Depresión y escritura, la condena de Luis Zapata
El autor de El vampiro de la colonia Roma falleció en 2020, en plena pandemia; no fue víctima de ésta pero el difícil momento hizo que pasara poco advertido. La publicación de su novela póstuma, Con R de Reality, da pie para repasar su vida y su obra: experimental, provocadora y fundacional en la temática gay
POR LEÓN GUILLERMO GUTIÉRREZ
Luis Zapata (Chilpancingo, 1951–Cuernavaca, 2020), ingresó al panorama de la literatura mexicana con una exitosa novela, tanto por su novedad temática como por su experimentación narrativa: El vampiro de la colonia Roma (1979), que vino a romper esquemas en el momento en que el Boom latinoamericano y el realismo mágico estaban apoderados del mercado editorial. Luis Zapata desde un principio marcó distancia con los movimientos literarios. Cercano en generación al grupo de la Literatura de la Onda, su narrativa buscó otros derroteros; su escritura exploró, sin perderse, por senderos apenas vislumbrados. Tampoco se dejó deslumbrar por la inmediatez de la literatura en boga en los años noventa, como la del Crack, o el realismo sucio, ni otras tendencias del nuevo milenio. Zapata no se repitió, se reinventó. En cada novela emergió un hallazgo de la imaginación y de la escritura. En el año de 2014 publicó tres novelas: Autobiografía póstuma, Escena y farsa es la vida y Como sombras y sueños. Las dos últimas son las dos caras de la misma moneda: la depresión y la escritura. En la primera, se trata de forma paródica los libros de autoayuda y superación personal, escritos por una ex deprimida que bien conoce del tema que ha sufrido en carne propia, y que por obra de la escritura es “iluminada”. Pero en la misma parodia descubrimos los escasos o nulos resultados de este tipo de literatura para los seres que viven la tremenda angustia de la depresión. En la segunda novela, el protagonista es un deprimido rotundo, un hombre que durante cuarenta años ha sobrevivido la terrible enfermedad gracias a la escritura. De esta forma, las novelas se complementan, las dos se convierten en una verdadera introspección del espacio psicológico del deprimido, y también la escritura, como el espacio posible de supervivencia. Así, tenemos que la escritura en ambas novelas se impone como exploración lingüística, de supervivencia y, por qué no, como proceso espiritual.
Escena y farsa es la vida
Luis Zapata, desde sus primeros textos se alejó de los modelos tradicionales. En Escena y farsa es la vida (La Ratona Cartonera, 2014) reiteró una vez más su afán por reconfigurar el género de la novela. Podríamos decir que el contenido se encuentra cifrado en el título mismo y que es parte del epígrafe: “Escena y farsa es la vida entera. O aprende a actuar sin tomártela en serio, o soporta los dolores”; epigrama escrito por Páladas de Alejandría, quien vivió a finales del siglo IV d. C.
En efecto, Luis Zapata, utilizando como personaje a una conferencista y escritora de libros de autoayuda y superación personal, a lo largo del texto, nos lleva a través de un monólogo delirante al mundo de una literatura también delirante, cuyas ventas y ganancias mundiales son estratosféricas. El motivo obvio es la necesidad de los seres humanos por encontrar la fórmula de la felicidad, la curación, la abundancia, el amor o el éxito. Pero el texto de Zapata va más allá de una simple parodia, nos provoca una curiosidad del conocimiento del yo por medio de la escritura, la literatura y el arte.
El novelista, traductor y dramaturgo, autor de En jirones, De pétalos perenes, Melodrama, entre otros títulos, en Escena y farsa es la vida no sólo reconfigura el género de la novela, sino que hace una propuesta novedosa de los libros de autoayuda, toma distancia de los temas convencionales y lo aprovechó para reencontrarse y reinventarse como escritor que siempre apostó por la experimentación. Detrás de la supuesta farsa se revela la creación de un discurso narrativo desconcertante, porque nada desconcierta más que lo verdaderamente original.
Como sombras y sueños
Zapata legó una vasta obra literaria en los géneros de la novela y el cuento. Así que podemos identificar algunas líneas que trazaron la geografía de su escritura ininterrumpida durante casi cinco décadas. Indudablemente, desde Hasta en las mejores familias, pasando por El vampiro de la colonia Roma, La hermana secreta de Angélica María, En jirones, Melodrama, ¿Por qué mejor no nos vamos?, Siete noches junto al mar, y Escena y farsa es la vida, el tema que permea los textos es la condición humana, entendida como la tensión entre totalidad y fragmentación, entre cuerpo y alma. En Como sombras… (Cal y Arena, 2014), por fin se vuelve protagonista la depresión. Recordemos que la angustia y las inquietudes nerviosas forman parte del rito de pasaje de la adolescencia de Adonis, personaje principal de El vampiro de la colonia Roma.
Además del proceso de la depresión, que es el más difícil y a la vez el más íntimo, convincente y conmovedor, cruza de principio a fin, en esta novela de Zapata, el proceso de la escritura, pero en este caso como verdadera supervivencia, y única posibilidad de sanación del alma y del cuerpo.
Como sombras… viene a ser un recuento y síntesis de estar postrado 39 años en depresión, enfermedades, angustia, y, sobre todo, dolor del alma, aunque permanece la duda de qué tan fiel es la historia contada por Barreto, y qué tanto hay de imaginación producto de la enfermedad que también se pone en duda. Lo que hace que el discurso mismo de la escritura conlleve a una desestabilización lingüística y aquello que aparenta historiar.
Al igual que Gregorio Samsa, de la Metamorfosis de Kafka, quien está aprisionado en un insecto, Orlando Barreto está atrapado en la mente de un deprimido que es y no es él. Gregorio está enclaustrado en su habitación, mientras Barreto, en la cama-ataúd. El narrador describe este estado en dos líneas demoledoras: “Al deprimido nada lo compensa de su condena: si la depresión fuera un castigo, sería el más perfecto de los castigos, el más inclemente”.
En Como sombras y sueños, Luis Zapata se muestra como dueño de una escritura inteligente, madura, en plenitud, y se apodera del lector en la mente de Orlando Barreto, que afirma: escribe, escribí, escribo, escribirá: estoy pasando por una depresión, me siento muy mal, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo. Sin lugar a dudas esta novela se inserta en la llamada escritura del yo o de la autoficción. Orlando Barreto no es otro sino el mismo autor.
Luis Zapata vivió en carne propia la depresión a lo largo de su vida por periodos intermitentes. La última vez se presentó a finales de 2014 y la padeció hasta el día de su muerte, el 4 de noviembre de 2020, pero no le impidió escribir, o más bien fue la escritura la forma de sobrevivirla. Luis dejó inéditas varias novelas y cuentos. Esperamos que sus herederos pronto las den a conocer.
FOTO: Luis Zapata durante una entrevista con el reportero de EL UNIVERSAL, Miguel Reyes Razo. “Yo escribo, pero no soy escritor”, decía. Crédito de imagen: Carlos Zamudio /Archivo El Universal
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