Por el Huitzilac que queremos (pues de aquí somos, ya qué)
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Hoy, día de elecciones, conviene recordar que la vida democrática de un país se construye poco a poco, paso a paso y entre todos, lo mismo en ciudades que en pequeñas comunidades, como Huitzilac, en Morelos, donde tuvo lugar un primer debate entre candidatos. Esta es la crónica
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POR GERARDO OCHOA SANDY
A Miriam Kaiser
I
El 24 de abril llega vía WhatsApp una invitación de Álvaro Rojas Mancilla, quien apuesta por el desarrollo de proyectos de territorio con impacto social. Álvaro se ha ocupado del ordenamiento comunitario de Huitzilac a través de un proyecto de digitalización de predios, y en un sistema informático de credenciales que distinguen entre propietarios —comuneros— y poseedores. Lo veíamos con desconfianza en el Fraccionamiento La Palma, pues no nos avisó que su dron volaría la zona para tomar el registro de nuestras propiedades.
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El asunto es que no acaba la regularización de los terrenos que han sido vendidos por los comuneros, al menos desde los años 70. Siguen a la fecha rematándolos, varios compradores acaban por no frecuentarlos, los comuneros los invaden y vuelven a revenderlos. Pero a la vez en varios fraccionamientos los terrenos cuentan desde hace décadas con escrituras ante notario público. Es ingenuo pensar que de un día o de una semana o de un mes o de un año para otro aparecieron casas, calles, alumbrados, líneas telefónicas, servicio de recolección de basura, sin el consentimiento de las autoridades comunales de entonces.
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El cambio de autoridades comunales coloca al propietario en la circunstancia de que la constancia comunal concedida con anterioridad pueda ser desconocida o desaparecida de los expedientes, de que se le reste valía legal a la escritura ante el notario, y de que se le imponga entonces al propietario el pago de una “actualización”. ¿Una variante —un antecedente— del derecho de piso? Y hoy, al menos cincuenta años después del inicio de esta dinámica, aunque se cuente con escrituras, no son “propietarios” sino “poseedores.
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II
Estoy pues en un trámite más ante esta situación. Ya me “dronaron”, ya midieron la propiedad, y me invitan a realizar el pago de la actualización. Eso sí, se me exhorta a que lo perciba como un pago de predial, aunque no recibo ningún documento bajo ese concepto. Llamo la atención sobre este aspecto y la reacción es de incomodidad: “Es que usted tiene de todos modos que pagar, pues no es de aquí. Lo estamos haciendo para que tenga sus papeles en orden”. Llegué en 2006, hace doce años, y no soy de “aquí”.
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Así que conozco a Álvaro, quien levanta la cartografía y emite las “credenciales”. En la computadora tienen ya varios predios de los fraccionamientos y datos personales: ubicación, correo electrónico, teléfonos, fotografía. El argumento es que de esa manera no habrá más confusión en el futuro pues así queda registrado de manera definitiva la condición de “poseedor”.
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El trámite se realiza en la biblioteca de Huitzilac, de diez por cuatro metros cuadrados. Los libros se cayeron durante el temblor del 19 de septiembre y fueron devueltos a los estantes, sin ton ni son. En tanto espero, le doy y vistazo al acervo. Están Monsiváis, Poniatowska, Paz. Le comento que tiene clásicos contemporáneos de México y que no estaría mal que organizaran lecturas en voz alta. Me ofrezco a hacerlo, si el municipio congrega a jóvenes y personas mayores.
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Álvaro es muchacho articulado. Me da la impresión de que está convencido de que hace una aportación a su comunidad, y creo que tiene razón. Es una suerte de enlace entre usos y costumbres y modernidad. Le parezco confiable, y me lo parece también. El WhatsApp que envía, que no descarta las lecturas en voz alta, tiene otra intención: me invita a involucrarme en el primer debate público entre los candidatos a la presidencia en la historia de Hutizilac, y acepto.
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La Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) aparece como coorganizadora. Hay también un grupo denominado Explanada, de la propia universidad, involucrado en la organización, que apela por los derechos de las universidades públicas. Los desfalcos y actos de corrupción, conocidos en fechas recientes, me orillan a pensar que la UAEM intenta lavar su imagen. Es en realidad el Comité Informado Voto Ciudadano, que en los hechos Álvaro encabeza —aunque con modestia se presenta como representante—, quien anima el evento. Al paso, me entero que hay la propuesta de un teleférico, de Tres Marías a las Lagunas de Zempoala, que al parecer implica a las partes, lo que supondría una importante inversión.
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III
La idea de un debate público seduce y causa preocupación. Las conductas violentas, más allá de del crimen organizado, son usos y costumbres. A las asambleas asisten en ocasiones hasta 500 comuneros armados con machete y pistola. Es también uso y costumbre tirar bala de pistola, rifle y metralleta al aire el 16 de septiembre y en otras festividades. También así se dirimen pleitos, se espantan maleantes y se alejan a indeseados pretendientes de las chamacas.
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La ley seca, además, acá no existe. Ni la ley, a secas, como en buena parte del territorio nacional. La legión de motociclistas, a la que algunos llamarían “subcultura”, viola distintas disposiciones legales cada fin de semana: sobrepasan los límites de velocidad, beben en la vía pública, obstaculizan el paso por la carretera federal a la altura de Tres Marías, zigzaguean por la autopista, ante la indiferencia de la policía federal.
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Un debate público, pues, podría ser un polvorín.
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IV
Huitzilac es un municipio que incluye a las localidades de Tres Marías: Coajomulco, la zona de los fraccionamientos y Fierro del Toro.
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En La sombra del caudillo Martín Luis Guzmán retoma la matanza del general Francisco R. Serrano y sus partidarios ocurrida en Huitzilac en 1927, durante el periodo de Álvaro Obregón. La novela, publicada en 1929 en Madrid, cambia lugares y personajes. Julio Bracho la adapta al cine en 1960, pero es enlatada hasta el sexenio de Carlos Salinas. Las cruces de los muertos siguen sobre la carretera federal.
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Huitzilac es zona comunal, aunque no del todo. El cultivo de la tierra, apuesta central del reparto agrario, no prosperó, porque la tierra no daba para tanto. Así que sin que desapareciera esa actividad, los comuneros apostaron por el sector ganadero y forestal —donde forestal implica la tala de árboles—, la apertura de comercios familiares y, esencialmente, la venta de terrenos. No dejo fuera la actualidad: el cultivo y trasiego de droga: el gran corredor Guerrero-Morelos-Estado de México y el huachicoleo, al que le ha puesto un alto el Ejército.
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V
El recelo ante un debate público fue entonces una de las tónicas predominantes de las reuniones de trabajo. Sólo bastaría que alguien alzara la voz o interrumpiera a un candidato, para que se desatara una riña verbal que podría acabar en sillazos, empujones, puñetazos y plomazos. El otro riesgo es que cualquier desplazado en el camino a la candidatura, o algún encolerizado con alguno de ellos por cuestiones personales, propiciara que se prendiera la mecha.
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Rafael Vargas Zavala, candidato del PRI, presidente durante el periodo 2003 a 2006, dueño de una flotilla de pullmans, se desentendió por la vía fácil: “No lo necesito, seré el ganador”. Marcial Jurado Pío, ranchero del Partido Humanista, fue honesto: rechazó la invitación pues temía que el acto fuera a desbordarse. También quería que otro orador participase en su lugar.
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Agustín Eslava Cueto, del Partido Verde, boicoteó. El alegato fue que sólo el INE y el Instituto Morelense de Procedimientos Electorales y Participación Ciudadana (IMPECAC) tenían autoridad para organizar debates. En una misiva, Eslava Cueto dio a entender que había una campaña por parte de los organizadores para denostar a los candidatos que no fuesen de la simpatía de los organizadores. El candidato apeló también a la falta de protocolos de seguridad, incitó a los otros contendientes a hacerse al margen y envió a sus militantes a que vocearan en las calles que se estaba cancelando el debate.
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Faltó a la verdad: el Comité Ciudadano congregó el apoyo del Consejo Municipal Electoral de Huitzilac y al propio IMPEPAC, que ofreció su sede para las reuniones. El Código de Instituciones y Procedimientos Electorales de Morelos, además, faculta a diversas organizaciones a organizar debates, en tanto haya condiciones de equidad.
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VI
En la microhistoria de Huitzilac se realizaba el primer experimento de debate público entre candidatos y de tal manera se replicaban los mismos temores y prácticas que ocurren a nivel nacional. Sorprendió que Antonio Cruz García, actual presidente municipal por Nueva Alianza y en busca de la reelección se ajustara a los protocolos: suscribió los acuerdos como candidato e instruyó a su equipo par que aportara el apoyo logístico al acto, sin sacarle provecho.
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Al final fueron cinco los participantes: Ulises Pardo Bastida, abogado, de Morena-PT-PES. Olga Castro Angulo del PAN-Movimiento Ciudadano, con trayectoria en actividades de voluntariado entre niños, personas mayores y con discapacidad; Cruz García, el presidente municipal, propietario de una plaza comercial en Tres Marías; Arturo Jiménez Zavala, candidato independiente, dueño de un negocio de fletes; y María Puebla de la Rosa del PRD, regidora en la década de los 70.
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Los candidatos se sentían inquietos. Sugerimos entonces dos sesiones de ensayos de 30 minutos para cada uno de manera individual, de modo que elaboraran sus respuestas, que fueron definidas en conjunto, estructuraran sus diagnósticos y propuestas, no se intimidaran con las intervenciones de los moderadores, y le tomaran el pulso al cronómetro.
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La democracia también pasa por ahí: es una práctica que requiere oficio y dedicación.
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Las reglas fueron claras: no se atacan, contestan las preguntas, explican sus propuestas a la ciudadanía.
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VII
El tres de junio los ciudadanos colman el zócalo de Huitzilac. Más de 500 personas sentadas y decenas de pie, vestidos de blanco, señal de paz y civilidad, a propuesta de los organizadores. No hay matracas, no hay banderas, no hay porras. El debate dura dos horas, y nadie abandona el lugar. En Facebook la página “Debate de Propuestas: por el Huitizilac que queremos” transmite en vivo —en la medida en que la deficiente señal de la red nos lo permite— y colocamos una urna donde los ciudadanos incluyen sus sugerencias escritas en papel. La UAEM informa que no tiene reporteros para realizar la cobertura, por lo que hubo la necesidad de presionarlos para que cumplieran con su trabajo.
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Llegan los candidatos en una camioneta, descienden del vehículo, levantan los brazos y se toman de las manos. La ciudadanía los recibe con una ovación. Supe después que el padre Antonio, durante su homilía, había invitado a los feligreses a participar en debate, con una actitud cívica y por una cuestión responsabilidad.
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No hay miedo, tampoco falsa algarabía.
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Hay la expectación de que se está ante un suceso único en el municipio, lo que lo vuelve parte de su historia cotidiana, aunque no lo registren la mayoría de los diarios locales. No importa: será suficiente que el hecho se comparta de boca en boca. El acto inicia con los honores a la Bandera y la interpretación del Himno Nacional por parte de la Escolta de los Estudiantes de Secundaria de Huitzilac y Coajomulco. El patriotismo, en este minúsculo rincón de México, es auténtico, y refrenda la convicción de que podemos enfrentar nuestros retos, que son muchos.
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VIII
En el debate, las coincidencias entre los candidatos son claras, pero no tanto.
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Huitzilac debe aprovechar su cercanía con la Ciudad de México para ser un destino turístico cultural. Para ello la seguridad es clave. Pero el Mando Único y el Ejército, que me consta han hecho una buena labor, no acaba por convencerlos, y algunos candidatos quieren apostar de vuelta por la policía municipal.
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El drenaje debe ser restaurado casi en su totalidad y ampliarse una red de captación de lluvia para dejar atrás la carencia de agua que asola a la región. No obstante que diluvios caen año tras año, no los aprovechamos. Ni un solo candidato propone un sistema de captación de agua casa por casa.
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El cambio de la flotilla completa de los camiones de basura es apremiante. Los desechos pueden utilizarse como fuente de energía. Hay un rechazo unánime a tirar la basura en las calles y las carreteras, pero ninguno de los candidatos se arriesga a plantear una medida disciplinaria: si los lugareños no entregamos la basura reciclada a los camiones no tendría que ser recolectada, y si las tiramos en lotes baldíos o en la carretera, se nos multa.
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Unas y otros subrayan que hay que rescatar los espacios públicos, plazas, parques, centros culturales. pero se les nota que no tienen una estrategia concreta.
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Ninguno tampoco habló del presupuesto: se contará con tanto, y lo distribuiremos así. Mucho menos de impuestos—una falla la recaudación, y una lacra su uso—.
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Sea como sea, para un primer debate público, los logros son muchos.
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Los ciudadanos escucharon con atención y no hubo violencia.
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Huitzilac pasó la prueba.
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ILUSTRACIÓN: Rosario Lucas
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