El otro Borges

Oct 17 • destacamos, principales, Reflexiones • 5360 Views • No hay comentarios en El otro Borges

POR LEOPOLDO LEZAMA

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En el cuento “El otro”, publicado hacia 1975 en la recopilación de cuentos El libro de arena, Jorge Luis Borges relata un insólito encuentro entre Borges a la edad de 70 años, y él mismo rondando los veinte, en un banco a orillas del río Charles, en la universidad de Cambridge. De las muchas preguntas que hizo el septuagenario, destaca la curiosidad de saber qué está escribiendo su interlocutor. El joven Borges contestó: un libro de poemas que titulará Los himnos rojos, o Los ritmos rojos, libro que, según él, “cantaría la fraternidad de todos los hombres”. “Tu masa de oprimidos y parias no es más que una abstracción. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien”, respondió el viejo Borges, abriendo una incógnita aún mayor: ¿Quién existe? Por olvido o por un deliberado afán de relegar en un sujeto alterno el hombre y el escritor que no quiso ser (o que fue y quiso borrar), Borges habla siempre de otro Borges. Un hombre ficticio, pero tan palpable como el metal o las pesadillas.

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XAbrimos un pequeño libro en rústica de portada azul. En la portada aparece de nuevo el nombre: Jorge Luis Borges. Hacia la página 31, nos encontramos con el siguiente fragmento perteneciente a un poema llamado “Himno del mar”: Un himno /constelado de imágenes rojas, lumínicas./Oh mar! oh mito! oh sol! oh largo lecho!/ … Sé que somos muy viejos/Que ambos nos conocemos desde siglos. Si leemos más abajo, la nota al pie nos informa: “Himno del mar” habría pertenecido al segundo libro que Borges destruyó: [el libro] fue titulado Los salmos rojos o Los ritmos rojos. Era una colección de poemas —alrededor de veinte— en verso libre, como elogio a la revolución rusa, a la hermandad del hombre, al pacifismo. Autobiografía, 1970. En aquel encuentro extraño (no imposible), el joven Borges no mintió acerca de la existencia del libro de poemas.

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Esto podemos constatarlo gracias a la publicación de tres volúmenes que la editorial Debolsillo ha titulado Textos recobrados, que contienen más de mil páginas con gran parte parte del material que Borges decidió dejar fuera (¿olvidar?) de sus ediciones definitivas: poesía, prosas varias, relatos, artículos periodísticos, reseñas, cartas, presentados en orden cronológico y bajo un estricto criterio filológico (cada texto va acompañado con notas, comentarios, y la fuente original). Esta compilación, gracias a la consulta de una gran cantidad de archivos (incluido el personal) y a una titánica búsqueda hemerográfica, ahora ponen a la mano una recopilación fundamental para ahondar en el universo literario del autor argentino. Se trata del reflejo oculto, las ruinas expuestas que nos permiten ver el proceso escritural de Borges desde la publicación de Fervor de Buenos Aires en 1923, hasta los escritos reunidos después de su muerte y no incluidos en los cuatro tomos de sus obras completas. Queda a la intemperie el Borges en construcción, el joven retórico de la década de 1920, años de mucha actividad que, no obstante, para su autor tienen un valor minúsculo: siento sólo una remota relación con la obra de aquellos años, diría en su autobiografía. En este primer periodo atiborrado de poesía, manifiestos y estudios sobre estética (el ultraísmo, la lírica expresionista, la metáfora y el paisaje: la llanura es un dolor pobrísimo que persiste./La llanura es una estéril copia del alma, dice en “Los llanos”) nos llama la atención un Borges erótico, que se verá muy poco en el resto de su obra.

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Lejos de los años de tentativas, el tomo segundo (1931-1955) remite a un Borges maduro, disperso en diarios y revistas. Aquí descubrimos al severo prosista cuyo pensamiento destella en poemas y reseñas, como en ésta de Encuentro del allá seguro de Wally Zenner (reunión de poemas fúnebres), donde dice: La muerte, nuestra más vasta posesión y la más ignorada, echa sus sombra planetaria sobre estos versos. A los estudios históricos (la poesía portuguesa, la poesía clásica argentina) y textos de corte humorístico (una misiva con Alfonso Reyes en la que recuerdan los estornudos famosos en literatura; una perorata de Borges en contra del uso del sombrero), se suman ensayos magníficos: “La eternidad y T.S Eliot”, “El propósito de Zarathustra”, “La génesis de El cuervo de Poe” o “Las pesadillas y Franz Kafka”, en el cual Borges habla de la “disciplina literaria” de componer sueños. También aparece un texto singular: “Leyes de la narración policial”, que es un curioso (y no menos sugerente) recuento de “mandamientos” acerca de cómo hacer relatos policiales: A) Un límite discrecional de sus personajes. B)Declaración de todos los términos del problema. C) Avara economía de los medios…

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El libro tercero es vasto en conferencias, discursos, entrevistas y opiniones de carácter político (las Malvinas, el peronismo, Cuba, Israel, la censura, el papel de la cultura). Aquí escuchamos al escritor reconocido que responde al elogio internacional. De este modo, podemos leer un estudio formal del último capítulo de Don Quijote leído en la recepción del doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Cuyo, las palabras con motivo del Premio Cervantes, o el discurso que Borges pronunció al ser nombrado miembro de la Academia Argentina de la Lengua.

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Con los tres tomos que componen los Textos recobrados, visitamos el territorio que el poeta había guardado a la desmemoria. Conocemos la vasta producción que el también traductor relegó a un segundo plano. Gracias a estos archivos, hoy sabemos que el tema del otro anidó en Borges mucho antes que en el célebre cuento de la banca junto al río y en el no menos celebrado Borges y yo (Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas… Yo he de quedar en Borges, no en mí, si es que alguien soy). De 1932 es un texto publicado en el diario El litoral: “El querer ser otro”, breve ensayo en el que el autor se interroga por el sentido del deseo de ser otro. Ese otro Borges, el traspapelado por sí mismo, hoy se hace visible.

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Textos recobrados, Jorge Luis Borges, México, DeBolsillo 2015.

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*FOTO: Estatua del escritor Jorge Luis Borges afuera de la Biblioteca Nacional, en el barrio argentino de La Recoleta/Archivo El Universal.

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