El teatro desgarrador de Marco Petriz: la puesta en escena de “Hablando con ellas”
Hablando con ellas son las voces de todas las mujeres víctimas de trata y explotación sexual. Marco Petriz, autor y director, estrenó la obra en la Casa de Ensayo, en Tehuantepec, Oaxaca, y ratificó su solidez artística con un proyecto artístico de 34 años, con el Grupo Teatral Tehuantepec. Las funciones son viernes, sábados y domingo a las 20:00, hasta el 19 de diciembre
POR JUAN HERNÁNDEZ
Alexander canta en Zapoteco. Tiene sus ojos pequeños y rasgados, los labios gruesos y la piel quemada por el sol. Trae gorra en la que oculta, tímido, su rostro indígena.
— ¿Vas a ir al estreno de Marco Petriz?— preguntamos. —No sé ni dónde es—, responde y sigue con su canción de cuna en Zapoteco. Transitamos por la carretera entre Huatulco y Tehuantepec. En ese tramo la señal de lo teléfonos móviles no existe. Hasta ahí no llega la sofisticación de las grandes ciudades civilizadas. Es otro mundo.
En ese mundo las personas hablan de las plantas, los animales y las estrellas; del trabajo duro que apenas les da para comer. Cuando la realidad les alcanza, entonces un mezcalito para olvidar.
La sensación de estar en otra dimensión de tiempo y espacio acelera el corazón. La entrada a Tehuantepec, con su gente en sandalias y vestuario tradicional, incrementa esa sensación de extrañamiento.
A las siete y media de la noche ya hay fila afuera de la Casa de Ensayo del Grupo Teatral Tehuantepec, en donde se escenificará la obra de Marco Petriz, casi una celebridad en la comunidad tehuana; conocido por su estrafalaria profesión: el teatro.
— ¿Teatro de qué?
— Del entorno— , dice Petriz.
Nervioso, apasionado, el director de escena se mueve como león enjaulado en el espacio. “Porque en el teatro se te va la vida. Es una actividad de vida o muerte”, dice con absoluta seriedad.
Marco Petriz se atrinchera en ese universo mágico de Tehuantepec, región istmeña en la que supervive una de las culturas originarias de México: la zapoteca.
El público ya ingresó a la Casa de Ensayo, construcción remodelada en la que se respiran historias y se ocultan secretos. No es teatro convencional, no hay un escenario con proscenio, ni una división tajante entre el público. El espectador, de hecho, puede casi sentir la respiración de los actores, su humor, y cimbrarse con los sentimientos y las pasiones que viven como verdad los intérpretes en el instante escénico que transcurre en el devenir de la vida.
Hablando con ellas se llama la obra. “Es sobre mujeres”, se anticipa uno. En el centro del patio hay un artefacto circular, construido para la acción. Un tubo fijo para resistir el peso de las actrices. Los espacios en los que el drama sucede de manera sonora transita del oído a la consciencia.
Los personajes son: “La niña” (Zoe B. Peto Gómez), “La tía More” (Azucena Gómez Desales, “Piel de ángel” (Gabriela Martínez), “La zapoteca” (Monica Jiménez Ramírez, “Mujer” (Marsel Toledo) y “El teniente” (Hugo Ramírez).
Varias decenas de obras preceden a este nuevo drama de Petriz. Obras que desvelan las obsesiones del autor y director. Obras que se adentran en la violencia soterrada en comunidades que guardan secretos siniestros.
Hablando con ellas es el desmantelamiento del secreto; es el enfrentamiento valiente, desde el teatro, de una verdad cruel: la esclavitud sexual, el secuestro y la pérdida de libertad de las mujeres explotadas para el beneficio de un “monstruo” que no tiene cara, ni nombre o identidad, pero que devora dignidades y consciencias.
Marco Petriz se va por la vía compleja, la que hace reflexionar sobre quién es la verdadera víctima. No hay respuesta. Hay preguntas, cuestionamientos y un distanciamiento necesario para que el público asuma el discurso y tome posición.
Los actores de esta puesta en escena han trabajado años el lenguaje propuesto por Petriz en el Grupo Teatral Tehuantepec, una de las pocas compañías estables de teatro en México; un lenguaje que es concebido desde las entrañas de una comunidad concreta, para universalizarse en el desentrañamiento de la condición humana.
Mujeres en pugna, víctimas y victimarias; un hombre que sólo conocemos por su voz, encerrado en un cuarto, desde donde parece erigirse como autoridad, aunque en la verdad teatral no es más que otra víctima más de ese sistema abstracto de la violencia que violenta y pasa por encima de la dignidad del ser humano.
La obra termina y el público sale por el mismo pasillo por el que acaban de pasar las muertas liberadas por su finitud. El devenir de la vida continúa afuera, en esas calles de casas de teja, de trazo arbitrario, en el que el polvo se cuela entre los zapatos o los dedos de los pies en sandalias. En los sentidos de los espectadores todavía resuena el apoteósico fragmento de La flauta mágica, de Mozart, mientras la escena iba oscureciendo poco a poco, para desvanecerse para siempre y trascender gracias a la memoria colectiva. Así es el teatro en Tehuantepec.
FOTO: Hablando con ellas se estrenó la obra en la Casa de Ensayo, en Tehuantepec, Oaxaca/ Crédito de foto: Sergio Leyto/Cortesía Grupo Teatral Tehuantepec
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