Deshonra: el lado oscuro del poder
POR JUAN HERNÁNDEZ
El dramaturgo Hugo Alfredo Hinojosa (Tijuana, 1977) escribió Deshonra, estrenada recientemente en el Teatro El Milagro, dirigida por Rodolfo Guerrero, con las actuaciones de Jorge Luis Moreno, Fernando Banda y Humberto Solórzano. Una obra descarnada, oscura, en la cual se reflexiona sobre el valor de la vida humana desde el ángulo siniestro del ejercicio del poder.
Hinojosa teje una historia en la cual experimenta con la yuxtaposición de los tiempos. En ese sentido se trata de un texto que va des-velando de a poco los misterios de la trama, mientras se sumerge, de manera profunda, en el caos moral y la naturaleza humana.
Si bien hace referencia a temas políticos, el texto de Hinojosa no pretende ser un panfleto sobre las desapariciones, los asesinatos, las triquiñuelas electorales, los fraudes, la explotación de los trabajadores, el uso indiscriminado de los recursos naturales en beneficio de una oligarquía económica y la hipocresía como reflejo de la realidad mexicana contemporánea.
La realidad amplia del mundo actual le sirve al dramaturgo para hacer puntualizaciones sobre elementos de la condición humana que permiten entender con mayor claridad el proceso de descomposición moral cuando se ostenta algún tipo de poder.
Deshonra es, pues, una obra ruda, seca y descarnada sobre los mecanismos de la perversión del hombre. Hace referencia constante a una realidad que es cercana a los espectadores en el ámbito social y político, para luego mostrar, sin tapujos, la descomposición espiritual del ser humano atrapado en las redes de la ambición y el uso, sin límites, del poder. Un poder que permite a los personajes jugar con la vida de otros hombres, a la cual le ponen precio.
Los actores Fernando Banda (Augusto) y Humberto Solórzano (Santino), interpretan a dos políticos que ya no encuentran emoción en su vida ordinaria; de tal manera que, en complicidad con otro personaje, Antón (Jorge Luis Moreno), dueño de un tugurio de mala muerte, inventan juegos abyectos para elevar su adrenalina, en los cuales el elemento principal es el desprecio por la vida de los otros y la propia, así como la denigración y la humillación.
Banda, Solórzano y Moreno consiguen un trabajo sólido de interpretación, cargados con una energía violenta, que permite mantener en vilo a los espectadores quienes, prácticamente, se encuentran dentro del espacio en donde se desarrolla la ficción, participando como testigos de aquellos juegos siniestros de los personajes con poder.
La propuesta del director Rodolfo Guerrero, originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, se centra en la intensificación de la acción, los desplazamientos físicos en el espacio, el uso golpeado y violento de las palabras, la gestualidad arrebatada, en un escenario en el que sólo hay tres mesas y el mismo número de sillas, que son manipuladas a velocidad vertiginosa, como la que lleva el ritmo de la interpretación actoral.
Deshonra tiene esa identidad violenta de la tradición del teatro del norte. Podemos apreciar en esta propuesta algunos ecos de Óscar Liera y Víctor Hugo Rascón Banda, de las propuestas escénicas realizadas por Ángel Norzagaray, en Baja California, en los años 90. No se quiere decir con esto que la dramaturgia de Hinojosa sea una copia de aquellos creadores, pero sí que responde a una cierta vena teatral que ha buscado poner el dedo en la llaga sobre la descomposición del tejido social y los mecanismos que del poder que pervierten al hombre moral y espiritualmente.
La puesta en escena muestra a dos políticos que ocupan como madriguera un lugar decadente, un tugurio en el que realizan juegos de humillación moral, física, sexual; un espacio de intimidad en el que sueltan sus demonios sin la vigilancia de la opinión pública y sin responder a las exigencias del estatus que tienen como personajes ejemplares de la sociedad.
Queda al descubierto la doble moral de quien en público muestra una imagen recta, intachable e, incluso religiosa, y en privado suda perversión y hartazgo de su propia vida, en la que ya no encuentra la menor emoción.
El actor Jorge Luis Moreno posee habilidad camaleónica en escena, para interpretar a diferentes personajes. Recurso eficaz propuesto por el dramaturgo y el director de la puesta en escena: un personaje que en la ficción tiene que jugar a representar a otros seres. La ficción dentro de la ficción. Diferentes capaz de una teatralidad apabullante.
Antón, el dueño del tugurio, se viste con medias, tacones y ligueros. Sirve de objeto sexual a uno de los políticos, y luego se transforma en un inmigrante, que juega a la ruleta rusa, con resultados trágicos.
Deshonra es una puesta en escena poderosa e impactante, tanto por el tratamiento del tema, como por la profundidad para escudriñar en el lado oscuro de la condición humana. Síntesis escénica de una parte de la realidad del mundo contemporáneo.
*FOTO: Deshonra, de Hugo Alfredo Hinojosa, dirigida por Rodolfo Guerrero, iluminación de Gabriel Pascal, con las actuaciones de Jorge Luis Moreno, Fernando Banda y Humberto Solórzano, se presenta en el Teatro El Milagro (Milán 24, Juárez), con el apoyo de México en escena, jueves y viernes a las 20:30, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, hasta el 26 de junio/ Ricardo Trejo.
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