El retorno de “Bruno”, el albatros patas negras, a Isla Guadalupe
Un proyecto científico donde participan México y Estados Unidos para preservar a esta ave en peligro de extinción, que sorteó desafíos cómo la traslocación de huevos
a más de 5 mil kilómetros de distancia
POR FABIÁN DURÁN
Después de más de dos décadas de arduo trabajo de conservación en la Isla Guadalupe, el límite más occidental de nuestro territorio en el Pacífico mexicano, los científicos del Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI) recibieron una visita inesperada a mediados de febrero, dos albatros patas negras (Phoebastria nigripes), que fueron criados en esta isla como resultado de un complejo proceso llamado traslocación. Este proceso consiste en transportar una especie desde una localidad a otra con el objetivo de rescatarla a través de la repoblación en condiciones óptimas. En el caso de este tipo de albatros, la amenaza que enfrenta es la elevación del nivel del mar en su hábitat, en Hawái, debido al cambio climático.
Para el doctor Julio Cesar Hernández Montoya, director del proyecto de conservación y restauración de la Isla Guadalupe del GECI desde 2010, esta es la culminación de un sueño que ha perseguido durante toda su carrera profesional: “El trabajo previo a iniciar el proyecto de la traslocación del albatros patas negras tuvo que ver con 20 años de monitoreo de la población de albatros de Laysan, conocer perfectamente cómo se está comportando la población, su densidad, su lugar de alimentación, el éxito reproductivo, sus huevos, sus polluelos, es decir, cuál es el éxito de supervivencia”.
La preparación para este proyecto incluyó la restauración de una isla que hace 25 años tenía un paisaje completamente diferente al que se observa ahora. Las poblaciones de fauna y los pocos parches de vegetación que existían eran solo un vestigio de lo que actualmente es la Isla Guadalupe.
La Isla Guadalupe, al igual que muchas otras islas en el mundo, ha sufrido los estragos causados por especies invasoras que llevaron hace 20 años a la extinción de poblaciones de plantas y animales. Las cabras, introducidas por habitantes dedicados a la caza de mamíferos marinos, prácticamente diezmaron un bosque compuesto por especies endémicas que abarcaba 4 mil hectáreas, reduciéndolo a sólo 85 hectáreas. Fue hasta 2002, gracias a las acciones de la organización civil del GECI y a la colaboración de distintas instancias gubernamentales como la Comisión de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Secretaría de Marina (Semar), la Secretaría de Gobernación (Segob), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), que se comenzó con la erradicación de las voraces cabras. Estos esfuerzos establecieron los cimientos de la restauración de la isla y permitieron organizar proyectos innovadores, como la translocación de albatros de patas negras.
Para el albatros patas negras, los efectos del cambio climático como la elevación del nivel del mar son devastadores, ya que construyen sus nidos en playas arenosas en el atolón de Midway, en Hawái. Este incremento amenaza sus áreas de anidación y reproducción, poniendo en peligro a esta especie, considerada “casi amenazada” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin la intervención de los especialistas en conservación de vida silvestre, las posibilidades de supervivencia de esta especie son escasas.
La traslocación de esta especie es vital, ya que, a diferencia de su pariente cercano, el albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis), la población de albatros patas negras es mucho menor.De acuerdo con el doctor en manejo de recursos naturales Julio Hernández, “estamos hablando de que hay cerca de 600 mil parejas reproductivas de albatros de Laysan, mientras que de albatros patas negras hay aproximadamente 50 mil parejas reproductivas en todo el mundo. Esto significa que casi hay una pareja de patas negras por cada 11 de Laysan. Es mucho más complicado que puedan colonizar otro lugar cuando el hábitat donde están anidando se está acabando”.
El trabajo previo en la Isla Guadalupe
Otra especie exótica invasora que fue devastadora y que impactó directamente en las especies de aves en la Isla Guadalupe fue el gato feral, una especie doméstica introducida en el siglo XIX. De acuerdo con el doctor Federico Méndez, director del GECI, “el gato feral en la Isla Guadalupe ha causado la extinción y extirpación de al menos seis especies de aves endémicas, tanto terrestres como marinas”.
Los científicos que han monitoreado las poblaciones de aves en la Isla Guadalupe documentaron cómo, en 2003, un solo gato depredó a 30 albatros de Laysan en unas pocas horas. Desde 2008 se ha llevado a cabo un control de la población de gatos ferales. La campaña para el control poblacional del gato feral ha sido exhaustiva en la isla. “Principalmente estábamos protegiendo a las colonias de anidación de albatros, duramos muchos años. Lo primero que hicimos consistía en poner trampas alrededor de las colonias para evitar que los gatos, en una sola noche, pudieran hacer la matanza de decenas de adultos o pollos”, explica Julio Hernández.
Para eliminar esta amenaza en la principal zona de anidación de albatros, en 2014 se instaló un cerco de exclusión con una longitud de 730 metros en la Punta Sur de la isla. Esto creó una superficie de 64 hectáreas libres de esta amenaza.
Los esfuerzos por convertir esta isla en un santuario de conservación han dado resultados significativos en las poblaciones de albatros de Laysan, lo cual permitió cimentar una de las componentes más importantes del proyecto de traslocación del albatros patas negras. Según el doctor Hernández del GECI, “cuando iniciamos los trabajos de conservación de la especie, teníamos alrededor de 50 a 60 parejas en Punta Sur en la isla principal. Hoy, tenemos más de 500 parejas, gracias al control de gatos, al cerco de exclusión y al inicio de la erradicación”.
Las jornadas en la isla para cuidar a las colonias de anidación de aves, supervisadas por los especialistas en conservación de estos ambientes, se ajustan a los ciclos reproductivos de al menos ocho especies de aves. Estas actividades comprenden la observación a distancia y la manipulación de las aves para tomar medidas, colocar anillos de identificación, GPS y GLS (localizadores) con el fin de rastrear su ubicación, así como la colecta de muestras para diversos análisis genéticos e isotópicos.
“Las actividades son continuas , no son repetitivas, se tienen que ajustar día con día, pero todas están relacionadas con el cuidado, la vigilancia, la cuantificación, la toma de muestras, los análisis, estar con todos los sentidos muy abiertos y con la información más veraz para tomar decisiones, para actuar de inmediato y poder tomar las mejores decisiones para conservar estas especies con las que trabajamos”, expone Julio Hernández.
Establecer un reto de colaboración internacional
Los éxitos de conservación del albatros de Laysan fueron reconocidos en todo el mundo, publicados en artículos especializados y presentados en congresos y reuniones. Julio Hernández nos explica cómo, a diferencia de otras colonias en el mundo, la de Punta Sur en la Isla de Guadalupe se fortalecía gracias al trabajo de conservación e investigación que llevaban a cabo:
“Mientras nosotros presentábamos en congresos internacionales cómo cada vez teníamos mejores resultados y una población más grande, con mayor éxito reproductivo y una mayor supervivencia de individuos juveniles que se reincorporaban después a la colonia como adultos reproductivos, en otros lugares del mundo era lo contrario. En el caso de nuestros colegas hawaianos, sus poblaciones de albatros enfrentaban eventos climáticos, como el aumento de la temperatura oceánica y ambiental, una mayor intensidad y frecuencia de huracanes y tormentas, el aumento del nivel del mar, inundaciones y erosión de islas muy bajas, además de la presencia de especies exóticas invasoras en algunas islas donde anidaban estas poblaciones de albatros, y la ingesta de plásticos”.
Los buenos resultados obtenidos en la Isla Guadalupe permitieron a los especialistas en conservación desarrollar una ambiciosa idea para rescatar a este especie de la extinción. Las condiciones que habían creado invitaban a sumarse a una tarea sin precedentes; el albatros patas negras necesitaba ayuda, y la Isla Guadalupe, con su creciente colonia de anidación de albatros de Laysan, abría varias ventanas de oportunidad.
“Como todo proyecto, obviamente tiene sus retos, pero este en particular por realizar una colaboración binacional enfrentó grandes desafíos en términos de gestiones, permisos y logística en ambos países. Este proyecto fue gestado durante 2019 y 2020. En 2019, se llevaron a cabo las conversaciones para planificar los detalles con Pacific Rim Conservation, así como la búsqueda de financiamiento. Para 2020, en medio de la pandemia, nos dedicamos a gestionar todos los permisos. Hubo varios desafíos; el primero fue convencer a las autoridades mexicanas de la valía y necesidad del proyecto, asegurándoles que estábamos bien preparados y que conocíamos lo que estábamos haciendo. Por otro lado, también fue necesario convencer al gobierno de Estados Unidos de que la Isla Guadalupe en México era un lugar idóneo para la reintroducción de los albatros patas negras nacidos allí”, detalla el doctor Federico Méndez.
El rescate y repoblación del albatros de Laysan
La descripción del proyecto de rescate de albatros patas negras consiste en recolectar huevos y polluelos de las playas arenosas en la Isla Sand, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Atolón de Midway, Estados Unidos, y trasladarlos a la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe, en México. Luego, se les proporciona cuidado y crianza por parte de especialistas en conservación, quienes monitorean su crecimiento desde que son huevos o polluelos hasta que alcanzan la madurez para volar. Este esfuerzo busca preservar la especie, amenazada por la elevación del nivel del mar debido al cambio climático.
La translocación del albatros patas negras es altamente compleja: implica cuidar aspectos como el reconocimiento del lugar de nacimiento de los polluelos para regresar a él durante la reproducción y anidación. Este proceso, conocido como filopatria según los especialistas, se realiza utilizando las estrellas como guía. El doctor Julio Hernández explica: “La impronta es esta relación de ubicarse en dónde nacieron para cuando ellos crezcan regresar a reproducirse al mismo lugar. Estas especies se ubican con el cielo y las estrellas, entonces necesitábamos transportar a los polluelos en el momento exacto, es decir: después de que pudieran controlar su temperatura por ellos mismos y antes de que se ubicaran en Hawái”.
El proyecto de traslocación de albatros patas negras es uno de los más desafiantes en cuanto a distancia se refiere, ya que implica mover huevos y polluelos a una distancia de 5 mil 715 kilómetros en línea recta, con escalas para trámites de exportación, importación y salubridad, que suman un total de 6 mil 150 kilómetros. Además, esta repoblación en la Isla Guadalupe involucra un proceso denominado translocación cruzada.
“Un reto del proyecto era que íbamos a utilizar padres adoptivos, eso no se había utilizado, se llama translocación cruzada, es decir, retiramos una especie y la dimos en adopción a otra, pues si bien son especies hermanas, son diferentes entre sí”, reconoce el doctor Hernández.
El conocimiento meticuloso de la especie de albatros de Laysan permitió un detallado control de la colonia de anidación para seleccionar a los mejores padres. “Tenemos un registro de todo el árbol genealógico a lo largo de más de quince años de todas las parejas reproductivas de albatros de Laysan”, señala Hernández.
El proyecto de translocación está en su cuarto año. Según la página de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, entre 2021 y 2023 se han criado un total de 93 polluelos de albatros patas negras en la Isla Guadalupe. Actualmente se están criando otros 34 que fueron transportados en enero de 2024. Durante el primer año, se transportaron huevos y polluelos, y se utilizó la técnica de translocación asistida, que consiste en criar los polluelos con la asistencia de los científicos en condiciones muy controladas.
“Los nueve pollos del primer año fueron unos súper pollos, se fueron de la isla siendo unos súper pollos. Fueron muy bien alimentados, con una dieta perfecta diseñada por un nutriólogo según sus necesidades. Estábamos pesándolos todos los días para mantenerlos dentro de los parámetros de crecimiento establecidos, utilizando datos recabados de proyectos en Hawái, Japón y de nosotros”, explica Julio Hernández.
Para el 2022 y 2023, años en que concluyeron los vuelos de los “volantones”, nombre que reciben los albatros juveniles cuando alcanzan la madurez para volar de la isla a nuevos horizontes, sólo se transportaron huevos. Sin embargo, la metodología de translocación asistida se adaptó a los cambios y fenómenos climáticos que sufre nuestro planeta y, por consiguiente, toda la vida en la tierra.
En 2022, los científicos de GECI decidieron transportar sólo huevos, ya que las condiciones para los polluelos eran muy adversas debido a las horas de vuelo y al estrés que experimentaban durante el transporte.
“Hay años buenos y malos en cuanto a las condiciones climáticas. En 2022, fue un año bajo los efectos de La Niña, con déficit de alimento para los albatros. Entonces, los padres que estaban criando polluelos, tanto de albatros de Laysan como de patas negras, estaban tardando mucho en regresar con el alimento. Los viajes eran más largos en tiempo y distancia, y los periodos de ayuno de los albatros eran mayores. Fue muy dramático porque empezamos a ver cómo se estaban muriendo de inanición los polluelos. Empezamos a implementar la alimentación asistida, que consiste en que, aunque los estén alimentando sus padres, si llega a haber eventos en los que veamos que el polluelo requiere más alimentación o hidratación, se la proporcionamos”, explica el doctor Hernández.
El retorno de Bruno y Hope
La mañana del 9 de febrero, mientras Julio Hernández regresaba la Isla Guadalupe para trabajar en la repoblación de una nueva especie que se encuentra al borde la extinción, el petrel de Ainley (Hydrobates cheimomnestes), una mancha negra en medio de una colonia blanca de albatros de Laysan llamó su atención.
“Curiosamente, ese día iba regresando a la Isla Guadalupe con Robbie, mi compañero de Pacific Rim Conservation. Venía manejando y estaba maravillado de ver la cantidad de albatros de Laysan que se veían en la colonia después de haber estado un par de semanas fuera de la isla. Venía muy entusiasmado de regresar a casa. Cuando volteé y vi un albatros patas negras adulto en medio de la colonia del albatros de Laysan, no daba crédito. Era algo que mis ojos nunca habían visto. Me detuve y poco a poco fue aumentando la emoción. Lo primero que pensé es que era un inmigrante. Nos acercamos sigilosamente y cuando alcancé a ver que tenía un anillo anaranjado, supe que era un albatros patas negras que había salido de la Isla Guadalupe como volantón. Cuando vi el número con los binoculares, inmediatamente lo reconocí. Era el No. 5, Bruno, que correspondía a uno de los individuos que trajimos desde Hawái como polluelos en el 2021”.
Dos semanas después, la sorpresa fue aún más grande. Hope, el albatros No. 28, también perteneciente al grupo de huevos traídos en 2021, regresó a la Isla Guadalupe. Mientras Julio Hernández Montoya regresaba de su monitoreo al Morro Zapato, uno de los islotes, su equipo lo sorprendió saludándolo con el signo de paz. Pero lo que sus colegas le indicaban era que había dos albatros patas negras en la colonia. Entre abrazos y festejos, el grupo de científicos celebró el regreso de una hembra adulta de albatros patas negras a la Isla Guadalupe.
Para el director del GECI, el doctor Federico Méndez, este logro tiene mucho significado para la conservación de la biodiversidad a nivel global “ya que este proyecto es de aquellos que se implementan con una visión de muy largo plazo en donde los resultados no son inmediatos. Tenemos pequeñas metas, en un primer paso logramos que todos los polluelos y huevos traídos, o la gran mayoría, sobrevivieran y se fueran como volantones; la segunda meta es que estamos logrando el retorno de dos albatros patas negras. Para nosotros es una maravilla y nos alienta a seguir adelante. Confirma que todos los preparativos, quemarnos las pestañas, toda la investigación y ciencia detrás, el intercambio de experiencia y conocimiento entre los colegas de Estados Unidos, todos los permisos y logística valió la pena y fue adecuado y suficiente”.
FOTO: Un albatros patas negras adulto en la Isla Guadalupe, a su regreso. Crédito de fotografías: © GECI /J.A. Soriano
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