueda como arquitecto?

Para mí y para nosotros como familia común, las relaciones son muy importantes. Naturalmente cuando tú quieres construir casas, comienzas a construir una tras otra, creas un cluster (unidad habitacional) y ese cluster se vuelve una gran y extensa combinación de familias. Y ésa fue nuestra situación. En esa calle de varios cientos de metros, teníamos quizá 30 ó 40 casas, todas conectadas entre sí, relacionadas. Las relaciones se vuelven calles, las calles se vuelven clusters. De ahí que todos nos reuniéramos con frecuencia y que la casa albergara más y más personas. Pienso que esta es la razón por la que dije que la casa, aunque era para diez o doce personas, recibía a muchas más: había celebraciones, cumpleaños, días festivos y todos estábamos juntos. Ésa es la razón.

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Khushnu insiste en preguntarle si dicha casa familiar ha sido clave en su búsqueda como arquitecto.

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“Sí. Pienso que esto es lo que realmente traté de buscar: cómo uno puede crear esa clase de comunidad o de relación, porque en buenas o en malas circunstancias es muy importante fortalecer las emociones y dar confianza”.

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Profesa el hinduismo y creció escuchando las historias de El Ramayana y El Mahabarata. ¿Qué valor le da a la religión y al mito?

Cuando tú ves el panteón de la religión hindú, encuentras tantas personas como dioses. Esto significa que tienes la oportunidad de escoger el dios que más te guste. En la realidad, el dios no existe, nunca lo he visto, nadie lo ha visto. Pero es importante pensar que hay algo más allá de nosotros que nos hace mantener el control o que nos guía. Yo pienso que eso no es mito, sino realidad. Porque si tú vas a lo profundo, y de esto es de lo que tratan nuestras prácticas, si tú te redimes a ti mismo, algo ocurre que llega la inspiración. Alguien más diría que en realidad se trata de tu subconsciente, o que es tu propia sensibilidad la que te guía. El Mahabarata y El Ramayana son historias épicas que hablan de valores y de los significados de éstos, de los significados de las relaciones, de los significados de los compromisos. Pienso que éstos son muy importantes, también para mí, porque la generosidad normalmente escasea en esta época. Pero, ¿cómo realmente creas sociedad?, ¿cómo creas cultura?, ¿cómo creas cosas que duren? Creo que todo eso sólo ocurre cuando tú crees en lo desconocido y tienes la habilidad de re-crear.

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Le Corbusier fue no sólo su maestro en París, sino su colega y su gurú. ¿Cuál es la enseñanza más importante que aprendió de él?

Cuando me reuní con él la última vez, estábamos hablando del programa de la escuela [de arquitectura en Ahmedabad, fundada por Doshi], en su atelier, cuando de pronto él toma una regla y dice: “Tú hablas de muchas cosas pero, ¿qué tal esto? Una regla no es una regla. Una regla es proporción, sentido de medida y sentido de entendimiento… de consecuencias importantes. Eso es algo que siempre recordaré.

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India y México son países con millones de personas en la pobreza. Usted ha tenido la oportunidad de construir viviendas de bajo costo, como es el caso de Aranya. Díganos una idea clave a tener en cuenta en el desarrollo de este tipo de proyectos.

Lo más importante es que nadie permanece en el mismo estado. Aun los pobres se vuelven ricos y los ricos se vuelven más ricos, y algunas veces los ricos se vuelven pobres. De manera que este tipo de cambios pasan todo el tiempo. El cambio es la cosa más importante que debemos tener en cuenta. Las casas, los lugares, las locaciones… van a evolucionar, van a cambiar. Pienso que ésta es una de las cosas más importantes que he descubierto: que las casas no son estáticas. Son como nosotros: crecen, se expanden, se modifican, se degeneran, o mejoran y se vuelven hermosas.

Aranya, 1989, vivienda de bajo costo en Ahmedabad. Una de sus obras más emblemáticas. /Cortesía VSF

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¿Cuál es la historia de Amdavad ni Gufa, la galería de arte subterránea en Ahmedabad?

Todo el tiempo estoy retándome a mí mismo. Cuando estaba casi por retirarme de la escuela, había estado enseñando a estudiantes, diciéndoles que hicieran edificios, con muros de este modo y de este otro, que hicieran una columna y una estructura y una azotea plana y una ventana… Y pensé entonces que si éste [Ahmedabad] es un lugar mágico, ¿cómo sería? Me preguntaba todo esto cuando acudió el mito. Me preguntabas por el mito. El mito es de hecho una de las cosas más importantes y más liberadoras de la vida. Porque no sabemos cuántos años vamos a vivir, pensamos que viviremos por generaciones, que la siguiente generación sobrevivirá, ¿y no es esto un mito? Así que Ni Gufa fue hecho siguiendo la idea de que la persona que entre pierda el sentido del tiempo, del lugar, del espacio, del lugar, de la luz. Me dije: ¿por qué no hacer entonces algo que esté por debajo, algo que dé la sensación de que no puede ser medido. Una sensación de: “¿cómo puede ser que…?” Cuando era niño siempre me hacía estas preguntas: ¿cómo puede ser que…?, ¿por qué?, ¿cuál debe ser el propósito?, y, ¿es para mí o para alguien más?

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Desde el siglo XX se habla de un concepto muy presente en su trabajo: sustentabilidad. ¿Qué es la sustentabilidad para usted?

Yo no pienso que estoy viviendo de una manera estática: estoy creciendo o me estoy convirtiendo en algo más. La pregunta es entonces: ¿qué es lo que va a durar más? Si yo crezco continuamente, con la misma condición de salud y un cierto entendimiento de la vida, entonces soy alguien sostenible: ¿cómo puede ser esto posible? Pues es posible debido a mi práctica regular, a que absorbo cosas a mi alrededor, a que observo la naturaleza y el comportamiento de mi cuerpo: mis músculos, mi cerebro, todo. Pienso que para mí sustentabilidad es cuando uno posee una condición para el más largo periodo de tiempo. Si uno puede lograr eso entonces es sostenible. Si hago un edificio de metal y está hecho de bronce, puede que aguante más que uno construido de madera o uno de piedra o tierra. Entonces sustentabilidad es la capacidad de mantenerse por el más largo periodo de tiempo.

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Me gustaría preguntarle por Luis Barragán. Probablemente haya semejanzas entre el trabajo de Barragán y el suyo, como por ejemplo, la idea de la casa como un refugio donde sus habitantes puedan experimentar paz.

Admiro grandemente a Luis Barragán, aunque sólo he visto imágenes de sus obras y leído algo sobre su vida. La cosa más importante que recuerdo es su interacción con Louis Kahn, cuando estuvo haciendo The Salk Institute [en California, proyecto de 1959]. Kahn habló conmigo sobre este proyecto, diciendo: “Debes ir a la casa de Barragán. Las paredes también reflejan los colores del otro lado, del exterior. Barragán sabía cómo el sol y la luz pueden cambiar el espacio y el color del interior. Era alguien muy sensible. Barragán le sugirió a Kahn que cuando estuviera haciendo la plaza [de este mismo proyecto] no pusiera todos esos árboles que él tenía contemplados, sino que la plaza fuera una especie de ofrenda a la luna: reflexión. Y esa es la razón por la cual la plaza de esta obra es así. Y esa es también la razón por la cual admiro a Barragán inmensamente.

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Su abuelo fue un hacedor de muebles que lo motivaba a buscar siempre la perfección. ¿Qué consejo le da usted a sus alumnos?

Pienso que el único consejo que puedo darles es que amen intensamente lo que hacen, ya que si no pueden hacerlo con la mayor pasión, como si fuera lo más preciado de sus vidas y les sale mal, dolerá mucho, nunca dejarán atrás la herida y serán atormentados por ese profundo dolor. De ahí mi consejo: Haz algo que te produzca gozo en lugar de dolor.

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Su trabajo tiene un fuerte sentido comunitario. ¿Cómo influir en inversionistas y políticos cuando el dinero parece ser el único dios de la sociedad capitalista?

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De hecho estoy pensando en eso: cómo convencer a un desarrollador y decirle que si hace tal o cual proyecto, tal vez no haga dinero inmediatamente, pero obtendrá reconocimiento, y el reconocimiento le traerá dinero porque será capaz de poder desarrollar más proyectos. De modo que la mejor manera es vender sueños para el mañana. Esto traerá bienestar y prosperidad para todos.

El arquitecto hindú Balkrishna Doshi en Sangath, su estudio en Ahmedabad, India, 2018. /Cortesía de la Vastu-Shilpa Foundation (VSF)

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En sus memorias y en su discurso de aceptación del Premio Pritzker dijo que su vida es como unas gotas de agua que se convierten en un río. ¿Podría explayarse en el significado de esta imagen?

La imagen me vino de la infancia. Cuando eres un niño, eres inocente, pero conforme vas creciendo, te vas haciendo egoísta y, eventualmente, cuando maduras y te conviertes en un adulto, puede que llegues a ser arrogante algunas veces. Si miras el agua —estuve pensando en esto largamente antes que llegar a los 70 años—, estando al tanto de tu edad y te das cuenta de que tu vida no será muy larga, tienes que hacerte humilde. En el tiempo de la juventud no importa: eres como un manantial o una cascada: puedes brincar y hacer lo que sea. Pero de pronto te olvidas que existen otras aguas que llegarán y te brindarán ayuda. Tus amigos están allí. Conforme envejeces tus amigos cambian y se vuelven sabios, y empiezas a pensar mucho más allá. De manera que la vida es como el agua: recorridos juntos con amigos. Vida, amistad, relaciones. Y conforme vas aproximándote al final, emerge algo en lo que de verdad tienes que estar atento. Entregarse es la última fase, cuando todas las aguas cambian su flujo, se vuelven lentas, y lo viejo se hace Uno. Y entonces todo se vuelve muy tranquilo, porque ese es el tiempo en el que te unirás totalmente.

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Foto: El arquitecto Balkrishna Doshi en su casa de Ahmedabad, India, en marzo pasado. / AFP

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