El otro lado de Zapata
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Conchi León regresa a la escena con la Compañía Nacional de Teatro con una obra que critica de frente el machismo de la cultura mexicana
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POR JUAN HERNÁNDEZ
La puesta en escena Las mujeres de Emiliano Zapata, escrita y dirigida por Conchi León (Mérida, Yucatán, 1973), estrenada en el Teatro Orientación, evidencia una zanja entre la estética del texto, antisolemne y coloquial, y el estilo formal y ascéptico que identifica el trabajo de la Compañía Nacional de Teatro.
El imaginario de la dramaturga Conchi León es, con frecuencia, divertido, ameno, lleno de recursos retóricos que aluden al lenguaje popular. A la sabiduría de los pueblos y sus tradiciones, León le pone su toque creativo. Revitaliza aquello que ha observado en la cotidianidad, a partir de la representación estética del texto dramático. En su dramaturgia encontramos la facilidad de la palabra audaz y la proposición de la acción como un acto eminentemente lúdico.
Identificar la voz de la autora y también directora, en la puesta en escena de Las mujeres de Emiliano Zapata resultó tarea difícil, dada la tensión entre lo que la creadora deseaba conseguir y el estilo de una compañía, forjado tras varios años de trabajo estable.
Pensamos que tal vez la obra de Conchi León no le quedó bien a la Compañía Nacional de Teatro o a la inversa. La cuadratura estilística de la agrupación artística, subsidiada por el INBAL, se daba de frente con la juguetona propuesta de la dramaturga, acostumbrada a saltar las trancas de la seriedad académica. Y aún cuando ella misma dirige la puesta en escena, el tono que persigue se diluye en fórmulas probadas y rígidas del teatro.
Conchi León escribió Las mujeres de Emiliano Zapata por invitación de la Compañía Nacional de Teatro en el 2019, para conmemorar el centenario de la muerte del líder de la Revolución Mexicana.
Leímos algunas de las entrevistas que la autora ofreció en distintos medios, en los que hablaba de presentar el lado humano del caudillo. De acuerdo con sus palabras, la dramaturga se negaba a homenajear a un hombre que había secuestrado mujeres y era un representante del machismo. Así que haría ¡un Zapata feminista!
La obra dista mucho de ese objetivo. Tampoco hay una humanización del icono. Todo lo contrario. La figura del revolucionario queda intacta como leyenda; desde el planteamiento de su nacimiento, predestinado a ser quien fue, refrendado en el texto de León, cuando dice que nació con bigote y sombrero.
Tampoco se humaniza al caudillo cuando se le presenta como un secuestrador de mujeres, ni se le convierte en “feminista” cuando se hace alusión a la supuesta homosexualidad del líder revolucionario, citando el diario de Amada Díaz, la hija de Porfirio Díaz, quien estuvo casada con Ignacio de la Torre y Mier, con quien Zapata habría tenido amoríos.
Por más que buscamos descubrir al Zapata “feminista” del que Conchi León habló, no pudimos hallarlo: ni en el texto, ni en la proposición escénica. Esta última sí, llena de recursos teatrales: el uso de la máscara y la yuxtaposición de la danza popular como recurso potenciador del montaje.
El machismo resaltado de Zapata, la idea del revolucionario que secuestraba mujeres, muy mal, sí, parece decir el texto de León, pero las dejaba satisfechas. Este planteamiento resulta todo lo contrario a una posibilidad de discurso feminista. Ni siquiera es posible apreciar, en toda su magnitud, la referencia que la autora y directora hace al feminicidio, figurado en los nombres de mujeres que murieron como consecuencia de crímenes de odio.
Reza el dicho que no se puede quedar bien con dios y con el diablo. Un señalamiento que podría servir para entender las debilidades de la obra teatral. La autora se comprometió a escribir una obra conmemorativa del centenario de la muerte del ídolo de la Revolución Mexicana, en la estructura institucional de la Compañía Nacional de Teatro y, al mismo tiempo, se negó a hacer homenaje al caudillo, secuestrador de mujeres, porque lo consideraba aberrante, desde una actualidad en la que los feminicidios son constantes y cotidianos.
Conchi León parece entrar en conflicto cuando debe conciliar sus convicciones y lo políticamente correcto; de tal modo que ni humaniza a Emiliano Zapata, quien permanece incolume como leyenda de la Revolución Mexicana, y tampoco genera un discurso reflexivo sobre la tragedia de los feminicidios.
La tibieza y falta de profundidad, en asuntos de enorme complejidad, tratan de disimularse en la parafernalia escénica, el chistorete y el indiscutible talento de las actrices para salir victoriosas de tan difícil faena.
FOTO: Las mujeres de Emiliano Zapata se presenta de jueves a domingo en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque hasta el 22 de noviembre./ Sergio Carreón Ireta/ CNT
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