La ciencia de soltar patadas: entrevista con Raúl Rojas acerca de su libro “El futbol bajo el microscopio”
El reconocido matemático habla de su nuevo libro, una aproximación al futbol desde el rigor científico, el trabajo de laboratorio y la inteligencia artificial, una aventura que hace dialogar a sus dos pasiones
POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
Que nos disculpe Juan Villoro. Dios no es redondo, sino un icosaedro truncado. Y no lo digo yo. Lo dicen las matemáticas y uno de los más importantes divulgadores de esta disciplina en México: Raúl Rojas. Matemático y economista por el Instituto Politécnico Nacional, Raúl Rojas (Ciudad de México, 1955) se ha destacado por su trabajo en los campos de la inteligencia artificial y la robótica, disciplinas que lo han llevado a impartir clases en distintas universidades de Estados Unidos y Europa, principalmente en la Universidad Libre de Berlín. En 2015, Rojas recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Tecnología y Diseño.
Este año de fiebre futbolera por el Mundial que se celebrará en Qatar tiene la fortuna de ver en circulación su libro El futbol bajo el microscopio (FCE, 2022), una serie de ensayos alrededor de las ciencias que intervienen en este deporte: ingeniería, botánica, estadística, geometría, aritmética, robótica y fisiología, más las que se sumen. Su trabajo como divulgador no es nuevo, pues también es autor de El lenguaje de las matemáticas (FCE, 2018), por el que recibió el Premio Internacional de Divulgación Científica Ruy Pérez Tamayo. Aficionado al futbol, sigue con detenimiento los partidos de las ligas Premiere, Bundesliga, Española y la Liga MX, siempre desde la óptica científica.
¿De dónde surgió esta idea de observar el futbol desde la óptica científica?
En 2009-2010 comencé a escribir para un portal de Internet en Alemania. Era una época en la que estaba yo diseminando diversos temas de la ciencia: sobre matemáticas y física. Luego descubrí que los sábados transmitían los partidos de la liga española por internet y me interesé por el Barcelona de Josep Guardiola. Pensé que explicar cómo intervienen las ciencias en el futbol era una buena forma de motivar a los jóvenes. En el libro ofrezco muchos ejemplos de la conexión de la ciencia con el deporte.
Un ejemplo muy claro es la construcción de los estadios. Antes, bastaba con poner dos porterías en un llano y se acabó. Ahora, construir un estadio moderno en ciudades como Madrid o Manchester implica magnas obras de ingeniería: instalar tribunas, acercar a los asistentes lo más posible a la cancha e incluso proporcionarle luz al césped. En el libro expongo cómo en Alemania y Holanda hay estadios en los que la cancha misma se transforma en una obra de ingeniería civil. Se le monta con la tierra y los sistemas de irrigación en una tina que puede rodarse por debajo de las tribunas para asolearla durante la semana; luego se mete de nuevo al estadio para los partidos En el remodelado Santiago Bernabeu en Madrid, ya ni siquiera sacan el césped al exterior, sino que lo bajan por franjas al sótano, donde lo iluminan con luz artificial. Son cuestiones que al aficionado le pasan desapercibidas. En Europa –donde hace mucho frío– una cancha no nada más es el pasto: incluye tuberías subterráneas que absorben el exceso de agua y otras para calentar la tierra y evitar que el campo de juego se endurezca en el invierno.
Ingeniería civil y botánica…
Además, hacer crecer el césped es una tarea de la botánica. En Europa hay compañías con invernaderos especializados. Tienen sitios especiales en los que cultivan variedades de pasto que han sido seleccionadas genéticamente durante muchos años; tienen propiedades que los hacen más resistentes a los pisotones de los jugadores y pueden crecer durante el invierno europeo. Hoy, operar un estadio de futbol implica crear una sociedad entre ingenieros, que diseñan la infraestructura, y biólogos que se ocupan del césped.
¿Qué otras disciplinas intervienen?
Un tema muy importante es el desplazamiento de la pelota en el aire. En la escuela, cuando nos presentan las leyes de Newton, aprendemos que al lanzar una pelota ésta se mueve en el aire describiendo una curva parabólica. Pero la realidad es distinta, porque debemos considerar la resistencia del aire. Aquí interviene la hidrodinámica. La física clásica nos dice que, si un arquero quiere despejar la pelota lo más lejos posible, tiene que patearla con 45 grados de pendiente con respecto a la horizontal. Pero si hay resistencia del aire –sobre todo con viento en contra– tiene que despejar más horizontalmente porque el aire la va frenando. Si se patea la pelota demasiado alto, un viento en contra puede hasta regresarla. Esa es la peor situación posible para un arquero. Hay videos en los que podemos ver que le ha sucedido a algunos guardametas. Además, cuando una pelota va en el aire se forman microtorbellinos a su alrededor que la van lubricando durante el vuelo. Por eso las pelotas de golf tienen muescas, para moldear a esos microtorbellinos y para que la pelota llegue lo más lejos posible.
En las pelotas de futbol también influye mucho el material del forro, la profundidad de las costuras, su distribución sobre la esfera y, en general, la forma en que se diseña. Las buenas pelotas de futbol se idean y simulan en computadoras. Se busca la forma óptima de las piezas del forro, que además casi no absorben agua. De niño jugué con pelotas de cuero, que cuando se mojaban se ponían pesadísimas. Las pelotas modernas prácticamente no absorben agua y conservan su peso reglamentario. Su forma, textura y costuras les dan el mejor comportamiento cuando van avanzando en el aire, evitando que tiemblen, como desgraciadamente sucedió con la pelota Jabulani en el mundial de 2010. Más de un gol cayó porque los porteros no sabían por dónde llegaría la pelota. Hoy eso lo tratan de evitar las compañías fabricantes involucrando a decenas de ingenieros.
¿Cómo ha sido la evolución y qué ciencias intervienen en el desarrollo de los icosaedros truncados, que conocemos como balones?
Las pelotas eran originalmente vejigas de cerdo recubiertas de cuero. Y la forma original, alrededor de un nucleo de latex, se mantuvo casi hasta la década de los cincuenta. Si uno mira las pelotas de futbol antiguas ve que tenían muy pocas piezas. Los materiales modernos comenzaron a ser utilizados en los años sesenta, por ejemplo, con la pelota Telstar de Adidas, en el mundial de México 70. Se trata de una pelota ya clásica, con facetas hexagonales y pentagonales, blancas y negras. La forma Telstar ha sido utilizada en muy diferentes variantes en el futbol.
Esas pelotas modernas están basadas en dos tipos de poliedros: los llamados cuerpos platónicos y los cuerpos arquimedianos. Por ejemplo, la pelota Telstar es un cuerpo arquimediano, sólo que inflado para que tenga la forma de una pelota. Desde el punto de vista de las matemáticas es muy interesante ver las formas que proponen los ingenieros de las compañías porque siempre tratan de ser innovadores. De hecho, una de las pelotas más populares, la Brazuca, en realidad es un cubo proyectado sobre una esfera. Las aristas rectas del cubo fueron curveadas y de esa manera tenemos seis piezas que embonan perfectamente. Desde el punto de vista matemático es una maravilla.
Otra disciplina que está presente en el libro son las estadísticas.
El futbol se ha puesto a la par con el béisbol, la primera disciplina deportiva que empezó a aprovechar estadísticas masivamente. Las computadoras son las que han hecho posible que hoy existan estadísticas muy precisas sobre la actuación de los equipos en el campo. Hay dos tipos de estadísticas. Unas son las personales, que se refieren a cuánto ha corrido un jugador en un partido, cuántos contactos tiene con la pelota, tiros a gol, dribblings, etc.
Un segundo tipo de estadísticas tiene que ver con los juegos entre selecciones. Lo que ha pasado ahí es que se ha adoptado algo parecido al ajedrez, una disciplina en la que hay miles de jugadores, y cuando se enfrentan es muy difícil saber quién le puede ganar a otro, si no se les asignan puntos. Se les aumenta el puntaje cuando ganan y se les disminuye cuando pierden. De esa manera, un buen jugador de ajedrez va acumulando puntos a lo largo de su carrera, y el que más pierde, va perdiendo más puntos. Así cuando se enfrentan hay posibilidad de relacionarlos, de decidir quién es mejor jugador. Hay fórmulas matemáticas para calcular la probabilidad de que un jugador de ajedrez le gane a otro.
La misma fórmula, el llamado ranking Elo que se usa en el ajedrez, se trasladó al futbol. El ranking de la FIFA, que ha surgido paralelamente, es muy similar. Es la misma idea, sólo varía la forma concreta en que aplican las fórmulas para asignar y retirar puntos. Eso ha posibilitado que hoy en día se plantee la posibilidad de simular torneos completos en la computadora para ponderar cuál es la probabilidad de que un equipo gane un Mundial. Cuando las casas de apuestas reciben las quinielas tienen dos fuentes de información: una es la que infieren de las apuestas: si llegan más apuestas por Brasil que por Argentina, la casa concluye que el favorito es Brasil.
Pero también podemos ver lo que dicen los números en la computadora. En este mundial el favorito de las computadoras y simuladores es también Brasil por los puntos que tiene en el ranking mundial.
¿Qué nos dicen las estadísticas sobre la diferencia entre la copa y la liga?
Lo que pasa es que la liga es un torneo más justo para todos los que participan, es como un maratón. Son 38 jornadas de juego y el que gana más puntos es el triunfador de la liga. Lo que hay en México es una combinación entre una copa y una liga, les da más posibilidades a muchos equipos de llegar y ganar la final porque interviene más la suerte. No es un modelo tan determinista y preciso como la liga. Involucra un factor aleatorio mayor. Personalmente, la liga me parece más justa, aunque la intención de modelos como la liguilla en México es que los grandes también puedan caer. Basta con que un equipo bueno tenga una mala noche y se queda a mitad del camino. Por eso en México a cada rato cambia el campeón de futbol.
¿Esto influye en la calidad de juego de los jugadores?
No creo. Es más bien la cuestión de que una copa es mucho más aleatoria que una liga. Sólo que no se puede hacer a nivel internacional porque una liga mundial duraría todo el año. Hay diferentes formas de ver los torneos.
A la luz de lo que nos expone, ¿qué ha observado en las innovaciones de este mundial?
Lo que ha cambiado mucho, si uno ve los mundiales desde los 60 a la fecha, es el atleticismo de los jugadores. Si uno consulta los datos que están en el libro, la mejor edad para jugar futbol es alrededor de los 26 años. Es decir, entre los 22 y los 30 años. Eso tiene que ver con otra disciplina que toco en el libro: la fisiología. Para deportes muy explosivos en los que hay que movilizar energía inmediatamente, la juventud es la que gana. En carreras de 100 y 200 metros, mientras más joven, mejor es el atleta. Pero en las carreras de fondo, como en las de 5 y 10 kilómetros, incluso el maratón, la experiencia cuenta más. Mientras más cercano esté a los 30 años, mejor es el deportista.
El futbol es una combinación de ambas cosas: es una especie de mini maratón porque hay que estar corriendo continuamente durante 90 minutos, pero además hay que hacer sprints, que son los que consumen más energía. El futbol, junto con el balonmano, es el deporte donde más calorías se consumen por hora de juego. Hay jugadores que pierden hasta 5 kilos de peso en un partido por el líquido que transpiran. Esas son circunstancias que hacen del futbol un deporte único. El atleticismo futbolístico ha aumentado en los últimos años. El tamaño promedio de los jugadores ya está por arriba de 1.80 metros. No recuerdo en qué mundial fue, pero la altura de los jugadores mexicanos ya estaba también muy cerca del 1.80. Y es que de otra manera ya no se puede competir. Ese es el futbol moderno.
Todo esto ha demandado que el entrenamiento sea más científico respecto a lo que los futbolistas comen para no tener problemas físicos y también en cuanto al tipo de ejercicios. Ha cambiado mucho en los últimos años. Hoy los jugadores son tan veloces, audaces y atléticos que, si no empezaron de niños en alguna academia de futbol, difícilmente llegarán a jugar futbol profesional si comienzan a jugar de adolescentes.
¿Está exigencia ha hecho que el cuerpo humano llegue a sus límites corporales?
Uno de los problemas actuales –y eso lo reclaman entrenadores como Josep Guardiola del Mancheser City y Jürgen Klopp del Liverpool – es que hay demasiados juegos a lo largo del año. Con eso de que tienen la liga, la Champions League, la copa y los juegos de selecciones que convocan varias veces al año, hay veces que los jugadores tienen dos o tres juegos en una semana. Y eso ocasiona lesiones que tardan mucho tiempo en sanar. Por eso, lo que podemos observar en el futbol europeo es que los mejores equipos en realidad son dos: el equipo A y el equipo B. Eso pasa porque tienen que rotar frecuentemente a los jugadores. Ya no puedes tener sólo a un equipo base que juegue todas las semanas. Tienes que irlos rotando para compensar a los que se lesionan, o, más bien, evitar que se lesionen.
Eso también hace muy caro al futbol. Hay un capítulo en mi libro (“El dinero anota los goles”) que tiene que ver con la economía del futbol. Ahí muestro cómo ha explotado el valor de los equipos y jugadores, y cómo han surgido monopolios en los países europeos. En un país como España hay tres equipos que compiten: el Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid. En los últimos 30 años, estos tres han ganado las ligas. En Alemania, creo que el Bayern Munich lleva diez temporadas como campeón de la Bundesliga; en Francia es el PSG, el equipo francés más caro, el que tiene a los mejores jugadores. El problema es poder tener esos dos equipos A y B que ahora se necesitan. Por eso, la liga más democrática, por así decirlo, es la Premiere League. Ahí reciben mucho dinero de la televisión. Creo que sus ingresos por ese concepto son más de 5 mil millones de dólares al año. Se reparte entre todos los quipos de la Premiere League y por eso hay tantos equipos buenos en condiciones de ganar el campeonato. El Newcastle fue comprado recientemente por un jeque árabe y ahí ya también están compitiendo con los grandes del futbol inglés. La cuestión económica es muy importante.
¿Esto que me menciona de los equipos A y B tiene que ver con que ahora las selecciones llevan 26 jugadores y no 22 como se hacía antes?
Así es. También porque ha ido aumentando el número de cambios posibles por el gran desgaste que sufren. Este mundial es brutal. Acaban de terminar las ligas europeas hace unos días y una semana después ya están comenzando la Copa del Mundo. Habrá muchos lesionados. Por eso es importante llevar un equipo más grande.
Desde el punto de vista de los rankings, el gran favorito es Brasil por la destreza de sus jugadores; desde el punto de vista del dinero, el equipo más caro es Inglaterra, le siguen Brasil y Francia. Por eso hay muchas personas que opinan que los dos equipos favoritos son Brasil y Francia. Pero lo que sí es claro, como explico en un capítulo del libro sobre las simulaciones de torneos, es que lo más probable es que la final se de entre América del Sur contra Europa. Tenemos en un lado del torneo a Argentina y Brasil. Si todo sigue su curso sin que pierdan juegos antes, Argentina jugará contra Brasil, antes de la final. Y del otro lado están Francia y otros equipos fuertes. Pudiera ser, si nos atenemos a los rankings y a los mercados de apuestas, que la final sea Brasil-Francia.
¿Algún comentario sobre la sede del torneo?
Creo que es una vergüenza que los funcionarios de la FIFA hayan otorgado la Copa del Mundo a Qatar. Ahora sabemos que la compraron repartiendo sobornos, como quedó claro después de la aprehensión de funcionarios de la FIFA en 2015. Sabemos también que muchos trabajadores de la construcción perdieron la vida construyendo los estadios de futbol. Qatar es una monarquía absoluta de opereta que pisotea los derechos humanos. Ojala no vuelva a ocurrir nunca que un evento deportivo sea explotado de esta manera.
FOTO: Dos jugadores prehispánicos durante una demostración del juego de pelota en España. Ilustración de Christoph Weiditz. / Imagen tomada de “El futbol bajo el microscopio”
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