Ejemplo colombiano en la Música clásica

Abr 15 • destacamos, Miradas, Música • 1400 Views • No hay comentarios en Ejemplo colombiano en la Música clásica

 

El Festival de Música Clásica en Bogotá ofrece una visión a profundidad en cada edición; ahora le tocó a La Belle Époque

 

POR LÁZARO AZAR
Doy fe: “Uno siempre regresa a aquellos lugares donde ha sido más feliz”, ya que si hay un lugar que disfrute intensamente, ese es Bogotá. Desde 2013, su Semana Santa ofrece bienalmente un magno Festival Internacional de Música Clásica que le valió ser declarada Ciudad Creativa de la Música por la UNESCO y, en cada edición, han ido brindando visiones a profundidad de un compositor o un periodo de la Música específico.

 

La primera, titulada Bogotá es Beethoven estuvo íntegramente dedicada a la Música de este autor y, la segunda, a Mozart. En 2017 el tema fue La Rusia Romántica y, en 2019, honraron a Brahms, Schubert y Schumann. La pandemia obligó a reprogramar su quinta entrega y ceñirla a la normatividad sanitaria del momento; aun así, en noviembre de 2021 nos reunieron en torno al periodo Barroco.

 

Este año, el festival incursionó en ese periodo que se vivió en Francia de las postrimerías del siglo XIX a las primeras décadas del XX y hoy la conocemos como La Belle Époque. Según la numeralia, del 5 al 8 de abril hubo 44 conciertos, tres funciones de ballet y tres conversatorios en 16 escenarios de siete localidades en los que participaron nueve orquestas, diez grupos de cámara, 47 solistas, ocho cantantes líricos, tres coros y dos compañías de danza cuyo desempeño apreciamos 194 mil 771 espectadores, ya sea de manera presencial o virtual.

 

Un día antes de que iniciara el festival, fui invitado a conocer el nuevo Centro Nacional de las Artes de Colombia, ubicado en el barrio histórico de La Candelaria. Este conjunto que apenas ha echado a andar suma más de 17 mil metros al emblemático Teatro Colón y dota de tres nuevas salas a la ciudad: el teatro Delia Zapata, la sala Fanny Mikey y una sala para grabaciones sinfónicas. Para edificarlo se adquirieron los predios circundantes y la obra estuvo a cargo de Alberto Escovar, exdirector de Patrimonio del Ministerio de Cultura, quien nos acompañó durante el recorrido por este imponente recinto cuya nueva entrada principal queda donde, por años, hubo un estacionamiento frente al Centro Cultural Gabriel García Márquez, esa entrañable embajada mexicana alterna que Consuelo Sáizar legó al pueblo colombiano durante su gestión en el FCE.

 

Considerando su incansable labor al frente de la Ópera de Colombia, su apoyo a las artes plásticas y el rescate y cuidadosa restauración que hizo del Teatro Colón, propongo que se nombre la totalidad de este espacio en memoria de esa admirable promotora cultural que fue Doña Gloria Zea.

 

Ante la imposibilidad de reseñar los dieciocho eventos a los que asistí, sintetizaré lo más destacado. La mayoría tuvo lugar en las salas del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, cuyo director general es ese gran Maestro de la Gestión Cultural que es Ramiro Osorio, quien —honor a quien honor merece— halló en Yalilé Cardona a una extraordinaria directora artística del festival.

 

El primer día solamente hubo dos conciertos ¡pero qué conciertos! El primero, a cargo de Marc-André Hamelin es el mejor recital al que he asistido en años. Inició con el segundo libro de Preludios de Debussy, siguió con su propia Suite à l’ancienne —estructurada en seis movimientos, como las de Bach, pero con un lenguaje moderno que me recordó a Kapustin— y culminó con una versión tan electrizante del Gaspard de la nuit de Ravel, que catapultó al público de sus asientos.

 

Ute Lemper no se quedó atrás. Acompañada de su grupo, su propuesta “Días de Paris y noches de Berlín” dejó en claro que estamos atravesando un momento similar al vivido hace un siglo, entreverando ese repertorio de Weill, Brel, Prevért y Moustaki que ella domina como nadie. ¡Qué privilegio fue escuchar también los conversatorios en que intervino Philipp Blom! A partir de las investigaciones contenidas en su libro Años de vértigo: Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914, este brillante historiador de la Cultura compartió gran cantidad de detalles que nos ubicaron en aquellos años que, ante el horror que se viviría después, ahora llamamos La Belle Époque.

 

El Jueves Santo asistí a cuatro conciertos. Me habían ponderado tanto a Leticia Moreno que sus interpretaciones de la Sinfonía española de Lalo y la Fantasía sobre temas de Carmen de Sarasate, con la Filarmónica Joven de Colombia que dirige Adrián Chamorro, me quedaron a deber: su técnica es impecable, pero su frialdad me dejó impávido. Eso sí: nada fue peor que el recital de Alexandre Tharaud, más que por su burdo touché y sus limitaciones técnicas, por su ignorancia estilística que rebasó el mal gusto. Felizmente, la Orchestre des Champs-Élysées y su directora Gabriella Teychenné cerraron el día con una gozosa interpretación de los Chants d’Auvergne de Canteloube, en voz de Karina Gauvin.

 

Del viernes que asistí a seis conciertos me quedo con la serena belleza de las obras de Lili Boulanger, Mel Bonis y Cécile Chaminade que cantó el Coro de la Ópera de Colombia, con la fabulosa versión del Concierto en Sol de Ravel que tocó Hamelin con la orquesta francesa y con la versión para dos pianos y percusión de Le sacre du Printemps que ofrecieron el Dúo Rachmaninoff y el Ensamble Sinergia.

 

Si la coreografía de András Lukács para el Bolero de Ravel que presentó el Ballet Györ de Hungría con la Sinfónica Nacional de Colombia dirigida por Leo Warynski fue un gran acierto, escuchar el Quinteto de Franck con la excelsa Blanca Uribe y el Cuarteto Q-Arte antes del Réquiem de Fauré presentado en el concierto de clausura, amerita decir que éste fue un auténtico Sábado de Gloria.

 

Para su próxima edición, que será del 16 al 18 de abril de 2025, el festival estará dedicado a la música de América de los siglos XX y XXI. Viendo cuán venidos a menos están los festivales que otrora nos dieran tanto gozo y prestigio, me pregunto si será el momento de replicar por estos lares el ejemplo colombiano.

 

FOTO: Con un emocionante concierto en el Teatro Mayor se cerró el VI Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá, dedicado a La Belle Époque. Crédito de foto: TEATRO MAYOR JMSD /Juan Diego Castillo

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