Historia eruptiva del “Popo”
Documentos que datan de la época prehispánica y virreinal dan cuenta de la actividad volcánica del Popocatépetl
POR ARTURO MONTERO
Si bien es cierto que podemos documentar los últimos 500 mil años de historia eruptiva del volcán Popocatépetl a partir de trabajos geológicos con evidencias en el paisaje como son el cerro Tlamacas que es un domo, la cañada de Nexpayantla y los picos del Fraile y el Ventorrillo, también podemos evidenciar la historia eruptiva con la arqueología y la etnografía al menos para los últimos 2 mil 500 años.
El registro arqueológico más antiguo de un evento eruptivo que afectó a comunidades al somonte lo tenemos para el año 50 d.C. y uno posterior altamente catastrófico para el 750 d.C. Además, contamos con documentos tan antiguos como los códices prehispánicos y virreinales tempranos que ilustran diferentes momentos eruptivos del volcán del tipo pliniano. Entre los documentos más importantes tenemos el Códice Vindobonensis y en los códices coloniales Florentino, Vaticano A-Ríos, Huamantla, Telleriano-Remensis, en la Matrícula de Tributos, en los Mapas de Cuauhtinchan I y II, y en el Lienzo de Tlaxcala.
El Códice Vindobonensis contiene la representación del Popocatépetl con actividad eruptiva posiblemente registrada entre los años 948-1346 d.C. Chimalpahín detalla que el Popocatépetl antiguamente había humeado y dejado de humear antes de 1347. Alvarado (1609) y Chimalpahín (1612) mencionan que en 1363 los Aztecas vieron humo negro salir del volcán. En 1492 el cerro Ixmatlatzin, que se ubicaba entre el Popocatépetl e Iztaccíhuatl se derrumbó, inundando Amecameca. En 1509 hubo una erupción que podría considerarse como un evento grande y lo describe como un nubarrón muy negro que llegaba a la mitad del cielo (Chimalpahín, 1612). Se considera que los eventos ocurridos en 1347, 1363, 1492 y 1509 se pueden correlacionar en el sitio arqueológico de Amecameca. La erupción de 1519 fue mencionada por Cortés en sus Cartas de Relación y habla sobre un gran bulto de humo tan grande como una casa que el viento no lo puede torcer. Bernal Díaz del Castillo (1575) describe la columna de humo que echa fuego, piedras ligeras medio quemadas y ceniza, hay temblores y fue visto hasta Tlaxcala. Este evento (1519) también es registrado en el Lienzo de Tlaxcala y en el Códice Florentino. Otros autores como López de Gómara (1552), Cervantes de Salazar (1560), Solís y Rivadeneira (1684), Herrera y Tordesillas (1726), y Mártir de Angleria (1526) mencionan este evento.
Antes de 1528 había grandes emisiones de ceniza que ocurrían tres o cuatro veces al día, según algunas crónicas de la época. En 1539, de acuerdo con Díaz del Castillo (1575) la actividad del volcán empezó de nuevo, produciendo cenizas, rocas y “grandes llamaradas”. En 1540 hubo una erupción explosiva, la cual produjo caída de ceniza en Tlaxcala, Cholula, Huejotzingo, Tetela y otros asentamientos. Chimalpahín revela que en 1552 se precipitaron las aguas hacia el poblado de Amecameca, amenazando con destruir el pueblo; posiblemente un lahar.
En 1580 hubo una explosión que fue escuchada en Tochimilco y produjo caída de ceniza a 55 kilómetros de distancia. La actividad de 1663 a 1665 estuvo bien documentada. En octubre de 1663 una densa nube salió del volcán produciendo oscuridad. En enero de 1664 se describen “fuego” y ceniza. En Puebla cayó mucha ceniza y pómez. Las ventanas y puertas se abrieron abruptamente, las escaleras del convento y varias casas se cayeron, mientras la ciudad entera participaba en procesiones religiosas y “oraron a Dios por su misericordia”. Hubo un temblor que se sintió en Puebla y Veracruz, la gente confundió los fuertes ruidos con los de artillería. En 1665 hubo una explosión en el Popocatépetl que cubrió la tierra de fuego y arrojó balísticos. La ceniza ocasionó oscuridad por varios días, dañó cultivos y casas.
Entre 1717 y 1720 el Popocatépetl tuvo pequeñas emisiones de cenizas. Para el año de 1803 se mencionan los daños causados por un temblor a la iglesia de Amecameca. La gente pensaba que estaba relacionado con el volcán y mencionan lluvias fuertes que causaban inundaciones, mismas que probablemente originaron pequeños lahares. Humboldt reporta emisión de ceniza y humo en 1804. Después de un periodo de reposo de más de 100 años, hubo emisiones de ceniza en 1919 que continuaron en 1920. La actividad aumentó en 1921 y estuvo asociada con la formación de domos en el cráter que fueron destruidos parcialmente por las explosiones de dinamita. Después de 1922, las emisiones de ceniza fueron menos frecuentes, aunque varias explosiones ocurrieron en 1925 y la actividad se detuvo eventualmente en 1927.
Siete décadas después el Popocatépetl volvió a la actividad, que inició, por cierto, durante el solsticio de invierno (21 de diciembre) del año 1994, continuando activo hasta la fecha.
FOTO: El Códice Vaticano A, lámina XCIV, detalla la actividad volcánica del Popocatépetl. Crédito de imagen: Especial
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