Big Star: morir para ser famosos y recordados

Jul 25 • Reflexiones • 3722 Views • No hay comentarios en Big Star: morir para ser famosos y recordados

POR JOSÉ XAVIER NÁVAR

 

Hay grupos de rock que nacen con buena estrella, ejemplos perdurables que vale la pena su paso del vinilo al CD y a la historia del 4 X 4 sin el menor problema. Hay otros que, a pesar de que en el nombre llevan el buen augurio, también llevan la penitencia. Una penitencia que, por cierto, en su caso los de Big Star nunca buscaron.

 

Eso justamente fue lo que pasó a Alex Chilton, Chris Bell, Andy Hummel (los tres que ya murieron) y Jody Stephens (el único superviviente), cuatro jovencitos que inventaron de alguna forma el Power-Pop antes de que conociera como tal y a los que muchos consideran hoy en día también como “Los Padrinos del Indie Rock”. Aunque nacieron con buena estrella en Memphis, la tierra de Elvis, la otra estrella, la que tomaron de una cadena de tiendas de supermercados, acabó condenándolos a la mala suerte en su corta vida discográfica y al reconocimiento posterior, e incluso al culto roquero una vez que tres de sus miembros originales se fueron a grabar al cielo del infierno, dejando uno de los legados musicales más importantes que, gracias a una discografía actualizada, corregida y aumentada en esta era digital, y gracias también al documental “Nothing Can Hurt Me” –de dos fans y devotos cineastas: Drew de Nicola y Olivia Mori–, triste, melancólico y muy revelador que cuenta su historia.

 

En la primavera de 1973 cien de los mejores periodistas de rock de la Unión Americana asistieron a la que fue “La Primera Convención Internacional de Escritores de Rock” en la ciudad de Memphis. El entretenimiento de la velada fue fraguado por la banda local, Big Star. Mitos del periodismo roquero como Lester Bangs, de Creem; Nick Tosches y Cameron Crowe, de Rolling Stone y otros altisonantes más estuvieron ahí con la intención de formar un gremio. Se les pagaron sus boletos de avión y hospedaje pero, la verdadera razón era que vieran en directo a Big Star. Y el milagro sucedió: la banda puso a bailar a los críticos que, luego de oír algunas de sus canciones, se deshicieron en elogios por el grupo que años después alcanzaría, aparte del reconocimiento, el status de culto. Los tres discos que grabaron dentro de los estándares nada usuales a principios de los años 70 están dentro de los 500 álbumes más importantes de la historia del rock a pesar de una pésima distribución de su sello discográfico, que en ese momento impidió su éxito comercial masivo.

 

La historia de Big Star seria inexplicable sin la deserción de Alex Chilton, el cantante adolescente de 16 años de Los Box Tops (los del hit potencial “La Carta”, de más de cuatro millones de discos vendidos), justo en pleno éxito, giras en puerta y dinero a manos llenas. Él tenía otras aspiraciones de grupo de rock que acabó cristalizando con el cantautor Chris Bell, cuando formaron Big Star. Junto con el bajista Andy Hummel y el baterista Jody Stephens arrancaron en el 72 con las sesiones del disco que luego sería su debut: “#1 Record”, que es una combinación lírica de angustia, desafío y, en suma, pirotecnia pura en forma de Power-Pop fresco (hay que oír maravillas multiversionadas como “September Gurls”, “The Ballad of El Goodo”, “Feel”, “Thirten”, “O My Soul”, “Back Of A Car”…), reverenciado aún hoy en día por su esmerado y poderoso sonido. La crítica unificó baterías calificándolo como un gran álbum debut. Todo mundo lo oía en la radio, pero nadie podía comprarlo porque no estaba en las tiendas. Una maldición y pésima toma de decisiones por parte de su discográfica que los perseguiría con todos sus discos posteriores.

 

Con dos personalidades antagónicas y un tanto egocéntricas, muchos estaban seguros que el binomio Chilton-Bell no duraría mucho. Y, en efecto, eso fue lo que pasó. Bell, un tanto disminuido por la fuerte y magnética personalidad de Chilton (un rockstar antes de que se inventara el término) dejó el grupo e inició una dolorosa carrera en solitario partiendo a Londres. Alex Chilton, que afirma haber disuelto Big Star luego del primer disco, tomó las riendas del segundo alucínate disco de Big Star: “Radio City” y también del tercero “Third/Sister Lovers” para luego disolver lo que quedaba de la banda, reformarla nuevamente en los años 90 y entrar a los terrenos de la especulación, mitos y hasta hoy leyendas urbanas, que son mostradas en “Nothing Can Hurt Me”, que también lo retrata en solitario.

 

Si hay que seguir la historia de Big Star, al margen de lo escrito, visto u oído en internet, el vehículo es el documental vuelto rockumental, plagado con sus entrevistas, testimonios, anécdotas y, desde luego, el fascínate acceso documental a las grabaciones del grupo, sus reuniones-discusiones, las filmaciones caseras en el estudio, la manipulación y filtraciones de su sonido (muy adelantado para su época). Aparecen también los ingenieros y productores que tuvieron una bomba en las manos que nunca explotó en las tiendas de discos como debería haber ocurrido y el reconocimientos selecto de artistas del rock (muchos vigentes hasta el momento como R.E.M.) que fueron fascinados por sus discos y por su tragedia con mucho de nostalgia y melodrama por haber sido reconocidos en su momento.

 

Stax Records, la etiqueta que absorbió la marca pueblerina de Big Star, Ardent, con grandes promesas de distribución, los llevó al fracaso vendiendo al final unas veinte mil copias de sus discos. Con Columbia, que entró al relevo, fue lo mismo porque se encontraba al borde la quiebra y, aun así los embaucó. Todo mundo los oía, pero pocos, los más afortunados, es decir, los que se encontraban con alguno de sus discos, los compraban. Y en ese sentido la industria que ahora está lentamente muriendo por haber entrado tarde y mal a lo digital, no perdona. ¿De qué sirve al final del camino que bandas como R.E.M., Los Flaming Lips, The Replacements, Las Bangles, Cheap Trick y docenas más de devotos de Big Star, casi los canonicen, cuando la tragedia de su vida roquera los alcanzó en el arranque?

 

El rockumental –que, desde luego ninguna transnacional del DVD o el Blu-ray proyecta sacar en nuestro país y que con nuestra árida y menesterosa cartelera cinematografía es seguro que nunca veamos proyectado (salvo algún milagro de la Cineteca)– ha llegado por suerte al mercado de la informalidad digital, tomado prestado del sello de Magnolia (que lo ha sacado hasta en Blu-ray) con todos sus valiosos extras y subtitulado en español. Las carreras solistas de Chilton y Bell acaparan una buena parte de lo que realmente fue la unión de estos dos egocéntricos y su común denominador de convergencia: Big Star, con una discografía de ambos que ahora prácticamente se puede conseguir en su totalidad.

 

Resulta tan increíble como fascinante que fuera de los álbumes oficiales remasterizados (y algunos con bonus) disponibles ahora en la red, los fans puedan obtener con relativa facilidad nuevos hallazgos sónicos sacados de los archivos de su estudio en Memphis en formatos de CD, vinil y descargas digitales en MP3. Este material lo componen la docena de temas del álbum “Big Star in Space” o el reformateado “Keep An Eye On The Sky”, de cuatro discos de su quinta esencial Power-Pop basado en la mítica influencia en otras bandas, y que retoma y modifica los modelos de sonidos de Los Beatles, Los Who y otras bandas británicas claves de sus inicios.

 

El contraste que les tocó vivir en una época en que fueron pésimamente distribuidos al margen de la fama que hoy muertos se les reconoce, se ejemplifica con la reinvención de álbumes como el “Live in Memphis”, con 20 temas en directo, aparecido en noviembre del 2014; el “Big Star Live”, con quince canciones remasterizadas, que data de febrero de 1992; el dos en uno (#1 Record y Radio City), que incluye gratis versiones MP3 del álbum, o los 19 cortes del “Third/Sister Lovers”, realizado en enero de 1978 y digitalizado en CD en 1992.

 

Como colofón para los fans y fundamentalistas de Big Star, aparte del rockumental está el “Free Again: The 1970 Sessions, con veinte canciones y mucho material inédito de archivo (versiones mono y remix), que luego se convertiría en el punto de partida de Big Star (al margen de su posterior discografía solista de casi una docena de títulos) y la edición Deluxe de dos discos del “I Am The Cosmos” (2014), de Chris Bell, con casi su declaración de principios musicales y, desde luego algunos discos tributo a Big Star, Chilton y Bell. Morir para ser famosos y renacer en digital.

 

 

*FOTO: Luego de su separación, esta banda legendaria de los años 70 comenzó a ser considerada una de las agrupaciones de culto en el rock norteamericano./Especial

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