El mago del manga

Ene 25 • Conexiones • 3807 Views • No hay comentarios en El mago del manga

POR MAURICIO MATAMOROS

Aunque seguramente sigue siendo la industria editorial del entretenimiento más grande, existe la idea de que el número de lectores de manga ha caído considerablemente. Esto lo digo con base en opiniones vertidas por lectores que conozco, quienes consideran que el “boom” del manga que se vivió en el mundo occidental durante los últimos veinte años ha entrado en receso.

 

Es posible que la magnitud de la novedad del manga haya perdido cierto oropel, pero esto sólo como resultado de su proceso de adaptación dentro de la industria mundial del cómic, de la historieta. Para los no iniciados, el manga puede implicar poco más que una lectura para minorías. En Japón, por el contrario, el manga es leída por lectores de todos los estratos, edades y género; ya para cada caso hay lecturas y subgéneros específicos. Según datos reunidos por la firma Oricon el año pasado, durante 2011 las ventas totales de manga sumaron 271 billones de yenes (3,533 billones de dólares) tras 503 billones de mangas vendidos. Con esos números sería ridículo decir que la industria del manga ha entrado en receso.

 

Así, estamos hablando de una industria que lo abarca todo en Japón. Como el anime, el manga permite que sus autores más célebres se conviertan en verdaderas superestrellas, cuyas obras se consumen de manera voraz. Pero se trata de figuras distintas, cuyo culto no está producido por su forma de vestir o por su actitud desenfadada ante las cámaras; la celebridad de estas figuras, por el contrario, es producto de su talento para crear complejas historias que se serializan durante años en publicaciones semanales y quincenales, historias cuyos protagonistas resultan tan entrañables o enigmáticos que crean patrones entre sus lectores y millones de yenes en merchandising. Hace unos años, la historia de un monstruo fue un buen ejemplo de este hiperbólico éxito.

 

Esta fue la historia de un neurocirujano japonés avecindado en Alemania, en busca de un individuo conocido por el nombre de Johan —quien, prácticamente desde su gestación, fue programado para convertirse en un dictador, en un asesino, en un estratega… en un monstruo—, a quien salvó de la muerte cuando era un niño, aunque ahora busca exterminarlo por el bien de la humanidad. Esta historia, que semana a semana durante ocho años (de 1994 a 2001) se contó en el semanario Big Comic Original, ha sido una de las sagas más intensas y ricas en matices que se hayan visto en Japón en los últimos años. La publicación de los 18 volúmenes que recopilan la saga alcanzó los cien millones de ejemplares vendidos, provocó una serie en anime igualmente exitosa y actualmente existe un proyecto para convertirla en serial televisivo producido por Guillermo del Toro, quien ha dicho que prácticamente se trata de una obra “chejoviana, con una gran cantidad de personajes brillantes y muy bien delineados. Cada uno tiene su capítulo y al final de la saga cada uno es resuelto de manera satisfactoria. El autor es un genio”.

 

Este manga se titula Monster, y es obra de Naoki Urasawa, uno de los autores más leídos dentro y fuera de su país. Pero, qué es lo que debe hacer un autor para vender más de cien millones de una de sus obras? ¿Venderle su alma al Diablo o ser condescendiente con la industria y sus formas más comunes?

 

Aunque no podemos estar seguros de la respuesta a la primera opción, al leer alguna de las obras de Urasawa constatamos que en su caso la segunda opción para nada es viable, pues se trata de historias extraordinariamente bien construidas y condenadamente seductoras. Es decir, Urasawa construye obras maestras para el consumo general, exactamente como Honoré de Balzac o el mismo Charles Dickens lo hicieron hace poco menos de dos siglos. De hecho, el autor Junot Díaz (ganador del premio Pullitzer por la novela La maravillosa vida de Óscar Wao) ha comparado a Urasawa con el autor de Oliver Twist, y sobre sus logros aseguró: “Son las formas de arte tradicionalmente menos respetadas las que se adentran en el corazón de la sociedad y se enfrentan a problemas que la mayoría de la gente prefiere ignorar. Las elites culturales califican al manga con términos simplistas; sin embargo, trabajos como Monster examinan los peores capítulos de la posguerra, la historia de la Guerra Fría. Uno puede aprender más sobre el Japón contemporáneo con las obras de Urasawa que con las de alguien como Haruki Murakami”.

 

Urasawa posee la capacidad de los grandes autores populares para refractar la realidad y convertirla en una obra maestra. Aunque ha contado en algunas ocasiones con coguionistas y se apoya en asistentes para los fondos y algunos detalles de sus ilustraciones, él escribe y dibuja sus manga; así ha construido desde comedias costumbristas (Beta y Yawara) hasta intrigas y thrillers apocalípticos (Monster, Pluto y 20st Century Boys) a través de 14 obras durante una carrera de casi 35 años. Los temas suman judo, tenis, robots, rock, historietistas, medicina, infancia, adolescencia, espionaje y un abanico de posibilidades que, aunque resultan extraordinarias, competen a la vida diaria.

 

El autor cita un suceso en clase durante su infancia como el detonante de su carrera: hubo un profesor que pidió a los estudiantes que redactaran una composición sobre su familia, y un compañero de clase escribió una historia en la que todo era “felicidad, felicidad y sólo felicidad”. Aunque el maestro aplaudió al autor, Urasawa lo consideró una falacia total por lo que se concentró en redactar lo que consideró una versión más apegada a la realidad, llena de una visión pesimista, casi cómica, que enfureció al maestro, pero que a Urasawa le pareció más verdadera.

 

Así, en sus obras clave como Monster, Pluto (impactante deconstrucción de una historia clásica de Astro Boy, en la que se discute el dilema “existencial” de la inteligencia artificial) y 21st Century Boys (una fábula apocalíptica durante la cual un culto busca acabar con el mundo, entre memorias de la infancia y el rock), mucho de lo que sobresale en la vida de sus protagonistas es pesimismo y tragedia, aunque como reflejo claro de la realidad. La felicidad cabe también, pero parece tratarse de una posibilidad menor en un mundo como el que protagonizamos. Uno podría culpar a Urasawa de fatalista, mas cuando entendemos que se trata de un autor que no miente entonces crece aun más la estima por su obra. Aunque la vida de Urasawa no ha sido trágica, su olfato le permite ver lo amargo como fórmula para hablar de la existencia, y entendemos que sólo podemos culpar a Urasawa por vivir grandes cosas a través de sus personajes y tener el talento para convertirlas en nuevas historias.

 

Un autor como Urasawa merece ser leído en todos los idiomas y países. De sus obras, en México únicamente Monster fue publicada hace unos años, por Editorial Vid, y se perdió entre la poca publicidad y el prejuicio del lector común e, inclusive, del lector de cómic que sólo acepta a los productos anglosajones. Esperemos que la ignorancia no nos aleje de este autor central del siglo XXI.

*Fotografía: “Monster” es el único manga de Urasawa que ha llegado a México.

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