Gorin no sho, el libro del vacío de Miyamoto Musashi
MARIO BOJÓRQUEZ
A la gloria de mi Sensei,
el que ha recorrido el camino,
Isokichi Tsuzuki
Tres mil años combatimos bajo el calor ardiente
Reverberaba la arena ígnea en los pies mutilados
Yo era el espantapájaros inmóvil
Mi rival la negra garza que extendía sus alas
El liviano curso del río arrojaba al rostro su tenue brisa
Permanecimos bajo el sol quemante sin mirarnos
Nuestras filosas katanas eran sólo una ilusión
Tuve el relámpago en mis manos y se fue desvaneciendo como un soplo
Ningún gesto iluminaba nuestras caras en la interminable espera
Ni siquiera el deseo de alcanzar una estruendosa victoria
Era menos una estrategia que un respirar obstinado
Los combatientes también éramos una ilusión
Acudimos al duelo como acude la estrella en el sueño del alba
Ni sentimientos ni pasiones nos alentaban
Sólo la vencedora fama del otro nos daba una sorda alegría
Morir a manos del mejor Samurai
La hirviente arena se fundió hasta formar cristales de hielo ámbar
El tiempo se petrificaba en la inacción suspensa de la mente
Moriría el primero quien desfalleciera en la menguante voluntad
Lo mismo un corte curvo del filo sobre la carne que estrecharse en un abrazo
Era la hora del caballo e inició la danza milenaria
Los cuerpos burlaban los tajos homicidas
La postura exigía mantener los hombros en igual altura
Los puños como un escudo de flores de acero
Y el codo izquierdo tocando el mango de la espada corta
Todo el peso descansaba en la rodilla delantera
Las manos donde vibra el sable también eran ilusión
A este camino se le llama “los dos cielos como uno” Niten Ichi Ryu
Es el arte de la espada donde el dragón se encoge en la masa del agua
Mi cabeza pensaba en la caligrafía de mi poema de muerte
Mis ojos voltearon hacia la brillante katana en mi mano
Y ya no había ni brillante katana ni férrea mano
Ni oponente famoso ni arena calcinada bajo mis pies
Todo se llenó de un enorme y profundo vacío
Pude moverme libremente en el soplo de la brisa
No era yo un Ronin en el campo desolado
Tomé la vía recta del corazón
Me convertí en la brisa del río que envolvía el rostro de mi adversario
Había alcanzado el momento en que ya no hay visión ni sueño
La gran imagen del mundo vacío y la plétora
No sé si sigo combatiendo bajo el encendido sol
O si brisa me disipo en la arena enfebrecida por la luz del mediodía.
¿Qué leer de Mario Bojórquez?
El poeta, ensayista y traductor nacido en 1968 es autor, entre otros libros, de Contradanza de pie y de barro (Tierra Adentro), Diván de Mouraria (Universidad de Guanajuato), El deseo postergado (Lumen), Y2K (Gláphyras) y Hablar Sombras (Andraval).