Fotógrafo erótico

Feb 3 • Conexiones, destacamos, principales • 5747 Views • No hay comentarios en Fotógrafo erótico

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La redacción del suplemento sábado fue también pasarela y estudio fotográfico de algunas de las modelos más admiradas de la época, como Mónica Linarte, que lo distinguió como un espacio abierto al erotismo

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POR HUBERTO BATIS

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Una de las modelos más célebres de El Diván de sábado fue Mónica Linarte. Recuerdo cómo la contacté, por un reportaje que le hizo un periodista del unomásuno. Era modelo profesional, hija de un académico de la Universidad de Nuevo León. No sólo apareció en El Diván, sino en otras publicaciones, entre ellas La Afición. Cualquier lugar podía ser una locación para tomarle fotos a Mónica Linarte. Alguien le hizo una sesión en un kiosko que estaba muy cerca del unomásuno, por los rumbos de Mixcoac, frente a la casa donde vivía la pareja de escritores y actores Alejandro Aura y Carmen Boullosa, mis amigos.

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Conmigo Mónica siempre fue muy generosa: posaba para mi lente de una manera desinhibida. Se ataviaba de distintas maneras, todas muy elegantes. Las sesiones las hacíamos después de la chamba en la redacción del periódico unomásuno. A veces le dedicábamos tanto tiempo que se nos hacía de noche. Siempre iba acompañada de diferentes galanes. Muchos de mis colaboradores y lectores me pedían que se las presentara.

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Tuvo una gran generosidad para mostrarme su cuerpo desde distintos ángulos a los que no muchas modelos se prestan. Las fotos más logradas que le llegué a tomar fueron unas en las que aparece recostada en el diván y en la alfombra, vestida sólo con un body. En algunas poses aparece subiendo el pie en uno de los archiveros o trepada en mi escritorio sobre los papeles como una fiera que me atacaba. Yo me ponía de rodillas o acostado en el suelo para inmortalizar esos momentos con mi cámara. Ella cobraba tres mil pesos por cada foto que se publicara en los periódicos o revistas como Vogue, en donde aparecían sus manos luciendo joyas, pero a mí nunca me cobró. Ella lo disfrutaba mucho. No faltaba quien me pidiera asistir a las sesiones fotográficas de Mónica.

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Por andar jugando al fotógrafo con Mónica estuve a punto de meterme en un lío fuerte. En una ocasión me invitó a su casa. Tenía un departamento en la esquina de Presidente Mazaryk y Arquímedes en la colonia Polanco. Estábamos trabajando en una sesión de fotos, cuando llegó a buscarla un político muy poderoso e importante, de cuyo nombre sí me acuerdo pero no quiero mencionarlo. No supe si él le había puesto ese departamento o sólo iba a visitarla. Ella me dijo: “Escóndete en la azotea, porque si te ve te mata”. Tuve que pasar por varias azoteas de los edificios aledaños hasta que encontré una puerta abierta y bajé las escaleras para salir a la calle. Actué con toda naturalidad, dando las buenas noches a los vecinos, hasta que llegué a mi coche, que estaba rodeado de guaruras. Les pedí que no se sentaran en el cofre, encendí mi coche y me pelé. ¿Qué necesidad tenía yo de arriesgarme con un político que está custodiado por guaruras que te pueden matar?

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La relación erótica entre un fotógrafo y su modelo ha sido estudiada y comentada. Es muy gozosa, sobre todo cuando ves los contactos para elegir cuál de todos vas a amplificar. Las fotos que un fotógrafo haga de su modelo pueden llegar a ser sugerentes, indecentes u obscenas. Yo sostengo la tesis de que sí hay arte obsceno. No es válido decir que “algo no es obsceno cuando es artístico”. Defiendo el concepto de que no se excluyen.

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Sin embargo, todas las fotos que tengo en un álbum de Mónica sólo son sugerentes. Son de cuerpo entero y tienen una intención estética. Le podía tomar rollos, rollos y rollos. Por desgracia no tengo ninguna impresión de gran formato. Muchos amigos me dice que debo tener fotos secretas y que no las quiero mostrar. No, no hay fotos secretas. Nunca le tomé fotos íntimas. Ni yo se lo pedí ni ella se ofreció.

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FOTO: La modelo Mónica Linarte fotografiada para la sección “El Diván de sábado” en los años 90. Ella posaba por gusto para las páginas de aquel suplemento cultural. Linarte falleció en 1998./ Cortesía Huberto Batis.

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