De escritores a youtubers, y viceversa

Oct 8 • Conexiones, destacamos, principales • 9567 Views • No hay comentarios en De escritores a youtubers, y viceversa

POR MIGUEL ÁNGEL TEPOSTECO

/@Ciudadelblues

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Existe una nueva vía con la que los escritores pueden potenciar su labor literaria: YouTube, una red que desde todos los rincones del planeta une a más de mil millones de usuarios.

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Daniel Samper Ospina, un renombrado periodista colombiano, tomó su celular y se preparó mentalmente. Onomatopeyas, “ruiditos”, gestos faciales exagerados. Todo para convertirse en youtuber a sus 41 años, emulando a famosos veinteañeros latinoamericanos que, como el chileno Germán Garmendia, podían colapsar ferias del libro enteras con multitudes de fans.

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Samper acompañó su primer video con una columna en la revista política
Semana, donde explicó la gracia de aquel experimento; subió el blog y sintió cómo continuaba la sensación de incertidumbre. “¿Se entenderá que es una parodia?”, se dijo. Mientras, aparecían los primeros views debajo de la barra de reproducción.

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El deseo de Samper era difundir su trabajo periodístico, satírico y ácido. Un camino similar al que tomó Ignacio Iribarnegaray, un treintañero que vive en España, rodeado de patos de juguete y libros, sus dos pasiones. Igual que Samper, se educó en el mundo de las letras y utilizó YouTube para volverse divulgador de su profesión, que en su caso es la filología inglesa. Se convirtió en booktuber, llegando a amasar cerca de 16 mil suscriptores.

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A diferencia del colombiano, que ya tenía cinco libros publicados, a Iribarnegaray la oportunidad le llegó después de ingresar a Youtube. En 2016 presentó Mind the Gap, una ficción para entender las diferencias entre el inglés académico y el cotidiano. En un video explicó emocionado que cuando llegó a Inglaterra lo detuvo un británico que en la calle le dijo una serie de balbuceos. “¿Eso es inglés?”, se pregunta Iribarnegaray. Su canal Vanfunfun le dio la oportunidad de que Planeta, editorial que ha publicado a varios youtubers famosos, publicara su libro. Samper reflexiona que con las nuevas tecnologías: “Nunca ha sido tan barato hacer llegar tus mensajes y a tanta gente, como nunca en la historia de la humanidad”. En YouTube cuatro mil millones de videos se ven al día (según estadísticas de Google), en un planeta con cerca de 7 mil millones de habitantes.

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Cada año se atraviesa uno, dos, tres o cuatro meses en los que Iribarnegaray pausa sus “video-bitácoras” para atender la literatura y la academia, inclusive escogiendo pesados tomos para recargarse frente a la computadora y traducir novelas. Samper, por su parte, también mantuvo sus actividades en el mundo editorial como la dirección de la revista SoHo, prestigiosa publicación colombiana de “estilo de vida”.

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Javier Ruescas de 28 años, compatriota de Iribarnegaray, también es escritor y youtuber, y se ha posicionado como un referente para booktubers de toda habla hispana, publicado por Alfaguara y con novelas que han sido bien acogidas por la crítica de periódicos como El País. Para Ruescas no existe conflicto entre grabar y escribir. Tan sólo en 2015 publicó cuatro novelas, “y subí un centenar de videos”, explica. Él encuentra la clave en la disciplina y en el placer nato de la creación.

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Tanto en España como en América Latina, más escritores dan ese paso e intentan pescar algo en ese mar de miles de millones de horas de reproducción de YouTube. Ruescas y Samper, ya publicados, se arriesgaron. El español describe el beneficio que resultó del experimento: “Cuanto más te expones al público, más fácil es que te reconozcan. Hay gente que me conocía como escritor y otros sólo como booktuber, y cuando se dieron cuenta de que tenía libros o un canal, investigaban”. Esa retroalimentación le ha dado 145 mil suscriptores.

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Mientras tanto, en México, empiezan a germinar las primeras manifestaciones de escritores en la red social. Alberto Chimal, escritor experimentado en la difusión de la literatura en plataformas digitales, utiliza con regularidad Twitter y la aplicación Periscope para grabar transmisiones junto a su esposa y también escritora Raquel Castro. Se conectan cada martes, acomodándose frente a una pared de libros al igual que Samper, Iribarnegaray y Ruescas. “Si quieren podemos hablar de vampiros la siguiente semana”, comenta Chimal frente a la cámara, “o también de ciencia ficción mexicana, ¿cómo no?” Castro, en otro clip, cuenta cómo el cronista Martín Caparrós estuvo a punto de llevarse su desayuno en una FIL de Guadalajara, “¡Espere el suyo!”, le reclamó al cronista. Esos minutos sobretodo son una plática acogedora, sin ediciones ni guión. Cada trasmisión en su canal de Youtube Alberto y Raquel dura aproximadamente 40 minutos. Ahí han obtenido cerca de 800 seguidores.

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En otro país latinoamericano, Colombia, estos saltos de un escritor a YouTube han sido más estrafalarios. Después de su primer video, Samper dejó de ser conocido únicamente por sus columnas de sátira política y por su amor al periodismo narrativo. En conversación por whatsapp recuerda “los pucheros que muchos intelectuales hicieron”, luego de que miles y miles de jóvenes abarrotaran la Feria del Libro de Bogotá en 2016 para ver a Germán Garmendia, el youtuber más visto en habla hispana (y el más visto en México, con 3 mil millones de views en el país por su canal JuegaGermán¹). El joven chileno colapsó el evento “como no lo había hecho ningún escritor colombiano”, explica Samper, quien lejos de indignarse, pensó en una evidente crisis en los medios impresos y en la necesidad de probar los digitales. “Si esta es la forma para vender libros, ¡yo mismo me volveré youtuber!”. Así se lanzó a la apuesta, usando como pretexto su último libro, El as bajo la manga. Y dio la sorpresa: fue un éxito.

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“Es el formato de nuestros tiempos, no sé si de los escritores, pero de los periodistas sin duda”, expresa y argumenta que un video puede llegar a quintuplicar fácilmente sus columnas, “que modestia aparte son de las más leídas del país. Quizá la más leída de este año tuvo 300 mil visitas, pero un video flojo lo ve medio millón de personas”. Su canal, con sólo 14 videos, ha alcanzado los 181 mil suscriptores (Ruescas, por ejemplo, tiene 145 seguidores con más de 250 videos).

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Armó su blog sin demasiada producción y llamó a un amigo periodista para que le editara los videos. Analizó en el formato de algunos youtubers jóvenes, como Juan Pablo Jaramillo (el más exitoso de Colombia), para estructurar su actuación, alzando la voz, haciendo ademanes y exagerando gestos. Agregó a todo esto los problemas propios de su edad y un toque de sátira política. Inició la grabación y soltó un: “¡Hola, soy Dany, tu youtuber de 40!”. Su dinámica, asimismo, fue incluir entrevistas reales con celebridades o políticos colombianos que le seguían el juego en la parodia, como la actriz porno más famosa de Colombia, Esperanza Gómez, o el jefe del equipo del gobierno en las negociaciones de paz con las FARC, Humberto de la Calle. “Quiero que me diga cuáles son las claves de la negociación con las FARC que se pueden aplicar a la vida marital”, cuestiona Samper en un videoblog.

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En España, Andrea Rowling, la booktuber de literatura juvenil, hizo un movimiento similar al de Samper e igual al de Iribarnegaray: aprovechó la potencia que representa YouTube en las superventas para promocionar Otoño en Londres, su primera novela escrita a sus veintes. Su canal cuenta con 94 mil seguidores. A pocos días del lanzamiento, describe por correo electrónico lo positivo de la publicación de obras de youtubers, incluso los que no producen contenido sobre literatura en sus canales: “Al fin y al cabo (las editoriales) son empresas. Además, los ingresos que obtienen de esos libros con tantas ventas pueden ser destinados a invertir en otros títulos a los que igual no se les habría dado una oportunidad por falta de presupuesto”. Samper menciona que pese a cierta banalidad del grueso del contenido youtuber, “al que le falta postura ante la realidad de su época”, existen cosas que se pueden aprender de los millennials: “Tienen un espíritu colaborativo, a diferencia de mi generación que era muy competitiva”. Además, reconoce una entrega y una disciplina en estos jóvenes.

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Otra española, Ana González Duque, escritora de fantasía juvenil y tutora en la página “Marketing On Line Para Escritores”, explica por correo electrónico los problemas de promoción del escritor tradicional y la solución que puede representar YouTube: “El concepto del autor apartado del mundo, metido en su torre de cristal dejando que el editor lo haga todo, está caduco. Aparte de que los editores ya no pueden asumir el marketing on line que hay que hacer para dar visibilidad a un libro. Es demasiado trabajo para una editorial pequeña o mediana. Y en las grandes son demasiados libros a la vez”. Samper advierte, a propósito de esta idea: “O te quedas como un amanuense de monasterio el día que Gutenberg inventó la imprenta, quejándote de que todo está cambiando, o sales a ver si tus ideas llegan a más gente”.

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Este punto resalta por el éxito abrumador que han tenido los youtubers en el mercado editorial hispano y la efectividad de la promoción de sus libros, con pequeños promocionales incluidos en sus videos. Además del mencionado Germán Garmendia, otros youtubers como el periodista venezolano radicado en Argentina, Ángel David Revilla “Dross” (10 millones de suscriptores), o el español Dalas Review (2 millones), han causado filas de varias calles durante las firmas de sus libros, como sucedió en una presentación de “Dross” en Buenos Aires. En una entrevista por whatsapp Revilla comenta que los escritores deberían acercarse más a YouTube, “porque es una extraordinaria herramienta de publicidad, porque se darían cuenta de que los jóvenes leen bastante, quizá de hecho más que nunca, sólo que por Internet. Les permite estar en contacto con sus lectores”.

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Sin embargo, el salto de un escritor a YouTube puede ser menos satisfactorio por problemas para adecuar ciertos contenidos a la red social o por hallar el tiempo que se necesita para producir y subir videos. De este modo lo describe, por correo electrónico y Twitter, Martín Piñol, columnista de El País, que con 24 libros en su carrera enfrentó dificultades con el experimento: “Tras 15 años como humorista, me estrenaba en la narrativa de no-ficción con un libro sobre paternidad escrito con humor. Como padre primerizo, vi que en YouTube había pocos videos para padres con humor y contenido”. Él ya tenía experiencia: un público, hablar frente al micrófono y recibir los aplausos.

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No obstante, los llantos nocturnos del nuevo integrante de su familia y su carrera como escritor eran prioritarias. Necesitaba dormir, por lo que poco a poco el tiempo se le escapó de las manos, junto con el proyecto de ser youtuber. Describe que el trabajo con cada video, “era demasiado como para mantener el ritmo y la exigencia”. Además de que sus temáticas no encontraron su público por esa vía; su blog sólo alcanzó las 10 mil reproducciones. Aunado a esto, Samper opina que la trasmisión implica “que cada quien debe encontrar la manera de entrar en ese universo sin dejarse masacrar por el formato, agregándole algo propio pero que no le quite dignidad a su trabajo. No me imagino a (Enrique) Krauze haciendo histrionismo y ruiditos delante de una cámara de celular”.

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Piñol opina además que existe una trampa con la fama y la exigencia de las redes sociales, pues para él los escritores deben centrarse en la rigurosidad de su obra, “comunicarse con los seguidores es apasionante, pero a veces hay autores que pueden perderse en esa selva youtubera y olvidar que lo importante es el libro final, no la promo o lo simpático que seas”. Piñol cree que los mensajes que quiere transmitir pueden darse usando pluma, libreta o la hoja en blanco de Word.

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Si se tocan las cifras del alcance de los escritores que han entrado a Youtube, se encuentra que Javier Ruescas tiene 7 millones de reproducciones en su canal; Daniel Samper está por debajo con 5 millones, seguido por Andrea Rowling con 4 millones. Aunque estos no se acercan a los números de otros booktubers, como la mexicana Fátima Orozco de “Las Palabras de Fa”, que tiene 18 millones de reproducciones. Y este número está muy por debajo de los youtubers más famosos. “Dross”, por ejemplo, ha recibido casi 2 mil millones de visitas, mientras que Germán Garmendia, tan sólo en su canal principal, está cerca de los 3 mil millones de visitas.

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En cuanto a cómo esto se refleja en la venta de libros, Samper da una pequeña luz en cuanto a la proporción entre vistas y potencial de ejemplares que se venden: “Desde que hago mis videos vendo casi 400 o 500 libros por mes, que es una barbaridad, sobre todo para un libro que salió hace año y medio y que es una antología de columnas”.

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Si bien hay una conexión entre la popularidad en YouTube y las ventas que se pueden alcanzar, así como la posibilidad de mezclar el ingenio de los escritores con el contenido que se va a grabar, Ruescas advierte que ser youtuber no es fácil: “Nadie ‘debería’ hacer nada por obligación, y mucho menos algo tan personal y tan agotador como subir vídeos a Youtube. Debe hacerlo quien se sienta cómodo y quien le guste, como pasa con el resto de redes sociales. A mí me encanta y por eso lo hago”.

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“Dross” concluye una lección más para quien quiera abordar la plataforma: “La dificultad de un escritor que quiere ser youtuber es todavía más ancha, porque Internet tiene su idiosincrasia”. Para él, muchos que no crecieron navegando ignoran una cosa fundamental: la gente se comporta diferente en Internet. A veces es más crítica, a veces es más agresiva.

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Entonces, con sus beneficios y complicaciones, el escritor tiene la puerta abierta para que la cámara o el celular, desde la intimidad casera, pueda grabar segundo por segundo los gestos, la voz y la mirada de quien, en muchas ocasiones, sólo se restringía a las letras guardadas en una hoja de papel.

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Así, Samper en su video que se titula “¿Renuncio o no renuncio?”’ (a ser youtuber), grita a los cuatro vientos, a todo pulmón y con los brazos arriba “¡No renunciaré, no pasará, y aquí me quedo hasta que compren mi puto libro!”.

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¹ socialbakers.com, sitio de medición de audiencias de redes sociales por país.

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ILUSTRACIÓN: Rosario Lucas

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