Filipinas: redes sociales y el regreso de la familia Marcos

May 28 • Reflexiones • 824 Views • No hay comentarios en Filipinas: redes sociales y el regreso de la familia Marcos

 

Filipinas eligió como presidente al hijo del dictador Ferdinand Marcos, quien basó su campaña en el uso de las redes sociales, estrategia cuestionada por voces críticas como la premio Nobel de la Paz Maria Ressa

 

POR PAULINA MACHUCA 
El pasado 9 de mayo, en Filipinas ocurrieron dos acontecimientos de la mayor relevancia que pasaron casi desapercibidos en México: por un lado, los filipinos eligieron como su nuevo presidente a Ferdinand Bongbong Marcos Jr. (BBM), hijo del dictador homónimo que gobernó Filipinas durante 21 años y que fue derrocado, en 1986, por un movimiento popular denominado People Power Revolution. Por otro lado, no menos importante fue la inauguración de los Duterte como el nuevo clan familiar que estará presente en el complejo escenario político del país asiático durante los próximos años: Sara, hija del actual presidente Rodrigo Duterte, fue electa vicepresidenta de Filipinas, en un sistema electoral en que los dos máximos cargos se votan por separado. BBM y Sara han formado una dupla que dirigirá los destinos de Filipinas en que se avizora la continuidad de una política hiper presidencialista de “mano dura” que se instauró en el último sexenio. Ante el asombro de gran parte de la comunidad internacional por estos hechos, la pregunta obligada es: ¿cómo llegamos hasta aquí?

 

La batalla por la memoria histórica

 

A la mañana siguiente de las elecciones, Maria Ressa, periodista galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2021 y una de las principales críticas del régimen de Rodrigo Duterte, lanzó una pregunta al aire desde su portal Rappler: ¿los filipinos votaron libremente o fueron manipulados insidiosamente a través de las redes sociales? Y es que durante los tres meses de contienda electoral (febrero-mayo), BBM desplegó una campaña masiva en Facebook, YouTube y TikTok para convencer a los votantes de que Filipinas había vivido una época dorada durante las dos décadas en que gobernó su padre, transformando deliberadamente la narrativa histórica de Marcos el Dictador a otra de Marcos el Gran líder unificador y modernizador del país. Un efectivo equipo de propaganda que lo acompañó y lo siguió de cerca en sus mítines, contribuyó significativamente en la proyección de BBM, de 64 años de edad, como el digno heredero de su padre, emulando ser una especie de alter ego. El poderoso lenguaje visual cuidó hasta el último detalle.

 

La pretendida época dorada de Filipinas bajo el régimen de Ferdinand Edralin Marcos (1965-1986), basada en el relato de que se vivió una época de paz, bonanza y desarrollo de infraestructura pública del país, contrasta significativamente con las denuncias de corrupción, saqueo de las finanzas públicas y violaciones a los derechos humanos, según consta en testimonios judiciales e investigaciones académicas. De hecho, durante la administración de Benigno Aquino III (2010-2016) se creó la Comisión de la Memoria de las Víctimas de los Derechos Humanos durante la Ley Marcial (HRVVMC), con el fin de incluir en el sistema educativo de nivel básico, medio y medio superior “la enseñanza de las atrocidades de la Ley Marcial (para que) las generaciones actuales y futuras aprendan las lecciones de nuestras experiencias (…) para continuar defendiendo los derechos humanos y las instituciones democráticas”, según se lee en su propia página oficial (https://hrvvmemcom.gov.ph/mandate-function). Pero hay que decir que muchos años antes de esa resolución, la familia Marcos ya había fundado su propio museo y mausoleo en Batac, Ilocos Norte, ofreciendo una visión hagiográfica del patriarca.

 

La campaña se jugó en las redes sociales

 

Pero la pregunta de fondo es: ¿por qué fue posible persuadir a millones de filipinos mediante una nueva narrativa histórica promovida por un personaje político? Aquí algunos datos: de los 67 millones de filipinos inscritos en el padrón electoral, el 55% estaba en un rango de edades de entre 18 a 41 años. Es decir, se trató de una elección en que los jóvenes, quienes no vivieron los tiempos más severos de la dictadura, jugaron un papel decisivo.

 

Y precisamente fue en ese sector donde las redes sociales dieron en el blanco:

 

87 millones de filipinos tienen una cuenta de Facebook, mientras que 40 millones son usuarios de TikTok. Durante los tres meses de campaña, las plataformas electrónicas inundaron las cuentas personales con mensajes propagandísticos a favor de Marcos, siendo un espacio estratégico de convencimiento.

 

Así, la campaña electoral de BBM supo capitalizar esa manipulación de la memoria histórica para imponer una nueva narrativa del pasado, y los resultados de la elección son esclarecedores: 59% para Marcos, más del doble de su principal opositora, la vicepresidenta saliente Leni Robredo (28%), seguido del conocido boxeador Manny Pacquiao (7%) y del alcalde de Manila, Francisco Isko Moreno (4%), en una lista de diez contendientes. Estamos frente a la victoria más grande de un candidato presidencial después de 1986.

 

Un proceso de elección “telenovelesco”

 

Diversas voces en Filipinas tildaron de “telenovelesco” el proceso mediante el cual se eligió al candidato presidencial bajo la influencia de Rodrigo Duterte. No es un secreto que Duterte mismo coqueteó con la idea de reelegirse, pero estaba impedido por la constitución. Acto seguido, se pensó que él podría presentarse a las elecciones de 2022 como candidato a la vicepresidencia, y colocar a un títere como presidente para que el primero pudiese gobernar en las sombras. Justo en ese momento entró en escena Sara Duterte, entonces alcaldesa de Davao, la misma ciudad de Mindanao donde su padre, Rodrigo, fue alcalde durante 22 años. Los sondeos comenzaron a colocar a Sara como una carta fuerte de cara a la presidencia, beneficiándose de la enorme popularidad de su padre cuya aceptación se mantuvo entre el 60-70%, incluso en época de pandemia. Y cuando muchos creían que sería ella la elegida, se reconfiguró el plan definitivo: BBM iría por la presidencia y Sara por la vicepresidencia.

 

¿Cuáles son los antecedentes de BBM? Debemos regresar a 1991, cuando la presidenta Corazón Cory Aquino permitió a Imelda Marcos y su familia regresar a Filipinas de su exilio en Hawaii, dos años después de la muerte de Ferdinand. A partir de entonces los Marcoses se reagruparon y consolidaron en cargos de elección en Ilocos Norte, el bastión familiar por excelencia, situado al norte de Luzón. Allí, BBM fue gobernador y vicegobernador de provincia, para luego escalar a congresista. Su último cargo fue como senador de 2010 a 2016, y este último año compitió por la vicepresidencia, aunque fue derrotado por Leni Robredo, su principal opositora en la pasada elección de 2022.

 

La alianza Duterte-Marcos

 

En noviembre de 2016, tras ganar la presidencia, Rodrigo Duterte tomó una controvertida decisión que fue respaldada por la mitad de los encuestados en ese momento: llevar los restos del dictador Ferdinand Marcos al Cementerio de los Héroes, Libingan ng mga Bayani, restituyéndole así su perdida legitimidad. Desde entonces se perfilaba, pues, una coalición de los Duterte del sur con los Marcos del norte de Filipinas. Mucho se ha especulado del porqué de esa alianza. Rodrigo Duterte admitió que su padre, Vicente, había apoyado el ascenso de Marcos en la década de 1960, y no ocultaba su admiración por una figura de talante firme —léase, autoritario. Es posible que Duterte, quien no pertenece a los clanes familiares tradicionales de Filipinas, asentados en Manila y la isla de Luzón (en el norte del país), haya buscado complementar su poder de maniobra en la geografía que le faltaba, pues las Bisayas (en el centro) y Mindanao (en el sur) votaron rotundamente por Duterte en 2016, apoyo que mantuvo durante su mandato.

 

En las Filipinas de los últimos 60 años existe la tendencia de llegar a la presidencia por dos vías: si perteneces a una dinastía familiar, o si eres una figura conocida en el mundo del espectáculo o los deportes. Los hechos son contundentes: Cory Aquino (1986-1992) y su hijo recientemente fallecido, Benigno Aquino III (2010-2016); Gloria Macapagal Arroyo (2001-2010), hija de Diosdado Macapagal (1961-1965); Joseph Estrada (1998-2001), actor de cine; y ahora Ferdinand Bongbong Marcos Jr. (2022-2028), hijo de Ferdinand Marcos (1965-1986). Está por verse si en la siguiente elección se repite el escenario con Sara Duterte. La contienda, pues, se libra no entre partidos políticos, sino entre dinastías familiares.

 

Es por ello que la llegada de Rodrigo Duterte parecería un caso especial, pues arribó a la presidencia de Filipinas como un autoproclamado outsider que rechazaba las viejas prácticas de tipo dinásticas, lo que le reportó una gran simpatía popular. En un país donde las administraciones democráticas después de 1986 no mejoraron las condiciones de vida de millones de filipinos en estado de pobreza, el discurso de un Duterte que hablaba con lenguaje coloquial y se identificaba con el pueblo, lo llevó al triunfo y lo mantuvo con una altísima popularidad, pese a su controversial guerra contra las drogas que le ha valido una investigación en curso por la Corte Penal Internacional (International Criminal Court), acusado de crímenes de lesa humanidad.

 

Y es así como llegamos a Sara Duterte, quien obtuvo incluso más apoyo que BBM: 61% de los votos para vicepresidenta, contra un lejano segundo lugar de Kiko Pangilinan con el 18%. Por ello resulta paradójico que Rodrigo Duterte, quien llegó a la presidencia criticando la política de clanes, acaba de inaugurar el suyo propio tras el triunfo de Sara. Y vienen más retoños: Sebastián Duterte sucederá a su hermana Sara en la alcaldía de Davao (Mindanao) en junio de 2022.

 

Un desafiante futuro para Filipinas

 

Por lo pronto, Ferdinand Bongbong Marcos y Sara Duterte gobernarán durante los siguientes seis años en un país golpeado por la pandemia que tuvo retrocesos macroeconómicos no visto en décadas: en 2020, el PIB cayó a -9.6 por ciento, aunque en 2021 creció +5.6 y se proyecta que en 2022 alcance el +6.4. Tras la crisis del Covid-19 la inflación se disparó notablemente, sin omitir que el sector salud y educativo se vieron significativamente vulnerados. Se espera que con la reapertura de Filipinas al turismo, uno de los pilares de su economía, se recupere parte del sector servicios en el corto-mediano plazo, teniendo en cuenta que el archipiélago cuenta con algunos de los paisajes naturales más bellos del mundo. Los meses que vienen nos dirán el rumbo que tomará aquel país asiático, donde millones de filipinos tienen puesta la esperanza de una mayor igualdad social.

 

En el campo de la libertad de expresión, las cifras no son halagadoras: en el ranking de 2022 de Reporteros Sin Fronteras, Filipinas retrocedió del penoso lugar 138 al 147, de un total de 180 países. Y en el ámbito de la política exterior, se espera un gobierno que dé continuidad a la administración saliente, y ello significa consolidar sus lazos con Beijing y ser menos dependiente de Washington. Para la familia Marcos, su humillante salida de Filipinas en 1986 y el desamparo por parte de Estados Unidos es una espina que sigue clavada.

 

Cerramos este breviario con la pregunta inicial: ¿cuál es la responsabilidad de las redes sociales en el panorama político global? Vivimos, dice Maria Ressa, en la era del colonialismo digital, en que las redes sociales funcionan como un sistema capaz de modificar conductas, que permite que las mentiras se conviertan en hechos. La mañana después de las elecciones, la periodista, sensiblemente contrariada, evocó una frase de Milán Kundera: “The struggle of man against power is the struggle of memory against forgetting”/ “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. La pasada elección de Filipinas pudiera ser un espejo para el resto del mundo.

 

Foto: Entrada a Batac, Ilocos Norte, donde la familia Marcos tiene su propio museo y ha construido su propia versión hagiográfica de la patria/ Cortesía Paulina Machuca

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