En el lugar de siempre

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POR MARÍA RIVERA

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Felicidades a todas las personas que están orgullosas de ser lo que son

Juan Gabriel, en su último concierto, 26 de agosto del 2016

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Aquí estoy en esta cantina, Juanga. Aquí estamos todos, llorándote, en esta cantina que esta noche se llama México, aquí donde bailamos, sudamos, sollozamos, nos abrazamos, nos juramos amor eterno, nos traicionamos; aquí estamos todos, Juanga, míranos cantando junto a tu estatua, aquí en Garibaldi, en el Tenampa, aquí frente a tu casa, en Ciudad Juárez, detuvimos el auto y pusimos tus canciones, nos pusimos a bailar, a cantarte, aquí junto a los mariachis, arremolinados, pegaditos, unos contra otros, para ver si se mueve un pelo de tu estatua, para ver si es cierto lo que nos dijeron en la radio, vimos en tuiter, lo que están pasando en la tele; venimos a cantarte para que el concierto siga, no se apague, queremos la última, te chiflamos, te aplaudimos, te gritamos, otra, otra, otra, por eso venimos, Juanga, a bailar en la calle, salimos de nuestras casas a aplaudirte de pie con nuestras lágrimas, a corearte desde tramoya y los palcos, desde el palenque y el zócalo, porque queremos abrazar el coro de fantasmas que canta en nuestra memoria, los que amamos y se fueron cantándote en una noche encendida. Eso venimos buscando, que nos abras mágicamente las puertas, nos entregues el concierto de nuestra vida que se agota, del país que se nos muere. Venimos a esperar que aparezcas en el escenario, con tu traje morado, con tu traje azul, con tus lentejuelas, caminando agradecido, amanerado, subversivo, tú que viniste a atravesar las clases sociales como atravesabas el escenario, contoneando la victoria festiva de los orillados, los borrachos, los sentimentales, esos que llaman pueblo, gente, como nos llamamos. Sabemos que es domingo pero estamos aquí, nosotros también, los que fuimos al paso de las décadas: escúchanos cantando a voz en cuello, somos los valemadristas, los felices que nos quedamos en otros años bailando en un antro de la frontera, los noa noa, los noctívagos, los que recorrimos el país, estamos alegres por ti, escúchanos: somos frontera, somos la herida de México; la noche de los ochenta, la noche del cabaret y El Patio; somos la noche de los noventa en discotecas, la noche de las medias negras y los labios rojos que se entregan, somos el escándalo cuando nos cachondeaste, bajito, con tus lentejuelas como soles, te burlaste en Bellas Artes, todo esplendor y casi vuelo, cuando te nos repegaste, nos susurraste al oído, despacito, “soy el alma de México, mis amores”. Somos los solos, los que lloramos viéndote, los que nos hincamos ante ti como ante un sol desesperado, los que nos fuimos a beber amargos, cogimos, nos venimos, nos vengamos, somos los machos, somos las locas, somos las mujeres, somos las amas de casa que cocinábamos bailando, somos los años dosmiles, cuando brillabas en el centro de nuestra fiesta, actuabas nuestras emociones, encarnabas nuestras penas, las cantabas como ruiseñor en la madrugada o como cuerda herida desde la rockola de una cantina desierta; somos la cantina nacional que está cerrando sus puertas, levantando a los borrachos, diciéndonos que se acabo la fiesta, que despertaremos en el horror nuevamente en un país desangrado; somos esos también: los vivos a los que se les calienta el cuerpo, queremos vivir, pese a todo, Juanga, cuando conviertes la tragedia en fiesta. Somos orgullo y mariachi encendido en nuestra penumbra espectral, llanto desbordado por los que amamos y no olvidamos, los enamorados que cantamos yo te quiero tal y cual sin condiciones, los despellejados, los que nos abrimos el corazón, entramos sudorosos en la noche del cuerpo, adoloridos, verdaderos, somos los iletrados, los nacos, las vestidas, las borrachas, las madres, las secretarias, los oficinistas, los que no tenemos dinero ni nada que dar, pero tenemos amor para darte, Juan Gabriel, en esta larga noche. Escúchanos, sal a despedirte. Estamos esperando. Somos el recuerdo de un país que se murió contigo, que se agotó como una lámpara de aceite y que hoy cierra sus puertas. Venimos, salimos a la calle a darte las gracias, aplaudirte de pie, decirte adiós, adiós, mientras nos abrazamos y cantamos en coro disparejo abrázame muy fuerte amor, mantenme así a tu lado, siempre abrázame… Sí, somos el coro de los arrebatados, estamos bailando, estamos chillando, estamos a punto de irnos, como tú, a cantar a otro lugar, a escupir a otro sitio esta alegría y este despecho porque sí, y cuando vuelva a caer la noche, las noches que vendrán, tú seguirás allí, brillando, cantando, acompañándolos, a los que ya vienen con sus desplantes, sus derrotas, sus amores imposibles. Nosotros nos vamos contigo, nos tomamos un tequila, nos ponemos a bailar por una victoria tuya, Juanga, que nos regalaste y nos tiene cantando: somos los que estamos orgullosos de lo que somos. Hasta siempre, querido.

FOTO: Junto con el Palacio de Bellas Artes, la Plaza de Garibaldi ha sido punto de reunión de admiradores de “El Divo de Juárez” en la Ciudad de México. / Reuters

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