Gracias, Maestro
Sobre el veterano cronista musical y cultural de Yucatán Jorge Humberto Álvarez Rendón, quien se despidió de la prensa el pasado 16 de septiembre
POR LÁZARO AZAR
Perdón si hoy abordo un tema que, de entrada, podría parecer que me es sumamente personal. No puedo hacerlo de otra manera. Uno es la suma de sus afectos, de lo que ha visto, de los libros que ha leído, de la música que escucha… Siempre he reconocido ser un privilegiado por haber tenido los padres que tuve, por las personas que la vida ha puesto en mi camino para moldearme, y que cada vez son más las que están del otro lado del Aqueronte.
No sería quien soy, si no hubiera tenido la guía paciente y generosa de José Antonio Alcaraz, del doctor Harold Kirkpatrick y Don Benjamín Backal, si no hubiera recibido el cobijo cariñoso y la enseñanza rigurosa de Luz María Puente, Eva María Zuk y mi amadísima Nadia Stankovich, a quien más que el invaluable linaje pianístico que me legó, le debo la inmensa satisfacción de haber vivido a su lado sus últimos 29 años. No hubo día que no agradeciéramos la dicha de estar juntos. A su lado, aprendí que la vida podrá ser una larga cadena de favores, y que no siempre se tiene la posibilidad de retribuir a quien hizo algo por nosotros, pero, cuando ésta surge, es un regalo divino. Fueron y son fundamentales en mi vida y aunque están en mí, cada día me pese más su ausencia.
Todo este preámbulo viene a colación porque, no habrá temblado el martes, pero me estremecí al leer la nota de Iris Ceballos anunciando que el Don Jorge Humberto Álvarez Rendón se despedía de las páginas del Diario de Yucatán, periódico en el que colaboró 52 años como articulista y, ahí sí, su ausencia nos pesará a cuantos crecimos al amparo de su prosa erudita, de su memoria privilegiada y de las imágenes poéticas con que es capaz de recrear en sus lectores los sonidos que había paladeado en los conciertos que narraba.
¡Qué pluma la suya! Más allá de los datos que consigna la ficha biográfica que cualquiera puede hallar en la red, diciendo que este notable meridano cursó su licenciatura en la Escuela de Leyes de la Universidad Autónoma de Yucatán y una maestría en Lengua y Literatura Española en la Normal Superior Nacional, ¿quién no recuerda su crónica de cuando acompañó a Jorge Luis Borges a visitar Uxmal y Chichén Itzá, en agosto de 1981? No dudo que aquellos escritos le valieran ser miembro del Consejo de Cronistas de su ciudad natal y recipiendario de la Medalla Yucatán en 2012, la Eligio Ancona en 2013 o la Medalla al Periodismo Cultural y de Espectáculos Oswaldo Baqueiro 2019, entre tantos galardones que ha recibido.
Antes de conocerlo, le admiré a través de sus textos. Recuerdo que cuando cursé la prepa en el CUM de Mérida, nada podía ponernos más nerviosos que saber que él sería nuestro sinodal durante los exámenes de Literatura y Etimologías. La figura del “Gordo Álvarez” era imponente, pero su rectitud y honestidad lo eran más. Intachable, era una autoridad cuyo ejemplo fue la motivación primigenia para hacer lo que hoy hago… ya después llegaría “La Miss Alcaraz” a puntualizarme que, si quería dedicarme a la Crítica Musical y lo hacía debidamente, más me valía olvidarme de pensar en recibir algún día la banda de Señorita Simpatía, pero esa, ¡es otra historia!
Tras dos décadas reseñando el quehacer de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, Álvarez Rendón decidió despedirse este sábado 16 dando cuenta del concierto realizado con motivo de las Fiestas Patrias. Con cuánta elegancia dejó entrever su descontento con la imposición de José Areán, el director “interino” que están padeciendo actualmente, y está haciendo hasta lo indecible por anquilosarse en el cargo como lo hizo con la Filarmónica de la Ciudad de México, a la que llegó más o menos de la misma manera. No sé cómo habrá sido, pero los duendes se confabularon para omitir su mención en la versión impresa del Diario. Eso sí: precisó que ahora la música de autores nacionales “constituye el máximo regocijo de los exclusivistas de lo autóctono”, recordó su trato con Daniel Ayala, cuyo sello nacionalista “prefería sobre cualquier cosa” el cardenismo, y precisó sobre lo estridente que es esa colcha de parches que se ha puesto tan de moda, Mariachitlán, de Juan Pablo Contreras, de la que señaló sus “incorrecciones” y cuán claro es que está moldeada (de alguna manera había que decirlo) según los Sones del Mariachi de Blas Galindo que sonaron después…
Y es justo por lo que “suena” ahora, que adelantó su retiro Don Jorge. Según sus declaraciones, tras que Juan Felipe Molano diera forma a una orquesta a la que se le llegó a cuestionar que se llamara Sinfónica de Yucatán, por haber sido creada con músicos extranjeros, cuando “era necesario que fuera así, ya que no había en el Estado los músicos con la calidad necesaria para ser parte de una agrupación como la que se pretendía crear”, y de que fuera relevado por Juan Carlos Lomónaco, quien “creó una audiencia (…y) se preocupó por conocer los gustos del público que se iba gestando”, de pronto llega Areán y presenta una temporada armada “a su gusto”, con programas “feos y poco musicales (…) para invitar a sus amigos”.
Este mes, cumplo 25 años de haber publicado mi primer artículo en un medio nacional y me inquieta ver cuánto han cambiado las cosas. Pareciera que ahora imperan las opiniones “buena-ondita”. Que hay que disfrazar la realidad con “otros datos” y hoy, la crítica no es bien recibida porque puede “herir susceptibilidades” al decir las cosas como son. Ante ello, vale la pena recordar que “más sabe el diablo por viejo que por diablo” y poner atención en cuanto puntualizó Álvarez Rendón.
Insisto en ello anhelando que la OSY recupere el rumbo y no pierda su prestigio, porque como dijo el cronista, “su calidad es baja cuando el director es malo” y ante sus argumentos, cómo no pensar también en orquestas como la Filarmónica de Jalisco, donde con tal de no pagarle lo que le deben, siguen satanizando a Parisotto por haberla limpiado de atrilistas que no daban el ancho, o en la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, que está a punto de sucumbir al dedazo de Fraustita, que quiere terminar de sepultarla tras el paso de Miguel Salmón imponiéndoles al “Ganso” García Barrios, cuyo único mérito es… ser cuatrotero de hueso colorado.
Con ese ejemplo, ¿cómo va a ser menos Guadalupe Aldaco a la hora de querer fastidiar a la Orquesta Filarmónica de Sonora y a Héctor Acosta, su titular? Ya bastante hemos perdido, como para perder también estas agrupaciones que tanto ha costado consolidar.
Retomando lo dicho en un inicio, lejos estoy de poder retribuirle a Don Jorge cuanto me ha enseñado, pero, poder asumirme como su discípulo y recibir todos los días su iconográfica salutación matutina, me llena de dicha. Tanta, como el saber que ahora que Don Jorge está disfrutando su recién ganada “independencia”, puede verme decirle ¡gracias, Maestro!
FOTO: Jorge Humberto Álvarez fue guía de Jorge Luis Borges en su visita a Uxmal y Chichén Itzá en 1981. Crédito de imagen: Archivo Jorge Humberto Álvarez Rendón
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