La escritura como cuidado del otro: entrevista con la escritora Alejandra Eme Vázquez

Ene 8 • Conexiones, destacamos, principales • 6378 Views • No hay comentarios en La escritura como cuidado del otro: entrevista con la escritora Alejandra Eme Vázquez

 

En entrevista, la escritora e investigadora Alejandra Eme Vázquez habla de sus libros Su cuerpo dejarán y Sensacional de Escrituras, en los cuáles habla de la importancia que tiene la noción del cuidado como una posición no solamente ética, sino incluso política

 

POR SOFÍA MARAVILLA
Cuidar de los más vulnerables desde el espacio doméstico es una actividad que históricamente se ha legado a las mujeres y, sin embargo, la cotidianidad del asunto ha invisibilizado el trabajo y dedicación que el cuidado supone, como si quienes se ven en el lugar de cuidadoras estuvieran en una suerte de fatalidad que les obligara a encargarse de otros con ternura y paciencia, como si no involucrara un arduo proceso de aprendizaje porque justamente aquello que se cuida es lo más valioso y, al mismo tiempo, lo más frágil que podemos concebir: la vida misma.

 

Precisamente “el cuidado” es la línea de investigación que caracteriza el trabajo de la escritora Alejandra Eme Vázquez (México, 1980), quien actualmente sabe que las nociones sobre el cuidado no se extralimitan a aquellas actividades de personajes arquetípicos del rubro como las madres, las enfermeras, los geriatras, pedagogos o niñeras, sino que en su aspecto más ético e incluso político, es una noción que debería ser expansiva a otras áreas de la vida, como la educación media y superior, en donde ella es pionera con sus talleres de escritura y círculos de lecturas principalmente conformados por mujeres y articulados, justamente, desde el cuidado.

 

En entrevista, Alejandra Eme Vázquez habla de su libro Su cuerpo dejarán (Enjambre Literario/El Periódico de las Señoras, 2019), ganador del Premio Dolores Castro 2018, en el cual comparte su testimonio como cuidadora personal de su abuela, y cómo esta actividad abrió una brecha insospechada de investigación respecto al trabajo de las y los cuidadores en México y cómo éste se encuentra en gran medida en situación de precariedad, y al mismo tiempo cómo es que este trabajo se logra articular desde la empatía, el afecto, la ternura y la vulnerabilidad, palabras que la investigadora resignifica como catapultas para una ética de la responsabilidad mutua. Por otro lado, Alejandra Eme Vázquez nos comparte su nuevo proyecto, Sensacional de Escrituras (LEAL, 2021), que, con su primera entrega de un curso de escritura pensado desde el cuidado hacia quienes tallerean historias, hace un frente de resistencia contra esa tradición literaria basada en personajes solemnes de genialidad casi mítica.

 

Lee un fragmento de la obra de Alejandra Eme Vázquez aquí. 

 

¿De qué manera surgió tu línea de investigación sobre el cuidado?
Surgió por lo circunstancial, que yo creo que así surgen muchos proyectos de ese tipo. Tal cual como lo narro en mi libro: yo era docente en una secundaria, donde también estaba ocurriendo una investigación de los cuidados como docente y de lo que ocurre en el aula; cuando dejé de ser docente, que fue una situación precaria, mi mamá me contrató como cuidadora de mi abuela, y desde ahí me cambió la perspectiva. Sí sabía que había estas ramas del feminismo que se dedican a investigar el cuidado, pero fue a partir de eso que empecé a ver que yo también podía tener una posición ahí y que además, desde mi experiencia, fue descubrir que en la escritura y la literatura hablar de esto (el cuidado) es un campo novedoso, no sé si lo sea, pero en mi experiencia empecé a hacer círculos de lectura sobre cuidados y literatura y empezaron a ir mujeres con las que tenía conversaciones muy interesantes, y partir de esas conversaciones y del acompañamiento de mi familia y de mi propia experiencia fue que empecé a escribir este libro que ya me urgía hacer.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidar?
De poner la vida en el centro por encima de todas las cosas. Después de mucho tiempo, esa es la frase más clara que yo he encontrado para establecer la conversación porque, si te fijas, si dices eso aparentemente es sencillo, pero de repente empieza a cobrar mucho relieve la propia enunciación. ¿Qué quiere decir poner la vida en el centro? ¿Qué cosas se tiene que quitar del centro? ¿Qué estaba en el centro en lugar de la vida? Creo que de ese ejercicio es lo que a mí también me hace un asidero cuando me pierdo un poco en el asunto del hablar del cuidado, porque son tantas cosas tan minuciosas que nos hacen preguntar tanto y que nos acarrean otros problemas, que entonces, ¿cuál es el centro? Para mí es la vida, es poner los cuerpos de las personas con las que tenemos una relación y también nuestra relación con la naturaleza.

 

En cambio, se necesita quitar todos estos mandatos para adquirir bienes materiales; no me gustaría decir que el dinero, pero la cuestión es que tiene demasiado protagonismo, igual que la productividad; todas esas dinámicas en donde claramente no estamos atendiendo a los cuerpos vivos sino a lo que pueden producir esos cuerpos vivos en función de otras dinámicas que ya a mí se me escapan un poco de las manos; lo que vemos aquí son cuerpos precarizados, sin atenderse, que no pueden sostener su propia vida; yo eso lo vi cuando estaba cuidando a mi abuela, una mujer que trabajó toda su vida como cuidadora y luego ya necesita cuidados, pero que tampoco se presta tanto a recibir cuidados, ese era el asunto, que no podía reconocer la relación de cuidados porque todo el tiempo ella estaba con el mandato de la productividad de cuidados insertado toda la vida. Entonces sí hay muchas cosas que están ahí y que no se ven tampoco tan claras porque toda la vida hemos vivido así.

 

Y me imagino que este giro tuvo que ser difícil, porque tu abuela era quien cuidaba de ti en algún momento cuando eras niña, de cierta manera era tu figura de autoridad, y ahora debías ser tú quien cuide de ella, pero justo planteas en el libro algo que me parece sumamente importante, que es quitarle al cuidado la calidad de jerarquía para colocarlo en una horizontalidad y generar una relación de iguales. ¿Cómo se logra esta dinámica, evitando jerarquías, pero manteniendo el valor que tiene la figura del cuidador?

 

Por ejemplo, una de las cosas que yo sí creo que tienen que pasar, es reconocer las relaciones de cuidado que tenemos y que no siempre son en una sola dirección, y el asunto de que todo el mundo cuida aunque no nos demos cuenta o aunque no lo nombremos así, me parece que es algo que hay que resaltar, porque en tanto no nos reconozcamos cuidados, cuidadas y cuidadores y cuidadoras, no va a pasar eso, porque yo creo que sí es algo que parte del reconocimiento de las relaciones de cuidado que sostenemos. Estamos vivas porque nos están cuidando; por ejemplo, este edificio fue diseñado para cuidarnos, del clima, del exterior, etc. Me parece muy urgente reconocer las relaciones de cuidado que siempre han estado allí.

 

Comentas también que quienes se dedican al trabajo del cuidado se encuentran en situaciones precarias. ¿Qué se podría hacer para que estas actividades dejaran de estar invisibilizadas y se pudiera trazar una ética para el desenvolvimiento de sus labores?
Hay muchísimos movimientos que se están haciendo para reconocer el cuidado como un trabajo. Lo primero es que ya se homologa al trabajo-otro, es decir, llega a la escena de lo laboral, y creo que de ahí hay otras cosas por alcanzar, porque no son solamente las prestaciones, el reconocimiento laboral o que se apliquen las leyes correspondientes al trabajo de los cuidadores, pero es que el cuidado también trae otras conversaciones, por ejemplo los afectos, la interdependencia, y como pone al centro la vida, entonces no es un trabajo como cualquiera, en el sentido de que su materia de trabajo son los cuerpos y las vidas, sí creo que lo primero es homologarlo al resto de los trabajos, no hay de otra, para después tener esas otras conversaciones, que es lo que no encontramos, ya que siempre nos topamos con paredes; decimos “el cuidado es un trabajo”, y automáticamente nos dicen, no, porque es amor, es estar en la casa, y lo que se hace en privado es cosa de la familia. Pero lo primero es que venga a lo público, que venga a lo legal, pero después también seguir con otras exigencias.

 

Hay corrientes del feminismo que trabajan con las nociones del cuidado, pero históricamente a las mujeres se les ha asignado el rol de cuidadoras. ¿En que se diferencia el rol de una mujer dedicada al cuidado, a una noción del cuidado concientizada desde el feminismo?
Lo que ha pasado es que como la mirada masculina lo es todo, entonces lo que se ha dicho siempre es que la mujeres salgamos de nuestras casas para buscar estos estándares masculinos y buscar ascender de puesto en una empresa, por ejemplo, y las medidas del éxito son siempre desde esas miradas patriarcales, mientras que lo que han hecho las feministas que se dedican a esto es volver unos pasos atrás porque algo se está perdiendo aquí, porque los estándares masculinos no son los únicos que queramos alcanzar, porque además eso hace que se precarice a otras mujeres para que se puedan hacer estos mismo trabajos que siguen existiendo, entonces las invisibles son otras, pero están allí.

 

A mí me interesa analizar desde los saberes de las cuidadoras cómo se tiene que transformar el mundo para que entonces todos podamos estar desde esa visión, porque no hay manera de que no seamos, todos, cuidadoras y cuidadores. Entonces ¿por qué esos trabajos tendrían que ser vistos como inferiores o como “privados”, en estas dicotomías sociales que se hacen? ¿O por qué tendría que ser vergonzoso cuidar, o hablar de los disfrutes que salen de las relaciones que se crean al cuidar, y de como la vida se ve distinta? Por eso es que una mujer cuidadora puede no ser tan competitiva como otra que sale a la selva de lo empresarial, eso es algo que siempre se les está achacando a las mujeres cuidadoras, que son muy vulnerables, muy sentimentales, que ponen el afecto de por medio y ni se dejan ayudar. Y yo digo: ¿por qué esos no son valores que podamos rescatar? Justamente si son vulnerables y están resistiéndose a la mirada de lo público es porque saben cosas que nosotros y nosotras no sabemos, y que si no nos detenemos a descubrir y a escuchar esos saberes, entonces nunca vamos a descubrir lo que ellas saben porque en lo público se destrozan, aparentemente todo se cae, por ejemplo esta idea de los cuidados en el centro, justamente porque no es competitiva, porque no es “mentalidad de tiburón” ni mirada masculina, pero justamente porque no es mirada masculina sí me parece importante ponerlo sobre la mesa muy claramente.

¿Qué ha pasado con todos los cuidadores en este panorama de pandemia?

 

Las cuidadoras, porque son en su mayoría mujeres, que están en su espacio doméstico, pues su carga de trabajo aumentó de una manera increíble, porque aparte, si son madres, los niños, niñas y niñes tuvieron que hacer a escuela en casa y entonces eso sí hacía que no hubiera mucho tiempo, como que el tiempo se dividía que se daba cuando la escuela era presencial y el cuidado en casa, pero ahora era el mismo espacio, el espacio doméstico era el espacio para todas, y en términos de cuidadoras de tiempo completo pues sí es una cosa imposible de sostener.

 

Por otro lado estaban estas personas que hacen estos trabajos, como los médicos y las médicas, las enfermeras, todas las personas que hacían estas actividades primarias y que no podían parar, son cuidadoras que sin ellas no podríamos vivir, entonces ese riesgo para la salud de éstas pues sí es muy importante, y me parece muy doloroso, y lo que ha pasado en los términos dele espacio doméstico, sí de por sí son jornadas triples, cuádruples, no me quiero ni imaginar para una mujer que trabaja en su casa y que también trabaja en otro lugar, y trabaja en el cuidado de sus hijos, es como ya imposible, es un malabar que no se puede hacer.

 

Me imagino que hay movimientos, sindicatos, o al menos protosindicatos que estén buscando que estas trabajadoras domésticas puedan adquirir ciertos derechos necesarios, como por ejemplo el acceso a la salud pública.

 

En el caso de trabajadoras del hogar, que es el grupo de trabajadoras que mas ha alcanzado como esta conversación pública, ya hay más organización, y ahorita ya está más conversación por ejemplo, sobre dar aguinaldo o prestaciones a la trabajadora que está en un hogar, entonces sí ha sido muy clara esta lucha de ir ganando terreno en un espacio que antes no estaba legislado, entonces sí está por ahí como la inscripción al seguro social. Entonces sí hay movimientos de cuidadoras, por ejemplo este movimiento de #YocuidoMéxico, por ejemplo, que ya está también buscando espacios públicos y está llegando a las autoridades correspondientes y haciendo ese trabajo de informar a la gente que no se había enterado, porque también es un trabajo de cuidado el divulgar, convencer, difundir, explicar una y otra vez para que quienes tiene que tomar las decisiones empiecen a crear conciencia para que se movilice esto, pero sí es un terreno muy inexplorado, porque además son estas mujeres que están en la lucha y todo el tiempo buscando los espacios, pero también nos podemos imaginar todas las que todavía no alcanzan ni siquiera a ser escuchadas.

 

¿Qué piensas de iniciativas como el Salario rosa o los apoyos económicos o alimenticios que se dan a las cuidadoras?

 

Materialmente sí aportan, son cosas que se necesitan y que se tienen que hacer, porque además la situación sí es muy preocupante, entonces eso resuelve de alguna manera para darles movilidad y cierta agencia sobre sí mismas; a mí lo que nunca me ha convencido es el discurso alrededor de eso. No quiero decir que se retiren esos apoyos, porque son apoyos mínimos que se deberían estar dando, pero también creo que las perspectivas no están ayudando en absolutamente nada, y en cuanto dan un discurso estos políticos que impulsan estas dádivas, porque son dádivas, te das cuenta de que ni se está valorando el trabajo de las cuidadoras ni se cambia el discurso, que es una cosa muy importante porque el lenguaje articula el mundo; no es lo mismo decir “salario rosa” que decir sólo “salario para trabajadoras del hogar”, entonces creo que los nombres, las perspectivas y los discursos son muy conflictivos, y eso no permite tampoco que se vea a las cuidadoras como quienes están sosteniendo la vida. O sea, ¡en la pandemia sostuvieron la vida! En las conferencias de prensa que había en las noches, se decía tal cual que se entregaba la confianza a las mujeres que estaban cuidando, así como “ay, échanos la mano, mamá, abuelita”, porque pues es la fuerza de trabajo que es lo que hace que esto se sostenga, pero no se está diciendo eso, sino que sólo se les pide que “echen la mano” porque todavía no pueden llegar con programas.

¿Qué responsabilidad tenemos hacia la vejez? ¿De qué manera podemos vernos reflejados en las personas de la tercera edad para que estos nos posibilite una ética hacia ellos?

 

Es terrible lo que pasa porque tenemos una vida productiva muy determinada, como que parece que desde que cumples 18 ya apareces en el mundo, y cuando empiezas a tener agotamiento corporal, porque el cuerpo no es infinito ni es todopoderoso, entonces parece que todo eso está mal, entonces es terrible porque es como una visión eugenésica, como que solamente ciertos cuerpos están en el panorama, hacia ciertos cuerpos se dirigen todas las acciones públicas, y cuando se empieza a tener por alguna razón otro tipo de cuerpo, que no es nada más el de las personas ancianas, sin también quienes tienen alguna discapacidad o los niños, adolescentes… como que esta estructura está solamente para ver ciertos cuerpos y todo lo demás parece que está mal, fuera de la norma, enfermo, o no productivo, entonces sí creo que hay una chamba muy fuerte que hacer al respecto. No sé qué, todavía no sé; yo lo tengo mucha fe al lenguaje, a lo mejor es porque yo escribo, pero es como una cosa muy naif, y a lo mejor no, pero yo lo que he visto es que si se nombra, resulta que hay mucha otra gente que lo piensa,y que ya cuando cuando somos más a lo mejor las conversaciones se hacen más grandes, a lo mejor nos hacemos escuchar más y por ahí hay una vía.

 

Fuera de eso, la verdad es que a mí me paraliza un poco que a veces no se qué hacer exactamente, porque, por ejemplo, las condiciones en que yo escribo mi libro sí tienen privilegios, había una familia haciéndose cargo, pero no es porque tuviera un seguro médico, o porque el doctor geriatra que apapachaba a mi abuela estuviera multiplicado para ser así con todas las abuelas, entonces sí veo el sesgo.

 

Hablemos sobre el Sensacional de escrituras. ¿Cómo surgió este concepto?

 

Comencé a dar muchos talleres y me empecé a dar cuenta de muchas cosas, como que hay muchos discursos sobre la escritura que están en el aire y que yo intuía, muchas prácticas que no están validadas, también muchos miedos, y en algún momento en 2020 dije que eso lo tenía que escribir, porque es mi forma de articular, y decidí que no quería hacer un libro como tal, porque había algo ahí que no me permitía tener la conversación que yo quería, que era como estar teniendo la conversación en vivo, entonces decidí que fuera una especie de revista, como los cursos por entrega de bordado o tejido que llegan a las casas, y decidí que se llamara Sensacional de escrituras.

 

¿Este libro está pensando para un público específico?

 

Yo pienso en gente muy específica, que son gente que conozco y que escribe y que ha tenido alguna conversación conmigo al respecto de esto. De verdad, todas las cosas que yo escribo son cosas que se dicen en las conversaciones sobre escrituras, especialmente entre mujeres, porque además ese es el ámbito en el que me desenvuelvo, entonces sí pienso constantemente en gente muy específica; no sé, como cuando una vez alguien se sintió muy mal por un taller que tomó y que le dijeron que no valía la pena nada de lo que escribía, pero eso pasa muchísimo y parece que no pasa nada y hacen que la gente deje de escribir; entonces, a partir de poner la vida en el centro y y de decir que escribimos porque somos personas vivas y lo fue cualquier gran escritor que nos imaginemos porque fue una persona viva en ese momento; entonces a partir de eso yo lo comencé a decir en mis talleres y noté cierto eco, sí construía sentido y fui añadiendo cosas. De todas las conversaciones voy escribiendo el Sensacional de escritura; así que el primer tomo va de la escritura, el segundo del síndrome del impostora, le tercero sobre como comentarnos y el cuarto el tras bambalinas de la escritura. Seguramente mucha gente que lo lea se reconocerá si ha compartido conmigo estos espacios.

 

Me comentas que a tus talleres van muchas mujeres. ¿Qué piensas de los espacios construidos por y para mujeres y que son hasta cierto punto separatistas?
Creo que hay conversaciones que interpelan muy naturalmente a las mujeres; yo todo el tiempo que tuve en mis círculos de lecturas sobre cuidados, sí decía que ean para mujeres porque me parecía lo lógico, no tuvimos el caso de ningún hombre que se acercara a querer formar parte, entonces nunca estuvo en el panorama; ya luego sí me pregunté por la otra mitad de la población con la que estamos compartiendo el mundo, ¿qué está diciendo? ¿qué está pensando? Porque son también los que están regulando al mundo, entonces sí me causa ahí como cierto conflicto, hay un momento en el que me pregunto cómo se estarán articulando ellos, porque hasta ahora yo, en mi experiencia, incluso si abro un curso mixto, el grupo se compone por mujeres; incluso hasta una vez me dijeron que Su cuerpo dejarán, que tiene una portada con un corazón y es rosita, se ve que para mujeres, entonces parece que mi discurso interpela a las mujeres, y me parece muy lógico hablar de las mujeres, pero sin duda necesitamos saber qué está pasando y qué se está generando entre los hombres también por sí mismo, sin depender de lo que nosotras propongamos, sí es muy importante, porque sumarse a las conversaciones está muy bien, pero qué otras conversaciones están surgiendo desde sus propios conflictos, o si no los tienen. A mí sí me interesa escucharlos; por el momento me ha tocado escuchar hombres que expresan que admiran el discurso que estamos haciendo en el Sensacional de escrituras, o que se suman a ciertas iniciativas, pero yo no he visto todavía hombres que se estén organizando por sí mismos, sin tener esa triangulación con espacios organizativos de mujeres.

 

¿Te consideras feminista?

 

Siempre he tenido un conflicto con eso de decir “soy feminista”, como si encarnáramos el feminismo con nuestros cuerpos. Para mí la teoría feminista y las conversaciones que se enuncian como feministas y que tienen la perspectiva de mujeres en el centro son cruciales, tomo sus herramientas y me interesa investigarlas, como los espacios donde se articulan estos discursos y estas contranarrativas; no sé qué significaría encarnar eso en el cuerpo. En todo caso me interesaría saber qué significa para otras personas, pero lo que sí puedo yo manejar es que estoy interesada en lo que hacen las colegas, que sí dan perspectivas diferentes cuando se nombra feministas, por supuesto. Así que si un día sabes qué significa ser feminista, me dices, por favor.

 

FOTO: Alejandra Eme Vázquez tiene también un proyecto de círculo de lectura y escritura llamado Pensar lo Doméstico/ Crédito: Germán Espinosa

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