Cantantes y covid: testimonio de Josué Cerón

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Los profesionales del canto descubrieron que el SARS-Cov 2 amenazaba su voz. Este es el testimonio de Josué Cerón, un sobreviviente del Covid-19

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POR IVÁN MARTÍNEZ

Crítico musical; Twitter: @i_martz

Cuando se habla de Covid y sus implicaciones, hay aspectos en los que todos centramos la atención: la estadística y lo que va descubriendo la ciencia. Hay otros más específicos que no dejamos de debatir, como las reaperturas, los cuidados y los protocolos que van acomodándose a cada contexto. Y en el caso de las artes escénicas, la seguridad y la confianza del público parece ser el que mayor atención recibe. Pero coincido con el director y dramaturgo José López Velarde en que, al menos en teatro y eso le ha llevado a tener debates intensos entre su gremio, los productores han dejado al final de sus prioridades a sus artistas.

 

Ahora mismo mientras escribo, me entero de que distintas agrupaciones de intérpretes españolas se han unido para exigir pruebas y otro tipo de herramientas específicas en sus lugares de trabajo: “una cultura que es cien por cien segura para el público también debe serlo para sus trabajadores sin los cuales no existirían tales actos culturales”, leí en la agencia EFE. “Lo primero en el teatro son los actores, no las butacas”, había dicho López Velarde.

 

No se trata únicamente de evitar desenlaces fatales: la enfermedad está relacionada fisiológicamente con distintos órganos que participan en el canto y el uso de la voz en el teatro. Y puede dejar secuelas de las que todavía no conocemos sus alcances. Como medio, creo que no hemos sido suficientemente conscientes de ello: la irresponsabilidad de declaraciones de figuras como Anna Netrebko, que más tarde fue aquejada por la enfermedad, es pruebo de ello. Al menos, habría que hablar de contar con herramientas para la rehabilitación de los artistas que, eventualmente, pasaran por este camino.

 

En México, una de las figuras operísticas que fue quejada por el virus, es el barítono Josué Cerón, quien hace unos meses compartió en sus redes sociales que era positivo y que sus síntomas eran tratados por un fisiólogo pulmonar. Hace unos días reapareció en Valle de Bravo, como parte del elenco de la ópera Despertar al sueño, de Federico Ibarra, que presentó la Sinfónica del Estado de México, una de las pocas orquestas mexicanas que, con protocolos estrictos, ha retomado actividades presenciales con público.

 

No soy el único que, como admirador de sus habilidades técnicas y musicales, sintió alivio al saber que estaba de vuelta. Y supongo que habrá cantantes que, en medio de la incertidumbre laboral, sumen la de una posible afección a su instrumento. Platiqué con él y lo que sigue es parte de su testimonio:

 

 

Al inicio de la cuarentena no tenía miedo, no estaba tan informado de los alcances que podía tener la pandemia y lo tomé con serenidad pero con mucha responsabilidad. Conforme pasaban los días había más información, pero escasa en cuanto a los problemas que podría ocasionar en cantantes de alto rendimiento, entiéndase cantantes líricos, de ópera. Se hablaba de daños irreversibles a los pulmones, restringiendo la capacidad respiratoria y, por supuesto, fonadora. Y sí, tuve cierto temor, sobre todo porque no había un tratamiento efectivo y probado que evitara esos daños o que pudiera revertirlos.

 

Mis síntomas fueron fuertes en algunos aspectos: el dolor de pecho y la falta de aire. Por más que intentaba meter aire, no sentía que entrara lo suficiente. Mucha tos seca y constante. Tuve otros de medio a leves: dolor de cuerpo en una intensidad media, conjuntivitis, dolor de cabeza. Mi primer temor fue el no querer contagiar a más personas, en particular a mis padres con quienes estaba compartiendo casa desde abril… y luego saber si podría salir vivo o si me quedarían secuelas, si iba a afectar mi instrumento vocal. Pero lo tomé con calma y busqué ser atendido de inmediato.

 

 

¿Hubo una atención especial, un seguimiento “de cantante”?
Afortunadamente el médico que me vio es uno de alta especialidad, Andrés Soto, que en ese momento llevaba como 500 pacientes de covid, todos recuperados incluido él mismo. Supe que estaba en buenas manos. No hubo un seguimiento “especial” como tal, pero él lo supo y vio que la enfermedad estaba en un estado avanzado, con los pulmones inflamados y pequeños. Tuve tratamiento de diez días que se extendieron a 40, pero me aseguró que iba a proteger las cuerdas vocales y así fue. Tras ser dado de alta, lo primero fue visitar a mi foniatra para corroborar que no hubiera lesiones en las cuerdas provocadas por la tos intensa. Por suerte no hubo más que inflamación en la cuerda derecha y en cornetes medios: otro tratamiento específico y a los 10 días todo estaba desinflamado.

 

 

¿Cómo fue volver a vocalizar?
Al día 20 de tratamiento presenté mucha disfonía provocada por la tos y en parte por ciertos medicamentos del fisiólogo pulmonar, no vocalicé hasta después de ver a mi foniatra. Comencé un tipo de rehabilitación: vocalizar con trompetilla, con m, y solo en piano y pianissimo, sin tocar los agudos. Nunca dejé los ejercicios de respiración que suelo hacer y añadí más. No llegué a pensar en lesiones en mi instrumento, porque lo conozco bien y alguna vez tuve una hace años, no se parecía en nada esa sensación. Afortunadamente no afectó nada en lo técnico.

 

Ahora he sentido cambios, pero lo atribuyo al descanso que he tenido estos meses y siento la voz en una buena condición, responde a lo que le pido. Ahora con las funciones con la OSEM no hubo más cansancio del habitual, y el instrumento estuvo fuerte, brillante, flexible y resonante. Cansancio físico sí, más del habitual y ése quizá sea tal vez el único daño colateral.

 

 

¿Cómo fue regresar a los escenarios?
Me convencí al saber los detalles de la produccion: pocos ensayos, usando cubrebocas incluso para cantar, el aforo al 30% y el marcaje escénico donde los cantantes no estuviéramos cerca la mayor parte del tiempo. Pero fue sentirme vivo de nuevo: un renacer literal al vencer la enfermedad. El doctor me mencionó que de no haberme atendido esos días hubiera yo fallecido a las tres semanas por lo invadido que estaba por el virus y lo agresivo que se comportaba en mi cuerpo.

 

 

¿Cómo ha sido la sensación, de alivio total?
Me he vuelto más precavido, rayando en lo paranoico a veces. La literatura médica dice que la inmunidad dura de tres a cuatro meses, no seremos inmunes hasta tener una vacuna. Bajar la guardia no es opción. Sí da miedo salir y, siendo sinceros, sí tenía miedo al salir a Toluca para los ensayos; poco a poco me fui relajando aunque me costó trabajo encontrar el equilibrio.

 

 

¿Tu caso se puede decir que fue leve? ¿Qué cuidados siguen para un cantante: qué les puedes decir a tus colegas?
Mi caso no fue leve, no pisar un hospital o requerir oxígeno no lo hace leve. Fue un caso grave sin consecuencias mayores, porque se actuó a tiempo. He sabido de colegas que han enfermado y no he podido tener retroalimentacion, pero a algunos ya los he visto en presentaciones virtuales y otros por desgracia no la superaron.

 

Los cuidados son los mismos: lavarse las manos, usar mascarilla. En cuanto a la rehabilitación, hacer ejercicios de respiración para que los pulmones no pierdan tonicidad y elasticidad. Yo hago una rutina en particular y luego uso un inspirómetro para hacer otra serie de ejercicios que mandó la foniatra, nebulizaciones dos veces al día… El próximo mes debo hacerme una espirometría para medir la capacidad pulmonar y saber cuántos litros de oxígeno soy capaz de respirar.

 

Lo primordial es cuidarse al extremo y si hay sospecha, buscar un fisiólogo pulmonar o un neumólogo. Y cuando se trate de conciertos presenciales, evaluar bien las condiciones e insistir en seguir los protocolos.

 

 

Josué, yo he dicho que la actividad coral, de ópera y de teatro musical debe esperar, que la evidencia dice que los brotes han sido donde hubo canto, no con orquestas, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Los formatos se deben redefinir, es cierto lo que dices, pero yo añadiría que ha sido en situaciones de gran formato. En producciones pequeñas, de cámara, no se han registrado contagios. Es más fácil procurar la distancia en una ópera donde haya seis cantantes que donde haya más de diez: por ahí va la situación. No más de doce elementos por presentación. Las actividades artísticas se pueden reactivar bajo ciertos lineamientos y vigilando el cumplimiento de las disposiciones. Sin eso, la reapertura se va a dilatar aún más.

 

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