Enrique Redel, un editor frente a la pandemia

May 31 • destacamos, principales, Reflexiones • 5931 Views • No hay comentarios en Enrique Redel, un editor frente a la pandemia

 

La editorial Impedimenta ha publicado, a lo largo de una década, un catálogo de excelencia gracias a los autores de su colección. Ante este panorama de crisis sanitaria, el sello se alista para afrontar la nueva normalidad del mercado de los libros

 

POR HUGO ALFREDO HINOJOSA

 

La pasión por la literatura es una droga extraña para la cual no hay cura. Podrás abandonar un libro porque no generó nada en ti, pero te volcarás en la búsqueda de otras páginas que suplan tus necesidades espirituales, sin entender cómo las palabras sobre el papel pueden darte paz o sumergirte en la duda existencial. Los libros no crecen en los árboles, necesitan de un cuidado y tareas excepcionales que un grupo de gente obsesiva se encarga de llevar a cabo. Los editores literarios, aquellos que dan cuerpo a las palabras y sus historias críticas o inolvidables, cumplen una función a la sombra de la cual asoman cuando celebran un logro, la vida, cual alquimista de un nuevo libro que sale a la luz.

 

Enrique Redel fundó hace más de una década la editorial Impedimenta, un sello que ha publicado a grandes autores contemporáneos como Hernán Díaz, Yuko Tsushima, Mircea Cărtărescu y David Lodge que dan nuevo rostro a la literatura internacional, escritores que se abren camino en el mercado latinoamericano. Este proyecto editorial le valió a Redel el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural en 2008, en España, y desde entonces sorprende con el crecimiento de su catálogo que concentra buenas plumas y autores que encuentran en Impedimenta el reconocimiento de su obra.

 

Redel tiene claro que los lectores necesitan que les cuenten buenas historias, con recursos estéticos e intelectuales que emocionen y cuestionen a quien toma el libro, como una escapatoria momentánea de la realidad. Hoy, a la par con la escritora y traductora Pilar Adon, Enrique Redel encontró el equilibrio necesario para seguir impulsando a los autores que enriquecerán con sus obras la literatura universal.

 

Desde la distancia tuvimos la oportunidad de entrevistar al editor que habla de sus próximos proyectos y de su visión del mercado editorial español en este momento de crisis que cambió la forma de relacionarnos, pero que nos brinda la posibilidad de encontrar en la literatura un refugio seguro.

 

¿Por qué dejar la profesión en leyes para adentrarse en el mundo editorial?

Antes de ser abogado mi vocación ya era la de editar, la de sacar adelante un proyecto de difusión cultural. Antes de ir a la Universidad dirigí varios fanzines, que no fueron más, y que eran muy básicos, pero allí ya había “algo”. El hecho de que eligiera Derecho fue azaroso: como todos los muchachos de dieciocho años, pensaba que debía decantarme por una profesión “con futuro”: la de abogado. Solo cuando ya llevaba varios años ejerciendo (y siendo muy desgraciado, por cierto, porque odiaba mi trabajo), me di cuenta de que finalmente debía entregarme a mi verdadera vocación y empecé a trabajar editando libros. Algo que sabía hacer de un modo intuitivo.

 

¿Tiene la literatura y la edición de libros algo de política?

Se trata de dimensiones diferentes. Todo escritor es, ante todo, intérprete de una realidad propia. Ya dijo Vargas Llosa, refiriéndose a García Márquez, que toda verdadera creación es en cierto modo la historia de un deicidio. El escritor busca reacomodar lo real, hacerlo más soportable. El editor, en cambio, aventura respuestas a preguntas del lector. Intenta abrir el campo de la conversación social, añadir elementos de debate, aportar voces al coloquio. En ese sentido, la figura del editor es más política que la del escritor, sin duda.

 

¿Cómo surge la idea de apostar por la creación de una editorial, ha sido rentable?

En una ocasión, el escritor José Luis Sampedro, cuando le preguntaron qué recomendaría a un joven literato que estuviera empezando, respondió: “Le recomendaría que, si pudiese, que lo dejase”. El mensaje puede parecer un poco brusco, pero tiene un fondo de razón: es decir, si puedes dejarlo, entonces es que no eres un verdadero escritor. Con la edición pasa igual. Creo que era inevitable que yo acabase fundando una editorial como Impedimenta: una editorial especializada en libros “de largo recorrido”, estéticamente exigente, muy centrada en la coherencia del catálogo, y que propusiese nuevas voces que pudiesen “perdurar”, como Mircea Cărtărescu, Penelope Fitzgerald o Tatiana Tibuleac. La apuesta, hasta ahora, ha sido rentable, porque ha sido honesta y porque hemos logrado conectar con un número importante de lectores que se fían de nuestra selección.

 

¿En este largo recorrido de más de una década ha habido un momento en el cual hayas pensado en dejarlo todo, en no continuar con Impedimenta?
La profesión de editor es, ante todo, vocacional. Pero es también una profesión muy exigente: demanda toda tu energía, se convierte prácticamente en un modo de vida. Te absorbe por completo. Y en ocasiones se trata de una actividad muy cansada: dedicas tus vacaciones a leer, tus amigos son todos editores, libreros, escritores. Muchas veces te saturas, y deseas que todo fuese menos exigente. No ha habido, sin embargo, un momento en que pensase dejarlo en serio. No sabría hacer otra cosa.

 

¿Con respecto a otros mercados cómo ves posicionado el editorial previo, digamos, a la pandemia?

El que está metido en esto sabe que el negocio editorial y librero es el menos subvencionado de los sectores culturales. Básicamente llevamos años acostumbrados a hacer que la máquina funcione sin que nadie tenga que venir a darnos un empujón o una palmadita en la espalda. Pero vivimos tiempos excepcionales. La cultura, en estos momentos “no se defiende sola”. Es necesario que, a fin de que esto siga funcionando, pongamos el foco en la importancia de las librerías cuando esto se reactive.

 

¿En este momento de crisis pandémica hacia donde apunta el mercado editorial español? ¿El mercado digital es una salida a la crisis?

En estos momentos todos vivimos a la expectativa, y nos planteamos constantemente cómo será el futuro a nivel editorial. Probablemente tendremos que asumir una disminución de títulos en nuestros planes editoriales, y una bajada de las tiradas. Pero es en estos momentos cuando se revela la importancia de las librerías dentro del esquema del negocio editorial. Creemos básico recuperar para las librerías el concepto de “excepción cultural”. Las librerías, como base de la pirámide del negocio editorial, deberían ser objeto de un cuidado especial por parte del Estado porque de ellas depende, de manera primordial, nuestra identidad como lectores, nuestra alma y nuestro espíritu. Por otro lado, al menos en España, el libro electrónico no ha sido alternativa clara al libro en papel durante la cuarentena. El principal enemigo del libro en esta “economía de la atención” no es el libro electrónico, sino las redes sociales, las plataformas de streaming o los videojuegos.

 

¿Lleva a cabo Impedimenta programas de lectura, en colegios, en España como hace Páginas de espuma, para la creación de lectores, pero con el enfoque de crear compradores de libros?

La labor de Impedimenta está más centrada en las librerías, creemos que es el circuito natural para el comercio del libro. Somos muy respetuosos con la cadena del libro, aunque sabemos que hay otras editoriales, a las que respetamos profundamente, que exploran otros cauces de comercialización.

 

¿Qué diferencias notas, presientes o conoces de la literatura digamos que se escribe en Rumania, Estados Unidos, Francia o el Reino Unido? ¿Hay preocupaciones distintas en los autores?

Los autores que nos interesan, los verdaderos escritores, extraen su materia literaria de su propia experiencia. Es indudable que la nacionalidad, la propia historia de tu país, tu tradición literaria, el sentir de tu colectividad, es un condicionante muy poderoso a la hora de narrar. No puede escribir lo mismo un rumano como Cărtărescu, que ha vivido una dictadura como la de Ceauçescu, y que ha luchado contra ella, que una autora como Iris Murdoch (que también pertenece a nuestro catálogo), que creció en un ambiente académico en Oxford y que indaga sobre la Bondad o sobre la Moral. Cada autor obedece a su propia sensibilidad, y eso se plasma en los proyectos editoriales que nacen en cada país.

 

¿Verdaderamente es la literatura un lenguaje universal?

Me parece que esta pregunta es complementaria de la anterior, porque la matiza. Desde el momento en que las vivencias de autores como Cărtărescu o Murdoch emocionan a un lector español, mexicano o sueco descubrimos que finalmente lo que alimenta la buena literatura es la vivencia humana genuina, y que las emociones que subyacen son universales.

 

¿Al revisar los lanzamientos que pronto llegarán a nuestro país, veo con gusto el nombre de Hernán Díaz, Mircea Cărtărescu, Graeme Macrae, entre otros. De qué nos habla esta selección que lo mismo nos adentra en el mundo del crimen, del control político y del salvaje oeste?

El catálogo de una editorial es plural, diverso, pero lo une el propio gusto de sus responsables. Pero independientemente de los géneros, de los argumentos o de los idiomas originales en que los libros estén escritos, todos forman parte de una cierta idea de canon: son títulos y autores que han sabido reinterpretar las voces de autores influyentes. Cărtărescu, en Nostalgia, en El cuerpo, en toda su obra, se alimenta de Kafka, de Borges, de Sabato, de García Márquez, de Eminescu, de Rilke, y aporta su punto de vista sobre ellos, los reescribe en cierto modo. Graeme Macrae es heredero de Stevenson, de Defoe, de Conan Doyle, leer Un plan sangriento supone redescubrir sus huellas. Y Hernán Díaz demuestra en A lo lejos que es un pupilo de Melville, de las Crónicas de Indias de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, su literatura no se explica sin ellos.

 

¿Hacia dónde marcha la literatura después de la pandemia, acaso habrá una oleada de ficciones que retraten este momento histórico. Sería apetecible para ti como editor publicar trabajos que aborden este tema?

Impedimenta no es una editorial estrictamente interesada en el “aquí y el ahora”. Creemos más en una literatura cuyos temas no caducan. La pandemia de Covid-19 constituye, sin duda, un momento clave en la historia reciente de la Humanidad, y nos hace reflexionar sobre temas como la fragilidad de la vida, la solidaridad y el confinamiento. Creemos que de esta vivencia saldrán testimonios de genuino valor literario. Y naturalmente, los editores tendremos que estar atentos a esas manifestaciones.

 

¿Qué opinas de todas esas crónicas de la pandemia, diarios del coronavirus, que de pronto se comenzaron a publicar en periódicos, textos escritos por autores de renombre y otros no tanto? ¿Aportaron algo a la discusión, ese ejercicio literario cómo lo calificarías?

Por ahora no se ha dicho nada que no supiéramos ya. Lo que pueda sentir un escritor que narra sus experiencias de confinamiento, ya lo hemos sentido todos en realidad. Quizás nos falte la perspectiva que dará el tiempo. La inmediatez del fenómeno nos impide tomar esa perspectiva. Y la perspectiva es clave. Nosotros hemos preferido reeditar el Diario del año de la peste, de Daniel Defoe, que es, probablemente, uno de los mejores libros jamás escritos sobre una pandemia y sus estragos. Y, aunque fue escrito en 1722, su actualidad es rabiosa. Y hay que decir que se escribió con perspectiva: concretamente 60 años después de los hechos que se narran, la pandemia de peste bubónica que asoló Londres en 1665, y que parece que describe la situación actual en nuestros pueblos y ciudades.

 

¿Hacia dónde va Impedimenta y de dónde viene?

Quizás lo que nos enseñe esta pandemia es que tenemos que afinar más aún más nuestra selección, volver a los títulos y autores que han afianzado nuestro catálogo entre nuestros lectores. Y también reafirmarnos en nuestra intención primera de poner sobre la mesa nuevas voces que digan “algo”, que aporten. Ya lo conseguimos con Cărtărescu, con Tibuleac, con Penelope Fitzgerald, con Crispin. Y vendrán más autores que nos servirán para seguir construyendo un proyecto sólido, de largo recorrido

 

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FOTO CORTESÍA IMPEDIMENTA

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