Balkrishna Doshi: “Rastreé el alma de la arquitectura”
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Balkrishna Doshi desarrolló un vocabulario arquitectónico en armonía con la historia, la cultura, las tradiciones locales y los tiempos cambiantes de la India, destacó el jurado del Premio Pritzker 2018, entregado el 16 de mayo en Toronto. Este es su discurso de recepción
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POR BALKRISHNA DOSHI
Hoy estoy conmovido, sumamente emocionado, y no tengo palabras suficientes para expresar lo que siento. Cuando Martha [Martha Thorne, directora ejecutiva del comité de premiación] me contactó, ella quería saber si yo estaba bien y si estaba dispuesto a viajar. Al oír mi respuesta afirmativa, me dio una noticia que no esperaba. Inmediatamente le dije a mi familia del Premio Pritzker. Un regalo inusual e inesperado para alguien que ha alcanzado los noventa años. ¿Qué puedo decir? Un reconocimiento a toda una vida, seis décadas de paciente búsqueda: un estímulo para redescubrir mi llamado interior.
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Por tanto, ¿cómo podría expresar mi agradecimiento a los honorables miembros del jurado y, por supuesto, a la familia Pritzker? En particular, le agradezco a Cindy que, junto con su fenecido esposo, fundó el premio, y a Tom y Margot que generosamente continúan apoyándolo. Tom, acepta mi humilde gratitud por otorgarme este premio tan codiciado. Permítanme expresar mi más sincero agradecimiento, pranam.
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En retrospectiva, conforme han pasado los años, he llegado a creer que mi vida ha sido un viaje largo y bastante inusual. Una serie de eventos se han unido como gotas de agua que gradualmente se convirtieron en un manantial, luego en un río, y posteriormente se volvieron un fragmento de muchos ríos. En el proceso este viaje me hizo recorrer muchos lugares, algunos abiertos, algunos confinados.
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Hubo momentos en los que la corriente disminuyó, incluso se detuvo, pero aquellas pausas dieron lugar a lagos, pequeños y grandes. Luego vinieron inundaciones y las aguas se elevaron por encima de las orillas y me sacaron del letargo.
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De cualquier forma, estos viajes me han ayudado a responder un sinnúmero de preguntas. Así como las aguas fangosas de un río se limpian a medida que fluyen, tenemos que integrarnos en lugar de fragmentarnos en pequeños riachuelos.
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Al visitar aldeas, pueblos y ciudades en la India, descubrí lo que está detrás de su arquitectura, los patrones cíclicos del clima, del trabajo, costumbres y rituales, en fin, una confluencia de varias culturas expresando la armonía, la unión y el compartir. De ahí que haya podido adquirir cierta visión y claridad que se ven reflejadas en la fluidez natural de construcciones con diversas características y en la naturaleza misma de la arquitectura india que se basa en la sostenibilidad integral.
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También me percaté que la arquitectura es un cimiento creador de vida cuando está en armonía. En cualquier circunstancia estimula las sensaciones hasta su punto máximo, ya sean luz, espacio, forma, estructura, textura, color o ritmo, aumenta nuestras habilidades e incluso cataliza eventos y rituales.
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La historia de mi vida ha sido fascinante. He evolucionado, reflexionado, cambiado, me he movido lentamente y he vuelto a ser uno, así como un río tranquilo fluye lentamente hacia el océano desconocido.
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De repente, escuché mi voz interior, sentí un impulso y de un estudiante de arte pasé a ser un estudiante de arquitectura, aprendiz de mi gurú Le Corbusier. En la India, mi patria, y específicamente en Ahmedabad, concebí, esbocé y construí pequeñas casas y corregimientos, edificios públicos e instituciones, como la Escuela de Arquitectura y la Escuela de Planificación, con sus puertas abiertas a la filosofía. Sin embargo, el viaje me parecía inconcluso, ya que mi flujo de energía no estaba completo sin la participación social de los menos privilegiados después de haber presenciado su sufrimiento.
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Por tanto, pasé de construir casas particulares a unidades habitacionales, a planificar pueblos y ciudades, viajando y buscando la voz interior de los más necesitados, siempre tratando de encontrar soluciones alternativas que los empoderaran.
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Busqué la verdad, la independencia y la coexistencia pacífica. Con paz, unión, prosperidad, armonía y una forma participativa de construcción rastreé el alma de la arquitectura y su relevancia para la sociedad a una mayor escala para no quedarme varado en pequeñeces o minucias.
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De repente, tuve una epifanía. Mientras pensaba en las enseñanzas de Le Corbusier y del profesor Louis Kahn, recordé las memorables palabras de Monsieur Le Corbusier: “Pacto con la Naturaleza”, veinticuatro horas al día dedicadas a crear en total armonía con lo tangible y lo intangible. En ese momento comprendí su principio fundamental: la verdad nunca toca las orillas ya que su objetivo es reunirse con el océano y fusionarse con éste, la verdad eterna.
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Pasados más de sesenta años de práctica, entendí que la búsqueda es enmendar disparidades para poder fusionar lo heterogéneo con lo homogéneo. Como resultado, descubrí mi predilección por enseñar, aprender y cuestionar la verdadera naturaleza del Hábitat y sus motivos para celebrar la vida. Esto me llevó a diseñar los campus con espacios, calles y lugares entrelazados integrados, creando un mundo completamente nuevo.
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Finalmente, de una manera similar a nuestro concepto hindú de la Trinidad que representa creación, preservación y reencarnación: Brahma, el creador; Vishnu, el preservador; y Mahesh, el Destructor. Intenté abarcar a la sociedad en su totalidad y en ese momento aprendí que la energía es la fuente de verdad. Si puedo redefinir y transmitir esta energía en todos y cada uno de mis diseños, células, urbanas, aglomeraciones, vecindarios, quizá pueda alcanzar el océano de la armonía, tolerancia, unión, humildad, perdón y cooperación.
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Y quizá se pueda crear una trinidad virtual que eternamente veremos como mítica. Quizá en mi experiencia, el mito de nuestra antigua y eterna noción de la Trinidad puede materializarse. En todos y cada uno de mis intentos busco y sigo tratando. Noventa años es mucho tiempo, pero es un corto periodo para llevar a cabo una obra de esa magnitud y poder comprenderla.
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Con toda mi humildad y gratitud.
Gracias.
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Traducción de Sofía Danis
Foto: El arquitecto suizo Le Corbusier y Balkrishna Doshi, quien fuera su aprendiz y después su colega. /Especial
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