Barro Rojo, nuevas perspectivas
POR JUAN HERNÁNDEZ
El programa dancístico “Perspectivas tres”, de la compañía Barro Rojo Arte Escénico, ofrece una visión violenta del mundo, un relato contrastante de la experiencia amorosa y una fuerte carga erótica en la interpretación compleja de la condición humana.
Las obras que integran el programa: Juramento, de Miguel Gamero; Entre muros, de Julio Hernández; Día D, de Lorena López Aguado, y Luz de luna, de Jesús Chacón, noveles coreógrafos formados en las filas de Barro Rojo, se insertan en la estética que ha dado identidad a la compañía a lo largo de 32 años de existencia, la cual se relaciona con lo social, la cultura popular y la intimidad profunda del ser humano.
Los jóvenes coreógrafos, quienes a partir de esta experiencia incursionan en el mundo de la creación dancística, no tienen la intención de romper modelos ni de innovar el lenguaje escénico; en ese sentido sus obras se inscriben formalmente dentro de las convenciones establecidas en la danza de concierto.
Lo sobresaliente en estas piezas es la claridad con la que se expresan los cuatro coreógrafos: saben lo que quieren decir y lo hacen de manera transparente, con lenguaje simple. Esa es la virtud mayor en la composición de las obras, porque la simpleza de lenguaje y su transparencia no es usual en el ámbito de la danza contemporánea.
En ese sentido queda clara la inquietud de Miguel Gamero, quien en la obra Juramento utiliza una estructura narrativa para subrayar la naturaleza de la experiencia amorosa y su expresión erótica que, en este caso, ocurre entre dos mujeres, interpretadas por Lorena López Aguado y Stephanie García, dos monstruos de la escena dancística.
No obstante referirse, en este caso, a una relación lésbica, la pieza no se circunscribe al tema de la preferencia sexual, sino a la vivencia amorosa como una de las situaciones de mayor intensidad experimentada por el ser humano, lo cual amplía las posibilidades de lectura del universo planteado.
Gamero utiliza recursos teatrales para subrayar las escenas de desilusión, pasionales y eróticas: una mesa, dos sillas, una maleta y las gabardinas de los viajeros para dar una idea de la naturaleza pasajera del amor. Sin embargo, el coreógrafo no pierde de vista lo dancístico y es a través del movimiento que logra los momentos dramáticos más altos, aprovechando al máximo las capacidades técnicas, interpretativas y el dominio de la escena de las dos bailarinas excelsas.
Entre muros, de Julio Hernández, es un dueto interpretado por Jesús Chacón y Hugo Thompson, una obra de naturaleza homoerótica a través de la cual se manifiesta la violencia intrínseca a la relación entre dos varones atraídos por el deseo en una sociedad homofóbica y machista.
El punto de vista es claro, sin embargo la composición aún carece de elementos que profundicen en la experiencia humana. El coreógrafo consigue una interpretación técnica limpia de los bailarines y hasta podríamos decir que virtuosa, sin embargo hace falta un trabajo de mayor contundencia en la interpretación de la pasión y el deseo homoeróticos enfrentados a los modelos de masculinidad impuestos socialmente.
En Día D, Lorena López Aguado también recurre al tema de la pareja, la que se construye y se destruye. Indaga en aspectos oscuros de la relación íntima entre dos seres humanos, exhibe la manipulación violenta y la complejidad de la dependencia emocional. Utiliza el diálogo entre un hombre y una mujer que, devastados, hablan sobre los daños causados durante su encuentro amoroso; un traspié en la pieza, pues toca los límites de la cursilería, innecesaria para trasmitir el discurso.
Luz de luna, de Jesús Chacón, llama la atención por la estructura de su composición: empieza como divertimento inocente y termina con un suceso trágico: la violencia sexual contra las mujeres. El contraste le da a esta obra una contundencia dramática y provoca un profundo sentimiento de horror frente a lo expuesto.
El programa “Perspectivas tres”, presentado en el Foro Experimental Black Box del Centro Nacional de las Artes, abre un espacio a la pluralidad de voces dentro de la compañía Barro Rojo Arte Escénico, dirigida por Laura Rocha, lo que permite el fortalecimiento de su discurso artístico, al mismo tiempo que forma nuevos talentos para la danza, tarea necesaria en tiempos de incertidumbre en el desarrollo del arte coreográfico.
*Fotografías: Cuatro obras de coreógrafos formados en la compañía Barro Rojo integraron el programa “Perspectivas tres”, que tuvo lugar en el Centro Nacional de las Artes./ SABIN ILLESCAS
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