El principio de Arquímedes, montaje de poca profundidad

Mar 15 • Escenarios, Miradas • 5435 Views • No hay comentarios en El principio de Arquímedes, montaje de poca profundidad

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

Una niña le dice a su padre que vio al instructor de natación besar en la boca a un compañero de su grupo. Rubén (Mariano Palacios) asegura que fue un beso inocente en la mejilla, que le dio al pequeño para tranquilizarlo. No se sabe quien dice la verdad. Ese es el dilema moral y el conflicto de la obra El principio de Arquímedes, del catalán Josep María Miró (Barcelona, 1977), dirigida en México por el joven director de teatro Diego del Río.

 

El texto del autor catalán es inquietante en la medida que pone sobre la mesa un tema sensible y actual: el abuso sexual en contra de menores. La obra se centra en la duda respecto a quien dice la verdad y, en ese sentido, refiere a la posibilidad de victimizar a un inocente tras el juicio social.

 

La obra exhibe a una sociedad exacerbada por los escándalos difundidos por los medios de comunicación masivos. Las hordas salen a tomar justicia por su propia mano y, en el caso del drama escrito por Josep María Miró, los niños son convertidos en agresores en una acción que pretende ser justa.

 

El autor exhibe a la sociedad en estado salvaje e intolerante, establece la reflexión sobre los límites que determinan hasta dónde es aceptable el contacto físico y las demostraciones de afecto de un adulto hacia un menor, y revela prejuicios como el que relaciona a la pederastia con la homosexualidad.

 

La obra tiene un personaje extra escénico, que es esencial: el público, colocado en la posición de jurado que observa, escucha y carga sobre sus hombros la difícil tarea de discernir y emitir un veredicto que hará eco en su conciencia, con resonancias morales indiscutibles.

 

Desafortunadamente el montaje mexicano del texto catalán se queda corto en términos de ponderación del conflicto dramático. El dilema moral que propone la obra se diluye en un montaje complaciente, que le apuesta a la asepsia formal, así como a los efectos escénicos y el atractivo visual (véase el cuerpo exuberante de Mariano Palacios, quien es desnudado en dos ocasiones) que atrapan con facilidad la atención del público.

 

Advertimos en el modo de dirigir de Diego del Río –egresado de la licenciatura en Teatro de la UDLA Puebla en el 2012- algunas resonancias del estilo de dirección de Francisco Franco, uno de los directores consolidados tanto en teatro como en televisión y cine, quien logró hacer una mixtura de lo mejor del quehacer teatral comercial y del llamado teatro de búsqueda.

 

El joven director, sin embargo, aún revela inconsistencias, sobre todo en lo referente a la dirección de actores. Y es que con la excepción de la actriz Fernanda Borches en el papel de Ana, la directora de la escuela de natación, los demás intérpretes Humberto Busto como Héctor –compañero del instructor acusado-, Mariano Palacios como Rubén –el supuesto pederasta- y Héctor Kotsifakis como David –padre de uno de los niños- relajan de tal modo el tono de su actuación que hacen inverosímil el conflicto de la obra.

 

La actriz Fernanda Borches mantiene la tensión dramática, su personaje expresa un conflicto serio en relación con el dilema que enfrenta; Mariano Palacios no manifiesta de manera sólida en su interpretación el peligro que corre su personaje Rubén, quien podría ser linchado; mientras que Héctor Kotsifakis, como David, el padre de uno de los niños que podrían estar en peligro de ser víctima de pederastia, no expresa una preocupación verosímil tomando en cuenta la gravedad del caso.

 

Lo más sobresaliente de la puesta en escena es la escenografía diseñada por el experimentado Matías Gorlero, quien construye el vestidor privado de los trabajadores de la escuela de natación, a partir de una estructura que permite cambios de perspectiva para apreciar las escenas desde diferentes enfoques, lo que resulta eficaz también para el desarrollo no lineal de la historia, que se cuenta a partir de saltos en el tiempo.

 

El principio de Arquímedes es un texto actual (traducido al español por Eva Vallinez Menéndez), con un lenguaje fresco, contemporáneo y de gran pertinencia, que no encontró en la dirección de escena la vía para expresarse con toda su fuerza.

 

 

*Fotografía: Mariano Palacios y Humberto Busto actúan en la puesta en escena/ CORTESÍ INBA

 

 

 

 

 

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