Fuga de talento: la otra cara de la ciencia en México
La fuga de talento enmarca las políticas que degradan la investigación seria, científica e innovadora en el país. Por eso hay quienes optan por crecer profesionalmente en el extranjero. Te presentamos un testimonio
POR DONOVAN KREMER
Su vida dio un salto trasatlántico y un giro de 180 grados, giros a los que estaba acostumbrado desde que decidió estudiar ciencias en la Ciudad de México. Originario de Mapastec (que significa Cerro del Mapache en náhuatl), una localidad del sur de Chiapas conformada por comunidades indígenas profundamente cristianas, Otoniel Maya se formó como genómico en el Cinvestav, becado por el Conacyt, hasta alcanzar el grado de doctor en 2018, grado cuyo mérito no traspasa al campo laboral: un grado académico sin experiencia en el campo.
Tras culminar la presentación de artículos científicos sobre microbiota y su relación con la obesidad infantil, para recibirse doctor, ingresó al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), donde generaba e interpretaba lecturas de datos biológicos de animales, vegetales y organismos patógenos, entre ellos los genéticamente modificados o bacterias, aunque, comenta, eran escasas las lecturas bioinformáticas en este último apartado; no eran requeridas. Su labor tampoco le generaba suficientes ingresos para mantener a su familia.
De hecho, considera que en México no hay una legislación adecuada, homogénea, respecto a los organismos genéticamente modificados. “¿Qué me espera, como investigador, de la protección de datos genómicos, de la privacidad de los datos secuenciados, incluso, a nivel médico, de los datos biométricos de las personas?”.
La apuesta del país, dice, no es la investigación ni el desarrollo tecnológico para monetizar, caso contrario que se observa muy vívidamente en países que conforman la Unión Europea, concretamente en Alemania, Suecia y Dinamarca.
Dado el panorama investigativo dentro del Senasica, a principios de 2019 Otoniel buscó aplicar a una beca en el extranjero y cursar un posdoctorado, la otra opción era Jalisco, en un instituto privado. Aceptaron su postulación en Copenhague y a finales de año se encontraba trabajando (a la par que becado) en el Danish National Genomics Center.
Otoniel fundó, junto a un grupo de cinco investigadores, la iniciativa mexicana que promueve la ciencia de datos biológicos (ATG) a niveles académico y tecnológico. ATG ha impartido cursos incluso para el Senasica, el Cinvestav y empresas.
Este año concluyó su estancia en Copenhague y aunque no accedió a la residencia (se requieren ocho años) debido a que la beca consideraba tres años, consiguió empleo permanente en la Universidad de Lund, en Suecia. Otoniel responde que regresar a México no está en sus planes, el campo laboral no es amplío y, aunque lo fuera, la seguridad es otro requisito que aquí no se completa. A esto se suma que las expectativas en la investigación en el país no son alentadoras, sobre todo cuando el gobierno sataniza el quehacer científico.
FOTO: Otoniel Maya llegó a Copenhague a finales de 2019.
« La Pasión. Vía Crucis en el Coliseo El encono ideológico contra la investigación: análisis »