Escribir planetas
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POR CARMEN BOULLOSA
En julio del 2015, en Londres, propuse a Philip y Psiche Hughes colaborar en un tercer libro de artista juntos. A Psiche Hughes la conocí en 1995, en Londres, cuando me invitó a hablar a su clase de literatura latinoamericana en la Universidad de Londres. Philip Hughes es un pintor inglés –muy joven hizo una carrera sobresaliente como ingeniero, que abandonó para dedicarse entero a su amor paralelo, el arte. Esa primera fase profesional marcó un peculiar instinto en el Philip artista, tanto como haber desertado de ella; en él, hay una avidez científica y un lirismo silencioso y ordenado, casi numérico.
Philip aceptó la idea de un tercer libro de artista, siempre y cuando yo propusiera una idea que consiguiese interesar a las tres bandas (Boullosa y los dos Hughes). Propuse, por intuición, que partiésemos de las imágenes de las exploraciones interplanetarias, las naves y estaciones espaciales, los telescopios Magallanes. Psiche, que era, además de estudiosa de la literatura nuestra, maravillosa ceramista, vio en las imágenes los cuerpos, y en éstos algo tactil que en un principio le interesó mucho.
Ya desde el otro lado del océano, desde nuestro continente, envié a Philip varias fotografías aparecidas como noticia de las exploraciones interplanetarias. Entre maravillosas y familiares, entre extrañas y hermosas y casi inverosímiles, nos movieron a dedicarnos a ellas para con su compañía emprender nuestra aventura del libro.
Con rigor, Philip seleccionó algunas imágenes, y rastreó muchas más.
Cuando me envió las primeras interpretaciones que hizo de las imágenes originales para que yo empezara mi labor, escribí un primer poema –que incorporo al libro La aguja en el pajar (Visor, 2019)–. Aquí lo reproduzco:
Vértigo del astronauta
Despierto en medio de la noche
en el espacio exterior.
Negrura es la compañía
de mi nave, interestelar viajera.
Siento vértigo.
Cierro los ojos frente al abismo
donde no rema nube alguna, ni brilla el sol,
ni corre el viento, ni baila el agua
y no ríe la arena.
Comprendo.
En este viaje, no buscamos indicios de vida
sino rehuimos de la Muerte, fantasiosos
tomándonos, rutinario, la presión sanguínea.
(Adelante, atrás)
repetimos un movimiento para acelerar el pulso
y mantenernos en forma.
Bebemos nuestros orines reciclados.
No habrá noche o día en el regreso inexistente
que se salve de la nada que hemos visto.
Si volviese yo sana y salva,
así durmiese bajo mi cama
seguiría estando aquí.
Es el ojo humano
lo que encuentra formas en las superficies de los planetas,
diseños y trazos en sus órbitas.
Los astros, irritados por la cercanía del infinito,
no son sino la prolongación menos longeva
de quien lo ha ganado todo:
el Caos, gran administrador del Cosmos.
Ya no hay salida
para quien lo ha percibido.
Sólo queda la fe en la imagen.
Lo demás, como el barro,
ni fue ni será más que una pausa,
un muro de agua,
un trazo de luz pintado por el puño del sueño.
Hay en él más “yo” que planetas. No consideré que fuera justo imponerme, si de lo que se trataba era de los cuerpos celestes y de la aventura de la amistad con los Hughes. Para entonces, Philip había dejado ya en mi pantalla otras nuevas interpretaciones suyas, y se apuntaba en él un nuevo lirismo poco parecido al narrativo que se acaba de ejemplificar en mi poema. Yo debía intentar la misma actitud, entre admirativa, y espulgada de las aspiraciones que provoca el asombro.
Así, y releyendo a los poetas clásicos que supieron admirar los cuerpos celestes, y adorarlos, escribí unos “pies” (o “cantos”) para las imágenes y su fuentes de inspiración. A Venus, a Rea, a Júpiter, a Europa… planetas, satélites o un asteroide habitantes, como nosotros del Sistema Solar, con y sin atmósfera, todos en el aire de veneración que nos provocan.
Psiche Hughes tradujo libremente los poemas. Amy Petra Woodward colaboró a su vez con Philip Hughes para dar a las imágenes su verdad y forma en el papel. Martyn Ould, impresor, editor de la Old School Press lo imprimió. Doce cuerpos para doce cuerpos solares. Poemas para cada imagen. Una “nave” de ligero aluminio para acogerlos. Tipo móvil y prensa plana (como el maestro impresor mexicano, Juan Pascoe), más las impresiones a ocho tintas que consiguió Amy Petra. Un libro de artista, que ha exhibido el Seminario de Cultura Mexicana.
PIES PARA LOS PLANETAS
de Philip Hugues
Carmen Boullosa
(1. MERCURIO)
Dos ojos tiene Mercurio, ciegos completos.
Su tercero (Cíclope del universo)
está mirándonos.
(2. VENUS)
Diosa milagrosa,
la sustancia amorosa
asoma en Venus:
es un punto de sangre
en su blanco
– como la yema encendida
del fértil huevo-.
(3. VENUS)
Como Venus es amor,
tiene un punto de sangre
en el mar azul.
(4. VENUS, FRENTE AL SOL)
Es, contra el devorador,
el fresco punto de sombra,
Venus, amor.
(5. MARTE)
En Marte, se rompió un plato.
Estalló la guerra.
(6. MARTE)
En Marte, el agua es seca y azul.
(7. MARTE)
En Marte, la calma chicha
de un pezón de cera negra.
(8. CERES, PLANETA ENANO ENTRE MARTE Y JÚPITER)
Ceres guarda un secreto
a voces
silenciado.
(9. JUPITER)
Júpiter tiene el ombligo
desfigurado y apenas visible,
porque no tuvo madre.
Su ombligo lo unía
a su hija Europa.
(10. EUROPA, LUNA DE JUPÍTER)
La vida de Europa son los ríos
que no van a dar a la mar.
(11. SATURNO)
Un pequeño detalle de los anillos de Saturno
esperan engarce en la mesa de un joyero.
( 12. ENCELADUS, Luna de SATURNO)
Aprende la lección de una luna de Saturno:
ningún camino lleva a Enceladus,
Enceladus se pinta docenas que a ningún sitio la llevan.
(13. SATURNO con anillos perforado por Rhea)
¡Ay!, Saturno.
Te perforó el anillo una de tus lunas.
Lo siento.
(14. Urano)
Eres perfecto y redondo, Urano,
fuente de todo, padre nuestro.
Pero eso no te disculpa de querer devorarnos.
(15. Plutón)
Caligrafía de Plutón,
tal vez titilarías
si no estuvieran tan lejos.
(16. Plutón)
Plutón,
¿cómo leer tu caligrafía
si estás tan lejos?
(17. Plutón)
Cuando nos acercamos a verte, Plutón,
estás tan roto que comprendemos
quieras vivir tan lejos.
FOTO: Venus frente al sol, dibujo de Philip Hughes./ Philip Hugues
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